Jueves 10 de diciembre de 2020, p. a12
París. El árbitro rumano Sebastian Coltescu, centro de un gran escándalo tras sus palabras racistas contra el ex jugador Pierre Webó en el partido de Champions entre el París Saint Germain (PSG) y el Basaksehir, ha tenido un recorrido marcado por varias sanciones.
Es el negro, mira a ver quién es
: estas palabras dirigidas por Coltescu, cuarto árbitro, a su compatriota Ovidiu Hategan, juez principal, desencadenaron una tormenta que amenaza con poner fin a su carrera internacional.
Sólo trato de ser bueno. No voy a leer ningún sitio de prensa estos días. ¡Cualquiera que me conozca sabe que no soy racista! Al menos, eso espero
, aseguró Coltescu a sus allegados en declaraciones al portal rumano ProSport.
Este ingeniero de formación, nacido en 1977 en Craiova, al sur de Rumania, jugó brevemente como mediocampista en la segunda división, antes de empezar en 1996 como árbitro y saltar a la primera división en 2003 para conseguir tres años más tarde su gafete FIFA.
No obstante, fue relegado en 2007 a la segunda división tras unos graves errores
cometidos en un partido de la liga rumana. Según la prensa local, negó dos penales a un equipo y se mostró demasiado clemente hacia los jugadores rivales. Afectado por esta sanción, Coltescu intentó suicidarse un año más tarde, afirmaron en ese entonces los medios, mientras varios compañeros consideraban que era víctima
de un sistema que lo empujó al borde de la desesperación
.
Coltescu retornó a los campos de primera división, pero en 2015 recibió otra sanción por varias fallas, como anular tres goles al Steaua de Bucarest. La Comisión Central de Árbitros (CCA), sin embargo, levantó pronto el castigo, ya que la UEFA lo eligió para arbitrar un partido internacional juvenil.
Pese a estos altibajos, Coltescu es el tercer árbitro de Rumania con más partidos dirigidos (309), pero ahora su carrera es incierta. Es la página más vergonzosa de la historia del arbitraje rumano
, dijo Ion Craciunescu, de 70 años, uno de los grandes colegiados del país europeo.
Los incidentes racistas en los estadios de futbol, que en su mayoría conciernen a los espectadores, apenas desembocan en duras sanciones pese a la indignación que levantan, aunque no han alcanzado el eco del caso entre Coltescu y Webó.
El Villarreal recibió en 2014 una multa de 12 mil euros por el lanzamiento de una banana en dirección al defensa brasileño Dani Alves, quien entonces jugaba en el Barcelona y reaccionó comiéndose esa fruta. Pierre-Emerick Aubameyang, atacante gabonés del Arsenal, también sufrió en 2018 el mismo ataque en un partido contra el Tottenham.
John Terry, defensa del Chelsea, fue suspendido en 2012 por cuatro partidos y recibió una multa de 220 mil libras (270 mil euros) por insultos a Anton Ferdinand, jugador del Queens Park Rangers. Sin embargo, la Federación Inglesa descartó cualquier sospecha de racismo.
Uno de los episodios más recientes fue en septiembre, cuando Nyemar acusó al zaguero del Olimpique de Marsella Álvaro González de llamarle mono
. En la polémica, el propio brasileño también fue señalado de lanzar insultos racistas al japonés Hiroki Sakai. Después de una investigación de la liga francesa, no se aplicó ninguna sanción disciplinaria.