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En Missing Foundation usábamos basura como percusión antes de saber qué era música industrial

En entrevista, Peter Missing cuenta su versión sobre un capítulo perdido y relevante de la historia de NY

Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Sábado 24 de septiembre de 2022, p. 4

Saltos temporales, operaciones mediáticas e incendios icónicos: Peter Missing, líder de los pioneros Missing Foundation, cuenta su versión sobre un capítulo perdido y relevante de la historia de Nueva York.

Algún día vendrá una lluvia a lavar la escoria de las calles, decía repetidas veces el conflictuado Travis Bickle en Taxi Driver, pero mientras el personaje central de la película de Scorsese veía en la fauna nocturna un reflejo de sus propios desórdenes, Peter Missing encontró a sus pares, que significan todo lo que vale la pena defender de una ciudad: “No me gustan las guitarras, nunca las usamos, excepto en algún sampler aislado; tampoco me interesó el punk, la mayoría de las canciones trataban sobre relaciones del tipo Joey conoció a Suzy”.

Un despertar político también fue fundamental en la historia de Peter Missing: “Cuando cursaba secundaria fui a las protestas contra la guerra de Vietnam y me parecieron inútiles; nunca me uní a una organización política y estoy activamente en contra del voto. No me gustaba el orden mundial entonces y no me gusta ahora, ni la forma en que Estados Unidos comienza guerras constantemente para ganar dinero.

En 1984 fui de viaje a Hamburgo y fundé Missing Foundation; grabamos un concierto junto a una formación muy temprana de la banda KMFDM. Estábamos usando basura como percusión antes de saber que era la música industrial.

Lo innegable es que en ese episodio conjunto entre KMFDM y Missing Foundation estuvo su forma embrionaria, un prototipo más extremo, del que luego Atari Teenage Riot y Nine Inch Nails tomarían su forma removiendo parcialmente los elementos más peligrosos.

Una constante en la historia de Missing Foundation es exceder los límites preasignados a un conjunto musical: Peter creó un símbolo compuesto por un vaso de martini dado vuelta y una A de anarquía una pirámide, originalmente visto en el Lower East Side de Manhattan. Su significado, la fiesta terminó, definió la lucha desde las casas tomadas contra la especulación inmobiliaria, en un movimiento que fue definido como antiyupi.

En el contexto de una era en la que se puso en valor el arte que unos años antes parecía patrimonio de las calles, Missing Foundation estaba en otro extremo: en 1988, titularon su álbum 1933, Your House is Mine. El salto entre Weimar y Manhattan no sólo marcó una postura indeclinable: la comparación también articuló un recurso de la ciencia ficción, en el que el pasado se superpone al presente.

El año 1988 también fue en el que Missing Foundation fue literalmente satanizada en los medios, cuando un festival de protesta en contra del toque de queda en el parque Tompkins terminó en una represión policial generalizada. Con un abundante registro de las cámaras de VHS hogareñas, las demandas civiles por brutalidad fueron tantas que cuando el fotógrafo Clayton Peterson se negó a entregar sus cintas declaró: Se trata del hermano menor vigilando al gran hermano. Missing Foundation tocó esa misma tarde, luciendo sus integrantes como interpretaciones de un Mad Max más descarnado en una función tribal matiné. Cuando tocó a los medios conservadores atacar a alguien que no fueran las fuerzas de la ley, los de Missing Foundation fueron elegidos por la cadena CBS: “Hicieron un informe lleno de falsedades en el que nos acusaron de incitar la revuelta y nos llamaron satanistas, porque eso es lo que hacían en los años 80 cuando querían descalificar a un conjunto de personas.

Fuimos un chivo expiatorio, la realidad es que, si vives en malas condiciones durante años, eventualmente te empiezas a enojar. La policía logró que todo el barrio se uniera en su contra; al final, lograron expulsar a los habitantes originales del barrio. Protesté porque era mi lugar, sabía que grupos como Sonic Youth, Swans o Talking Heads no eran nativos, ellos podían volver a otras ciudades.

El fuego fue durante esos años el elemento más determinante para Missing Foundation: La primera vez que tocamos en el CBGB no causamos ningún daño y nos quisieron pagar un dólar, así que en nuestra siguiente aparición tocamos a tal volumen que se causó un incendio. El dueño del local, Hilly Kristal, tiró nuestros elepés a la calle, así que los asistentes estaban contentos, porque se lo llevaron gratis. Los daños ocasionados fueron de 10 mil dólares y ese mismo precio pusieron por mi cabeza, pero cuando las personas contratadas para hacer el trabajo supieron con quienes me juntaba se echaron para atrás. El incendio les valió una prohibición en la mayoría de los clubes de Estados Unidos.

Aquí, el arco narrativo establecido para un conjunto musical con una historia como la de Missing Foundation indicaría un final abrupto, pero la verdad es que Peter Missing se mudó a Hamburgo y luego a Berlín, donde continúa editando discos, siendo el único integrante sobreviviente de la formación original del grupo. Este año va a grabar otro álbum en el estudio del productor Jim Walters, en Arizona: El público tiene una capacidad de atención de tres segundos, todos están ansiosos por llegar a mañana, pero no saben por qué.

Luego del 9/11, el vaso de martini dado vueltas se volvió a ver en las calles y su significado continuaba siendo el mismo: La fiesta ha terminado.