Piedras para toda colisión
“I was born in a crossfire hurricane, and I howled at my ma in the driving rain. But it’s all right now, in fact, it’s a gas. Nut it’s all right, I’m Jumpin’ Jack Flash…”
Jumpin’ Jack Flash
uando se anunció que los Rolling Stones tocarían en México en 1995, para los seguidores era como una ilusión. Pero el acto supremo del Voodoo Lounge Tour mostró a la banda en uno de los mejores momentos de su historia. Mientras lengüetazos de fuego caían sobre un escenario metálico de composición alucinante, los músicos ofrecieron un poderío todavía más energético que el que los convirtió en una banda trascendental de Gran Bretaña en los años 60. Mick Jagger, Keith Richards, Charlie Watts y Ronnie Wood, ya sin el bajista Bill Wyman, armaron una gira histórica para la música. Como otras veces, se dijo que era una gira extraordinaria, más que digna para despedirlos de la escena. Pero ellos han vuelto cada vez con nuevos discos y conciertos hasta sumar 60 años de existencia
Bad behavior
La leyenda dice que Keith Richards y Mick Jagger, ambos nacidos en 1943, coincidieron en sus primeros estudios en la infancia, dejaron de verse y se rencontraron en una estación de trenes en 1961. Tocaron juntos en una banda, paralelamente al trabajo que hacía Brian Jones por su cuenta con un pequeño grupo, hasta que los tres se reunieron para sumar a Ian Stewart, Dick Taylor y Tony Chapman a fin de fundar oficialmente a The Rolling Stones en 1962. Pronto hubo un movimiento fundamental: el reclutamiento de Charlie Watts, quien se había consolidado como baterista en la banda Blues Incorporated, de Alexis Corner.
De tocar en el Crawdaddy Club en 1963, pasaron al estudio con un primer disco (The Rolling Stones) de la mano de Andrew Loog Oldman, productor y representante, quien definió la posición de Ian Stewart, de tipo menos rebelde, aunque gran ejecutante, para que fuera el sexto Rolling Stone, como siempre fue conocido, aunque jamás estaría en la portada de ningún álbum. Stewart se mantuvo con el grupo hasta su muerte, en 1985. Andrew había trabajado antes con Los Beatles y enfocó el perfil de los Stones como la cara opuesta, casi un némesis. Con el tiempo, el Cuarteto de Liverpool hizo El sargento Pimienta y los Stones lanzaron Sus satánicas majestades, parodiando su portada. Los Beatles lanzaron Let it Be, los Stones ofrecieron Let it Bleed; más allá de la mercadotecnia de esa fabricada rivalidad, el público tomó posiciones (hasta la fecha se pregunta: ¿Beatles o Rolling Stones?
), pero entre músicos tuvieron buena relación. El disco los movió a realizar una prematura gira por Estados Unidos.
Los resultados fueron magníficos, todavía no llenaron estadios, pero conocieron y escucharon en directo a muchas de las figuras que admiraban del blues, particularmente a Bob Didley, además de gente como James Brown. Los músicos sembraron la semilla en los medios de comunicación, las radiodifusoras y el público. Esto se volvería de otra estatura con su regreso en 1964, cuando se presentaron hubo disturbios en sus espectáculos y fueron arrestados por conducta inapropiada, con Keith y Brian detenidos por posesión de drogas en 1966, lo que en realidad estableció una marca de chicos malos
. En su ingreso al Salón de la Fama en 1989, Jagger declaró: Somos premiados por 25 años de mal comportamiento
.
I Can’t Get No Satisfaction
Satisfaction, de 1965, define en gran medida el espíritu del grupo, como señala el escritor mexicano José Agustín (El hotel de los corazones rotos): (...) ciertamente, una rola fundadora y seminal, porque concentra la esencia de la contracultura, el espíritu de los que no pueden integrarse al sistema porque su naturaleza se los impide
. La protesta, la rebeldía para apartarse del molde, es parte de su lírica, es decir, de su discurso. Jumpin’ Jack Flash es considerada una canción que evoca los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial sobre territorio inglés, y muchas piezas pasan por la inconformidad social, el goce que no debe encontrar ser escindido por la ley.
