Opinión
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Apuntes postsoviéticos

Propaganda perjudicial

L

a propaganda bélica, toda una maquinaria que inunda día tras día la televisión rusa, entremezclando verdades indiscutidas que exhiben los abusos y crímenes de Estados Unidos con versiones inverosímiles cuyo único propósito es justificar la invasión de Ucrania, se nutre de la escuela soviética de desinformación, resumida en este ejemplo de la época de Leonid Brézhnev: Reprimen a los judíos, acusaba Washington. Y ustedes discriminan a los negros, respondía Moscú.

Ya no saben qué decir para denigrar al régimen nazi de Kiev y su ocurrencia más reciente, avalada por el Consejo de Seguridad de Rusia, consiste en que Ucrania está bajo control de sectas satánicas, que se proponen destruir los valores de la ortodoxia cristiana rusa y promueven, por ejemplo, la homosexualidad y el cambio de sexo entre los menores de edad. Por una amarga ironía, uno de los más eficaces expertos en lavar cerebros, Antón Krasovsky, que dirigía el canal de televisión RT en ruso, es gay declarado y se acaba de quedar sin chamba no por sus preferencias sexuales, sino por hacer declaraciones atroces y repugnantes, en palabras de su ex jefa, Margarita Simonián, directora general del consorcio mediático.

Krasovsky propuso hace unos días, en el que era su programa televisivo estelar, ahogar en un río, para que se los lleve la corriente; no, mejor encerrarlos en sus casas y quemarlos a los niños ucranios que se atrevan a decir que Rusia está ocupando su país. Y ahora que se puso de moda hablar de la intención de Ucrania de fabricar una bomba sucia, con desechos radiactivos, otro experto, Aleksandr Artamonov, hizo su aporte en YouTube al difundir, con base en sus fuentes anónimas, que el presidente Vladimir Putin ordenó invadir el vecino país eslavo el 24 de febrero pasado para impedir una inminente provocación con ese tipo de artefactos de los nazis ucranios, que, ocho meses después, no han terminado de fabricarla. Esta propaganda resulta de suyo perjudicial ya que la televisión rusa, en manos de magnates que se enriquecieron a la sombra de Putin, igual que las voces del oficialismo y su red de bots en Internet, sólo aseveran lo que quiere escuchar el presidente, convencido de tener razón al negarse a finalizar esta absurda guerra.