La mañanera va // Legítima defensa // Respuesta proporcional // También, fallas y excesos
a Mañanera es un acto de legítima defensa política y mediática de un Presidente de la República que renunció a utilizar los servicios comerciales y la consecuente gestión política de una prensa convencional que, sin ese contrapeso matutino, tendría hoy el control de la narrativa y la agenda nacionales, conforme a los intereses de los grupos de poder que fueron desplazados en 2018 y que actualmente trabajan afanosamente, aunque sin buenos resultados, en pos de un retorno al estatus que les era particularmente favorable.
De lunes a viernes (aunque el propio titular del Ejecutivo ha planteado la posibilidad de hacer tales sesiones también los sábados y domingos, conforme a la intensidad de los tiempos que se viven), con un formato que incluye secciones fijas e intervenciones de funcionarios varios, la mañanera domina el espectro informativo. Sin ese ejercicio cotidiano, el Presidente, que intenta ciertos procesos de cambio trascendente, estaría a merced de los intereses de sus adversarios políticos, que le sostienen una animadversión incluso violatoria de los estándares periodísticos básicos, hostiles no sólo por la reducción de los ingresos anuales de publicidad gubernamental, sino, sobre todo, porque desean y promueven un regreso a épocas de contubernio entre medios y poder político, ya fuera con el PRI o el PAN en Los Pinos.
Justamente el ejercicio desproporcionado, faccioso, manipulado y profesionalmente insolvente de una buena parte de la prensa convencional demuestra la necesidad y el derecho de un proyecto como la llamada Cuarta Transformación de contar, a su vez, con un plan alterno y complementario en materia de información y opinión, que incluye las conferencias matutinas centrales, pero también debería contar con una agencia informativa en funciones y un desarrollo notable de la potencialidad de radio y televisión públicas, opciones estas, las de la agencia y los medios públicos, que no han podido avanzar a la medida del momento que se vive. Tampoco ha sido posible establecer una política de comunicación social que vaya más allá de la atención operativa de las necesidades mañaneras.
Como todo ejercicio político, las sesiones matinales tienen fallas y excesos. El Presidente de la República suele destinar largo tiempo a rememoraciones históricas y a repeticiones de estribillos de propaganda política. En especial, resulta discutible el constante uso de dardos declarativos contra medios y personajes opositores a los que eleva a la condición de interlocutores presidenciales y a los que aumenta involuntariamente la audiencia.
En el rubro de los excesos, es claramente identificable el segmento que pretende exhibir mentiras mediáticas, pues el guion a leer, las fórmulas frecuentes de autoexculpación a partir de boletines gubernamentales o dichos de la propia autoridad e incluso la prosodia siempre tropezante le restan valía y fuerza a esa sección que debería ser confeccionada con altos valores profesionales, para que los desmentidos fueran contundentes e irrefutables.
La Mañanera, pues, constituye una respuesta proporcional al embate de muchos medios convencionales que a estas alturas destilan odio, mentiras y resentimiento (la radio comercial tiene estridentes ejemplos escandalosos de adulteración informativa y comentarios ponzoñosos). Seguirá adelante con el sexenio de López Obrador y, probablemente, en el inmediatamente venidero si el triunfo electoral es de Morena, tal vez con adecuaciones y abreviaturas. La mañanera va.
Astillas
Más que surrealismo aritmético, una caja de Pandora en San Luis Potosí, donde siguen apareciendo migrantes y viajeros secuestrados: anoche se mencionaban ya 131… ¿Cómo le irá a la morenista Delfina Gómez en los dos debates programados en el estado de México con la priísta Alejandra del Moral?.. Y, mientras Armando Guadiana ve pasar el tiempo electoral sin que la 4T haga algo para que el priísmo no siga tan campante como hasta ahora en Coahuila, ¡hasta mañana!
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