Se disculpa con su secretaria por haber mostrado su escritorio
Sábado 24 de septiembre de 2022, p. 8
Con su trofeo en los pies –que no en las manos: unos tenis desgastados por una larga caminata de semanas–, el entonces dirigente opositor Andrés Manuel López Obrador llegó por primera vez al estudio del escritor Carlos Monsiváis, en la colonia Portales.
Necesitaba una mano para concluir el discurso que pronunciaría al siguiente día en el Zócalo. Al entrar al despacho de Monsi, llamó su atención la gran cantidad de libros, periódicos, documentos y fólders sobre el escritorio del anfitrión, y hasta sus gatos que, sin empacho, se deslizaban entre el amontonadero. El único que no se veía, era precisamente el escritor, que estaba como enterrado por todo aquello.
Era el inicio de los 90 y el hoy Presidente de la República encabezaba el Éxodo por la democracia, en oposición al fraude
en la elección intermedia en Tabasco. Acompañado por miles de personas, caminó de Villahermosa al Zócalo por 47 días. La víspera de la entrada a la capital, cuando la movilización descansaba en Neza, visitó al escritor, junto con el caricaturista Rafael Barajas, El Fisgón.
El tabasqueño recordó la escena en su mañanera para responder a las voces –en este caso líneas impedidas de rebasar 280 caracteres– que en Twitter criticaron el desorden de su oficina
en relación con un video que subió tras el sismo de la madrugada del jueves.
La polémica imagen se captó mientras hablaba vía telefónica con el secretario de la Defensa desde la oficina de su asistente particular, Laura González Nieto.
“No podría trabajar sin Laurita. Ella lleva conmigo, bueno, llegó jovencita… le dicto mis discursos o le digo: ‘Necesito un libro de Neruda que se llama, creo, Para nacer he nacido, donde hace mención a lo que fue el gobierno de Roosevelt; si no, es otro de relatos’. ‘Sí, sí, sí’ –le contesta ella–, y ahí va, y ahí está el libro. Entonces, por eso su despacho está así. Cuando uno escribe, cuando uno tiene mucho trabajo, pues tiene uno papeles”.
Acompañó el monólogo de aquella aventura con fotografías del cronista en medio de su anárquico despacho. Era enero de 1992.
–¿Qué has escrito? –le dijo Carlos Monsiváis.
–Pues traigo este borrador –le comentó López Obrador.
–¿Qué quieres decir?
–Quiero agradecer la solidaridad del pueblo. Porque por donde pasábamos nos daban alimentos y nos hospedaban, la gente muy cariñosa, muy fraterna.
“Escuchando música y a mano, empieza a escribir. No se veía, por (la cantidad de) papeles. Creo que no tardó ni tres minutos, cinco, y me dice: ‘Ahí está, esto te propongo’, tres, cuatro cuartillas. Esa vez casi leí el texto íntegro (en el Zócalo), no le hice modificaciones.”
Desde entonces, Monsi se volvió su corrector de estilo, salvo en una ocasión: el discurso que pronunció en la Cámara de Diputados en 2005, durante su proceso de desafuero. López Obrador lo redactó en su rancho, en Palenque, y discutió con el escritor que insistía en que no gustaría. Sí, sí va a gustar
, le replicó y cerraron el diferendo.
Pero todo esto por el escritorio de Laurita, a quien quiero muchísimo y que le ofrezco disculpas por haber dado a conocer esto.