Jueves 6 de abril de 2023, p. 10
Guadalajara, Jal., Los padecimientos de salud de Raúl Padilla López, ex rector de la Universidad de Guadalajara (UdeG), quien según la versión oficial se suicidó el pasado día 2, tenían años, pero se intensificaron durante febrero pasado, en España, señalaron allegados.
Acudió a la nación ibérica a recibir el Premio Escribidores a la Gestión Cultural, otorgado por la Cátedra Vargas Llosa en el contexto del Festival Literario de América y Europa; le sería entregado el 25 de febrero, pero tuvo que regresar para someterse a una cirugía en la Ciudad de México.
Aunque Marisol Schulz, directora la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, viajó a Málaga para recibir la presea en su representación, Padilla grabó un video que fue transmitido en la ceremonia, en el que se ve desmejorado y hace referencia a su ausencia por inesperados problemas de salud
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A partir de su operación, la tercera por dificultades del sistema digestivo, según dijeron a La Jornada algunas personas cercanas a él, comenzó a programar su muerte y, en al menos cuatro cartas que dejó a familiares y colaboradores, sólo les pide unidad para defender la autonomía de la UdeG.
Las fuentes consultadas, todos del círculo de poder en torno a Padilla dentro de la UdeG, coincidieron también en que en las misivas, escritas de puño y letra, les dijo: Ya no les sirvo así, les ayudo más yéndome
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Esto en referencia al conflicto político que mantenía tanto con el gobierno estatal como con el federal, desde donde había constantes señalamientos en su contra, calificándolo de cacique universitario
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Las versiones del círculo padillista coinciden en que la primera persona en llegar el domingo 2 de abril, a las 10 horas, a la oficina de Raúl Padilla, ubicada a espaldas de su domicilio oficial, en la calle San Juan de los Lagos de la colonia Vallarta Poniente, en Guadalajara, fue su jefe de guardaespaldas, Panchito, a quien el ex rector tenía mucha confianza.
Casi a esa misma hora, Trino Padilla recibió un paquete con cuatro cartas firmadas por su hermano, una de ellas dirigida a él, otra al rector de la UdeG, Ricardo Villanueva, y las dos restantes para su hija y su pareja sentimental.
Cuando Panchito llamó a Trino, éste ya iba a la casa de su hermano alertado por la misiva. Ahí ambos fueron testigos de la escena: Raúl estaba muerto, con un disparo en la boca; junto a él, una pistola calibre 38 y un mensaje póstumo, al cual le tomaron una fotografía antes de llamar a la fiscalía estatal.