Jueves 6 de octubre de 2022, p. 14
El régimen alimentario en México, alto en harinas refinadas y azúcares, es resultado directo de las políticas neoliberales vigentes en el país desde hace más de 40 años, por lo que para combatir los altos índices de obesidad, hipertensión y diabetes, no basta con promover hábitos saludables en lo individual, sino modificar las condiciones estructurales de inequidad y pobreza.
Así lo afirmaron expertos en el tema, quienes subrayaron que el Estado debe intervenir con políticas públicas que modifiquen el ambiente obesogénico
del país, en vez de dejar que las grandes empresas del sector se autorregulen.
Durante un foro organizado ayer por la UNAM, Gerardo Otero, investigador de la Universidad Simon Fraser, señaló que la dieta que existe mayoritariamente en el país fue generada por la liberalización comercial producto del neoliberalismo, en la cual se abandonó la producción de granos básicos en México y se impulsó el consumo de productos ultraprocesados.
En ese sentido, recalcó que la obesidad y otras enfermedades no serán erradicadas con un enfoque individualista
sobre lo que come cada persona, sino con una mirada estructural que reduzca la desigualdad y mejore la oferta de alimen-tos saludables.
Por su parte, Ruy López Ridaura, titular del Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades, coincidió en que durante muchos años hubo un debilitamiento
de las políticas de Estado para regular la alimentación, a lo cual se suma el hecho de que por precio o inmediatez muchas personas prefieren consumir produc-tos chatarra
.
Luego de enfatizar que el sobrepeso no sólo es un tema de elecciones individuales, sino que está determinado por el entorno económico general, el experto subrayó que las empresas de alimentos no se van a autorregular, sino que debe ser el Estado el que ponga límites, prohíba ciertas comidas y facilite el acceso a productos saludables.
Claudia Mesa, de los Servicios de Salud Pública de la Ciudad de México, destacó el papel de las escuelas en la reproducción de ambientes obesogénicos
, pues siguen dando a los alumnos acceso a productos ultraprocesados, lo cual desvaloriza
la salud de las niñas, niños y adolescentes.
De su lado, Simón Barquera, director del Centro de Investigación en Nutrición y Salud, destacó la utilidad de políticas como aumentar el precio de productos chatarra
para desincentivar su consumo, y llamó a concentrarse en que, sobre todo los niños, puedan tener una alimentación más saludable.