Entretenimiento y crisis de opiáceos en Estados Unidos
zark, la exitosa serie de Netflix, no es un nombre inventado, sino un embalse del río Osage, en Misuri, Estados Unidos, pero la produjeron en dos santuarios naturales: los lagos Lanier y Allatoona, en Georgia.
La serie muestra los mecanismos utilizados en el vecino país para lavar el dinero del narcotráfico. En este caso el de la importación de heroína y cocaína desde México.
En la cuarta temporada se detalla el papel de las farmacéuticas en el alarmante aumento de consumidores de opiáceos y otras drogas vía los productos que elaboran, y cómo una poderosa empresa de fármacos se liga con los cárteles de la droga para surtirse de las materias prima que requiere para sus productos. En paralelo se hace de buena fama pública destinando parte de sus ganancias a fundaciones que atienden a los adictos.
Lo que se cuenta en Ozark lo confirma el último informe del Centro de Control y Prevención de Enfermedades del vecino país: el año pasado aumentó de manera alarmante el uso de opioides, especialmente de una droga sintética, el fentanilo, 50 veces más potente que la heroína. A su consumo se atribuye 66 por ciento de muertes por sobredosis.
En el informe también se señala un aumento en el consumo de metanfetaminas. Esas dos sustancias fueron responsables, el año pasado, de la muerte de casi 108 mil personas por consumirlas accidentalmente
, en exceso. Por el fentalino murieron más personas que por armas de fuego y accidentes de coche.Este siglo el número de víctimas supera el millón.
También una miniserie que transmite Disney+: Dopesick: historia de una adicción, aborda el uso y abuso de opiáceos medicinales fomentado por las farmacéuticas, en este caso, de la trasnacional Purdue Pharma, que elaboró un medicamento opiáceo: OxyContin. Decía que no generaba adicción. Afectó a miles de personas en Estados Unidos.
Además, la película Crisis, que se estrenó el año pasado, dirigida por Nicholas Jarecki, muestra, mediante tres historias, el mundo de los cárteles que introducen opiáceos al vecino país y a Canadá, así como los efectos nocivos del OxyContin y la complicidad gubermental con Purdue Pharma.
Hace medio siglo, Richard Nixon, entonces presidente de Estados Unidos, declaró una guerra contra las drogas. Incluyó a los que las producían y las exportaban especialmente desde Latinoamérica. Es un rotundo fracaso. Deja violencia y millones de víctimas en los países productores y en los consumidores de la declinante potencia mundial.