Una de las estaciones de tren más bellas está en Uelzen, Alemania
ransportarse en tren es la forma de movilidad más común en Alemania. Las empresas de autobuses no pueden competir con la cantidad de personas que la Deutsche Bahn, el sistema ferroviario, transporta a diario en el país.
Una moderna infraestructura aunada a trenes de alta velocidad que alcanzan 350 kilometros por hora son parte de las preferencias del ciudadano para dejar el auto en casa. Esto es notable en un país donde la industria automotriz es de las más importantes porque impulsan su economía. Con 83 millones de personas, se tienen registrados 67 millones de autos.
En una pequeña población del norte, Uelzen, se encuentra la que es considerada la estación de tren más bella y atractiva del país. Los calificativos exaltan la belleza y su colorida arquitectura plena de fantasía, como un castillo de cuento de hadas, en palabras de Friedensreich Hundertwasser, el artista y arquitecto austriaco a quien fue encomendada la remodelación de la terminal.
Hundertwasser (1928-2000) fue un artista visual, arquitecto y ambientalista, es considerado una de las figuras más importantes del arte contemporáneo. El compromiso ecológico parte de su filosofía en que la arquitectura ha de manifestarse en armonía con la naturaleza; se declaró contrario a las líneas rectas y estándares ya determinados.
Su arte se caracteriza por una manifiesta vitalidad multicromática, formas en que la expresión de la fantasía no tiene límites emulando las posibilidades de la naturaleza. Su incansable compromiso y lucha para vivir en armonía con ella, la protección de mares y selvas del mundo fue incansable hasta el final de sus días.
Fue consciente de las críticas de teóricos de la arquitectura en cuanto a que sólo se concentraba, a toda costa, de sobreadornar y ataviar espacios; ante esto, Hundertwasser respondía sentirse orgulloso de eso considerándose una especie de médico sanador de la arquitectura enferma
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El proyecto de remodelación de la estación de Uelzen comenzó en 1990, cuando Alemania se preparaba para la Exposición Universal de 2000, que se realizaría en Hannover, capital de Baja Sajonia. Esta nación mostraría en esa inigualable ocasión su mejor imagen al mundo, la idea era no sólo concentrarla en la capital, donde se encontraban los pabellones de todo el mundo, sino tener atractivos proyectos que contribuyeran a este objetivo.
Especialmente notables son las coloridas y curvilíneas columnas, que según testimonios de muchos visitantes, invitan a acercarse y abrazarlas. Al respecto, el artista austriaco manifestó que rodearlas con los brazos se puede equiparar a la sensación de bienestar que se experimenta cuando se abraza un árbol.
Bellas esferas de metal doradas coronan las columnas, los pisos y todas las paredes son superficies onduladas cubiertas con miles de pequeños mosaicos; cada esquina es también de una forma redondeada y remata con una enorme cúpula de cristal.
La estación es relativamente pequeña si se considera la importancia del sistema ferroviario alemán, pero el atractivo turístico en que se ha convertido no tiene comparación en todo el país.
Alia Lira Hartmann, corresponsal