a reforma educativa de Carlos Salinas de Gortari, en 1992, llevó a la creación del Programa para la Modernización Educativa (PME), publicada en el Diario Oficial de la Federación el 19 de mayo (Federación, 1992). Esto conllevó a la implementación de un modelo vascoiniano (escuela tecnócrata) que implantó formas de relación colonialistas-capitalistas. Los grandes tecnócratas en México, Pedro Aspe, Carlos Salinas, Héctor Aguilar Camín, etcétera, anhelaban el modelo chileno, como lo retrata la revista Letras Libres, número 105, Chile, el modelo a seguir
. El neoliberalismo era la nueva forma de entrar al primer mundo
y Salinas tenía la solución en la apertura de mercado como había pasado en el país andino. Abanderando el discurso de que México estaba listo para entrar al primer mundo, se propuso un Plan Nacional de Desarrollo (1988-94): El cambio es, también, inevitable. México y las demás naciones están interrelacionadas: los cambios en una parte del mundo o en un área de la vida internacional tienen efectos directos en la vida interna de todos los demás. Las transformaciones mundiales son ahora... Estas transformaciones nos afectan directamente. No podemos sustraernos a su impacto. Suponerlo sería tanto como invitar a que nos impongan el cambio, padecer sus efectos negativos y perder la oportunidad de aprovechar sus beneficios potenciales
(Federal, 1993).
Esta urgencia por modernizar todo lo antiguo generó la transformación urgente del sistema educativo, creando conflictos magisteriales; siendo la Descentralización Educativa uno de los más lamentables episodios para el magisterio, una propuesta que no pudo implementar Manuel Bartlett y que culminó Zedillo Ponce de León para después ser presidente de México, todo esto dentro de un ambiente de nuevos paradigmas como ciencia, razón y progreso.
En paralelo a la modernización curricular se creaban programas emergentes para las materias de español y matemáticas, siendo matemáticas una de las asignaturas con cambios más bruscos: En la enseñanza de la materia se desechará el enfoque de la lógica matemática, también introducido hace casi 20 años
(Federación, 1992). Para la nueva materia de historia, serían Héctor Aguilar Camín y Enrique Flores Mayet los encargados de producir el libro de texto. La propuesta del PME fue: Se ha estimado conveniente subsanar el insuficiente conocimiento de historia nacional de los alumnos, impartiendo durante el próximo año lectivo cursos de historia de México para los grados cuarto, quinto y sexto. Por tanto, se ha considerado indispensable preparar y distribuir, ya para el año 1992-93, dos nuevos libros de historia de México, uno para cuarto grado y otro para los grados quinto y sexto, en virtud de que los libros de texto de ciencias sociales hasta ahora vigentes son inadecuados para el logro de los propósitos que se procuran. Para la redacción de estos libros se ha obtenido la colaboración de distinguidos historiadores del país, quienes, junto con un equipo de maestros y diseñadores, trabajan en una obra de alta calidad científica, pedagógica y editorial. Esta iniciativa exigirá la edición y distribución gratuita de 6.5 millones de volúmenes adicionales
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Desde sus inicios crearon malestar en la población académica los nuevos libros, como cita el propio Aguilar Camín, en su repuesta a las críticas sobre los mismos: “Rápidamente, desde los primeros días del debate, diversos voceros del PRD –cuyo lenguaje mezcla mitologías tipo Revolución mexicana y jerga antigubernamental tipo izquierda de los 60– acuñaron un pequeño y eficaz repertorio de imágenes sobre los libros de texto, imágenes que se volvieron verdades instantáneas en cierto sector de la opinión pública. La primera y más exitosa de tales imágenes fue que los libros de texto recogían una historia escrita para glorificar al gobierno salinista, un gobierno ‘entreguista’, ‘pronorteamericano’ y ‘antipopular’, como según el PRD es, desde luego, el gobierno de Salinas”. (Camín, 2022) Esta critica venía fundada por el acercamiento del autor hacia la teoría tecnócrata. La selección directa de temas como parte de un currículo oculto que buscaba influir en los modos de pensar y de relación. Dejando de lado los saberes locales, se buscaba que la educación estuviera al servicio de los intereses mercantiles: Una buena educación básica genera niveles más altos de empleo bien remunerado, mayor productividad agrícola industrial y mejores condiciones generales de alimentación y de salud, y actitudes cívicas más positivas y solidarias
(Oficial, 1992).
Al Estado al servicio de los intereses económicos no le interesaba el bienestar social, buscaba fuerzas de trabajo, haciendo olvidar a la población su historia. Esto se refleja en la desaparición casi total de la existencia de las culturas originarias en el libro propuesto para el PME. El uso de adjetivos como precarización
(Oficial, 1992) con los que se pretendió describir la situación educativa buscaban crear una opinión social que necesitábamos urgentemente la modernización, y está empezaba con la desaparición de sucesos históricos trascendentes para entender la realidad actual, como las matanzas mayas perpetradas por Porfirio Diaz en 1887, encubiertas por el subtema dentro del libro Prosperidad Porfiriana
(p. 56). Este agujero en la memoria representa un acto de violencia histórica, que responde a uno de los puntos medulares de Vasconi, el ahistoricismo
, crear un modelo histórico que pueda abonar a la historia universal, señalándola como única.
* Maestro