n esta época vertiginosa, la velocidad de los acontecimientos nos rebasa. La capacidad de cualquier persona para leer, analizar a fondo y formarse una opinión objetiva de los eventos es insuficiente. Todos los temas son importantes, sin embargo, las prioridades siguen siendo las mismas que hace años. En el panorama internacional es abrumadora la serie de conflictos que surgen por la falta de recursos energéticos, gas, gasolinas, petroquímicos y otros derivados de hidrocarburos.
Los alimentos y el agua son imprescindibles, son pocos los países a los que no les afecta del todo la escasez de estos insumos. Ya no existen las naciones aisladas totalmente. La globalización nos ha alcanzado, voluntaria o involuntariamente.
En los pocos países donde se están llevando a cabo los vitales y urgentes cambios políticos a favor de una renovación social y económica, está la idea de recuperar la soberanía alimentaria, la energética, el acceso al agua, así como el derecho a la paz y a la seguridad social. Y, por supuesto, para la clase empresarial, soltar la industrialización de alimentos y agua sería una pérdida para sus negocios.
Estamos entrando a la segunda década del siglo XXI, y al parecer los seguidores de las economías de guerra, sobre la que siguen apostándolo todo, no se han dado cuenta –y cuando lo hagan no lo aceptarán tampoco– de que ya no hay espacio para la economía de la depredación.
El capítulo bélico de Ucrania, o más bien, de Estados Unidos y compinches europeos que apoyan todas las sanciones en contra de Rusia, continúa respaldando a un gobierno que llegó al poder por la complicidad de los neonazis. Ya no recuerdan los crímenes cometidos por las fuerzas fascistas que llevaron a la oficina presidencial al candidato inexperto en política.
Hoy, el presidente es Volodymir Oleksándrovich Zelensky, un comediante iluso que en menos de cuatro años se ha metido en un grave problema. No sabe cómo salir de esa guerra inventada. Ni los grupos neonazis lo salvarán.
Acertadamente, expertos en el área de la geopolítica han opinado que Rusia no está en guerra contra Ucrania, está en contra de las fuerzas nazis que han tomado el poder en esa ex república de la ex Unión Soviética y en contra de que Rusia se enfrente permanentemente, en esa frontera, para que esos grupos neonazis no entren a territorio ruso.
El punto central, además de insistir en el alto a las guerras inventadas por los hegemonistas, es la unión de fuerzas pacifistas, ambientalistas, progresistas, partidos políticos, sindicatos y demás grupos a favor de la defensa de la Tierra para acelerar el paso hacia una transición pacífica energética y económica.
La fuga de recursos monetarios y el agotamiento próximo de recursos naturales, son el altísimo precio de esas guerras de baja intensidad y, en general, de todo tipo de guerras. Cualquier decisión que tome algún país poseedor y proveedor de energéticos, repercute prácticamente en todo el mundo.
Volvamos a las prioridades: alimentos, agua potable y de riego, recuperación, cuidado, rehabilitación del suelo fértil y disponibilidad de energéticos, para cualquier país, sea cual sea su cultura, tamaño territorial y poblacional, sin importar su ubicación o su productividad industrial.
Ante las deficiencias administrativas y el rezago de décadas atrás, la lucha sindical se ha reactivado, aunque nunca ha dejado de actuar. Por un lado, es positivo y muy necesario para la reorganización y democratización de los sindicatos, lo importante es que se fortalezcan.
Hace falta una mayor participación de las bases laborales, tanto en el análisis de las propuestas como en tratados o convenios comerciales que los gobiernos impulsan. Todavía son los líderes y las autoridades competentes quienes deciden. Y, no es que esto sea ilegal, sino sigue en evidencia la falta de educación sindical. La palabra obrera debe tener mayor participación y mayor peso. Son, precisamente, la mayoría trabajadora, quienes llevan a cabo la parte operativa de esos tratados comerciales.
El siguiente párrafo es un ejemplo de que no se ha entendido esta nueva práctica sobre tratados comerciales. Es también una muestra de que la clase empresarial y sus brazos armados
, es decir, los medios de comunicación, los espacios de propaganda y líderes de opinión
siguen sometiéndonos.
“Presidencia minimiza queja de EU ante el T-MEC en materia energética:
El presidente afirmó que no recibió reclamos del gobierno de EU en su reciente visita a Washington y acusó a empresas mexicanas de promover la solicitud de consultas; el CCE se mantendrá expectante del proceso, mientras que la Concamin urgió al gobierno a actuar para evitar represalias comerciales.