La travesía de vida fue relatada en una exposición profundamente personal, construida desde la investigación histórica y la imaginación de Vicente Rojo como homenaje a su padre y al exilio español republicano.

Vicente Rojo: 80 años después se inauguró en la ciudad de Monterrey unas horas antes del anuncio de la muerte del pintor, escultor y diseñador gráfico, quien grabó un video apenas el pasado fin de semana para hablar sobre la muestra en la feria universitaria del libro UANLeer 2021. Estoy presente con todo mi corazón, expresó durante este último mensaje, el cual hicieron público el jueves pasado.

El artista aparece sentado, rodeado por la hojarasca de un jardín y el recuerdo de la travesía que hizo su padre en 1939. Su intención fue inventar un cuaderno de viaje a bordo del barco Ipanema, como si fuera su padre quien lo escribe, así relata en el video mientras mueve las manos entrelazadas sobre su regazo. Vicente Rojo prácticamente conoció a Francisco Rojo cuando pudo llegar a México en 1949; lo había dejado de ver a los siete años.

No le gustaba mucho hablar del viaje ni de la guerra, obviamente, dura para él y para la familia, dice en la filmación de cuatro minutos.

El pasaporte de Francisco Rojo, una maleta con la foto de su esposa Teresita y la imagen del general Lázaro Cárdenas son parte de las visiones que se unen al imaginario en la narrativa visual de los cuadros reconstruidos con texturas, materiales y color: una lluvia de estrellas, el amanecer en altamar, al azul del océano Atlántico y el faro de Campeche que anuncia México a la vista.

Montaje en El Colegio Nacional

La muestra Vicente Rojo: 80 años después. Cuaderno de viaje de Francisco Rojo Lluch en el vapor Ipanema: Burdeos-Veracruz, junio-julio de 1939 se inauguró originalmente en El Colegio Nacional, para conmemorar los 80 años de la llegada de gran cantidad de refugiados españoles. Entre ellos, el padre de Vicente Rojo.

Desde el primer día vi una luz hermosa, imagen que forma parte de los recuerdos del artista de cuando llegó a México, después de 10 años de vivir bajo el franquismo. Junto a la brillante evocación en el puerto y el rencuentro con su padre, también había la inquietud de ver a su hijo con una vocación artística, quería aprender a pintar.

En diciembre pasado participó en una conversación organizada por el órgano colegiado del que era parte desde 1994. Ese día mencionó que no emprendió ningún trabajo en el que no haya sido extraordinariamente acompañado por respeto, cariño y enorme libertad.

La sala de exposiciones en el Colegio Civil de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) mantiene entre sus muros los 34 cuadros en pequeño formato a la espera de la visita presencial del público. Mientras tanto, en la página de la UANLeer se instaló una exposición virtual con las obras.

Como parte de la feria del libro se presentará el catálogo el 23 de abril a las 18 horas, en las redes sociales de El Colegio Nacional y de Cultura UANL.