egún se sabe, San Sebastián está celebrando su septuagésima edición. Ciertamente el camino del festival donostiarra ha sido interesante, si recordamos sus inicios en la época franquista cuando se premiaba a las películas con mayores valores cristianos, o algo así. La época moderna del festival vino a mediados de los 80, cuando lo comenzó a dirigir el crítico Diego Galán, quien sentó las bases para una estructura atractiva que se mantiene hoy en día, bajo la guía de José Luis Rebordinos, quien dirige el certamen desde 2011.
La que fungió de aguafiestas fue la actriz estadunidense Glenn Close, pues se supone que iba a desempeñarse como presidenta del jurado, pero canceló su visita a última hora aduciendo la enfermedad de algún familiar. Ella se lo pierde.
La sección oficial abrió de manera correcta y fuera de concurso con la película española Modelo 77, del sevillano Alberto Rodríguez. Quien fuera el autor de esa notable película negra, La isla mínima (2014, nunca estrenada en México, aunque ha pasado por Canal 22), ahora ha realizado un sobrio drama carcelario. Basada en hechos reales, la narrativa se centra en el joven Manuel (Miguel Herrán) apresado por estafa en la cárcel Modelo de Barcelona, poco tiempo después de la muerte de Franco.
Como ya se respiran aires de democracia, los presos demandan una amnistía general, organizados bajo la Coordinadora de Presos en Lucha (Copel). Manuel es uno de los más activos en esa protesta, por lo que es reprimido con castigos brutales. Su compañero de celda, Pino (el camaleónico Javier Gutiérrez), es más flemático y se mantiene aislado del movimiento hasta que las circunstancias lo obligan a participar. A lo largo de tres años, mucho hace el sistema para evitar las revueltas y la estrategia involucra promesas falsas y más represión. Finalmente, los dos reos deciden salir de prisión por la forma usual, lo que uno se pregunta es por qué no lo hicieron desde el principio.
Rodríguez es un narrador eficiente y mantiene el interés de su relato a pesar de tener cierto aspecto reiterativo. Aunque inferior a anteriores ejemplos españoles del género – Celda 211 (Daniel Monzón, 2009), El proceso de Burgos (Imanol Uribe, 1979)– Modelo 77 recibió una fuerte ovación en su función matinal.
La primera concursante del día, la estadunidense Runner ( Corredora), de la debutante Marian Mathias, se inscribe en el estilo gótico americano para narrar la historia de una chica de 18 años, apodada Haas (corredora en alemán, informan en los diálogos), cuyo padre ha muerto accidentalmente dejándola sola y sin hogar. El encuentro fortuito con el joven Will abre una posibilidad de compañía.
Con imágenes que parecen inspiradas por el cuadro El mundo de Christina, de Andrew Wyeth, la película se mantiene en tonos apagados. En interiores, los personajes sólo son iluminados por la luz que se filtra por las ventanas (nadie utiliza la eléctrica), la acción parece transcurrir en los años 60 y los diálogos son banales. El relato es muy pequeño y Runner acaba siendo, en consecuencia, insignificante y olvidable.
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