Desafortunadamente, Brian se perdió en el consumo de sustancias en 1968 y quedó fuera del grupo. Aunque aparecía en las fotos publicitarias, Mick Taylor fue convocado para remplazarlo. Su salida se volvería de otro dramatismo cuando fue hallado muerto en su piscina, oficialmente por razones de intoxicación. La tremenda gira de 69 fue algo bestial y de difícil valoración. En su célebre crónica literaria Viajando con los Rolling Stones, Robert Greenfield, apunta: “Su gira de 1969 fue una aventura disparatada y caótica dirigida por aprovechados del negocio del espectáculo y puros embaucadores, con aviones que se quedaban vacíos en mitad de la noche y aterrizajes en extraños aeropuertos (…). Aun así, había en todo este caos un fondo jubiloso, la alegría de una contracultura que lograba ver al fin a un grupo a cuyos miembros reverenciaba desde hacía tiempo como héroes…”
La temible banda de los Hell Angels apuñaló a una persona mientras los Stones tocaban en el Altamont Speedway Free Festival, en 1969, y la prensa trató de comérselos (algo registrado en el documental Gimme Shelter, de Albert Maysles, David Maysles y Charlotte Zwerin; 1970) pero, en lugar de engancharse en cualquier controversia, lanzaron el album Sticky Fingers (1971), disco emblemático con una portada provocadora que diseñó Andy Warhol, y que incluía los clásicos Wild Horses y Brown Sugar. Fue una gran producción musical que los colocó como una banda consolidada. Con Jimmy Price y Bobby Keys agregaron metales, algo que con el tiempo se volvió parte de la espina dorsal de sus ejecuciones en vivo. Los saxofones nunca se retirarían de su trabajo (después llegaría Ernie Watts y muchos más), y después llegó Billy Preston en el piano, más lo que aportaba Ollie Collins en percusiones, definieron un sentido musical.
Mick Taylor se fue del grupo en 1974, lo que trajo a Ronnie Wood a la banda (espléndido guitarrista que dejó huella con Rod Stewart en Faces), con una armonía escénica y musical que lo hacía parecer un miembro fundador. Su buena relación con todos (especialmente con Ketih) y sus aportes en la guitarra, generaron el disco Black and Blue, que ofrece un estilo que persistiría en el ánimo de la banda el resto de su carrera.
La esencia de los Rolling Stones puede verse en el álbum en vivo Stripped (1995), en el que grabaron por primera vez Like a Rolling Stone, de Bob Dylan, si bien no es, como muchos creen, la canción que les dio título de guerra, sino Rolli’n Stone, de Muddy Waters, una elección de Brian Jones. Stripped representa algo que los ingleses han mantenido durante su carrera, volviendo a tocar en pequeños escenarios, sin los armados faraónicos de sus giras mundiales. Como cuando palmeaban a la primera fila en los bares londinenses, o cuando esquivaban proyectiles y ropa femenina de los primeros teatros.
Así como fue el primero en hacer un disco solista (Stone Alone, 1976), Billy Wyman fue el primero en hacer un libro biográfico que corría el telón al mundo interno de la banda. Rolling with The Stones (2002) es el título del lanzamiento editorial que anticipó las biografías de Ronnie Wood y Keith Richards. Wyman se fue sin peleas, sencillamente más interesado por su vida personal después de 30 años con los Stones. El magnífico Darryl Jones tomó su lugar y sigue ahí.
Varios de los mejores fotógrafos del mundo los han registrado en sesiones para libros, discos y medios de comunicación, como el mexicano Fernando Aceves, cuyas gráficas aparecen en libros como According to the Rolling Stones (2003). Productores como Criss Kemsey, Jimmy Miller y Eddie Kramer, cineastas como Martin Scorsese y David Fincher han contribuido en el camino de maravillas de la banda.
Viejos, viejos…
Mientras hay quien asevera con jocosidad que se les ponen los mismos tratamientos químicos que preservan a las momias egipcias o que se inyectan hormonas de primates, los miembros del grupo se divierten con las crónicas y teorías que los acercan a la eternidad. Lamentablemente, nos hay infusión, fórmula o rutina que evite la caída de la guadaña, lo que lloraron millones de fans con el deceso, en 2021, de Charlie Watts, el hombre elegante, sonriente y sin ganas de ser centro de atención que desde su batería impuso el ritmo de la banda desde su incorporación como bataco insustituible. El caballero de Sus Satánicas Majestades se fue, pero el espíritu sigue con una nueva gira, no una más, sino la que celebra las seis décadas de la banda.