Resulta superior en 800% respecto de la cosecha a cielo abierto, afirman investigadores
Sábado 7 de noviembre de 2020, p. 30
En el país aún la producción de jitomate orgánico en invernadero es incipiente, pero representa una oportunidad para los pequeños y medianos agricultores, en especial en la región centro del país, quienes con tecnología y métodos de cultivo adecuados pueden lograr una tasa de rentabilidad anual superior al 25 por ciento. Investigadores del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (Inifap), Sergio Ramírez Rojas y Jorge Vázquez Alvarado, trabajan en el Campo Experimental Zacatepec, Morelos, en el desarrollo de tecnologías y sistemas de cultivo para hacer más eficiente la producción de jitomate orgánico y tener tasas de rentabilidad superiores a las que se obtienen actualmente.
La producción de jitomate en invernadero es más atractiva para los productores por su alto rendimiento, en México. En 2018, fue de 327 toneladas por hectárea contra 43.4 a cielo abierto, es decir casi 800 por ciento más.
En la búsqueda de una forma de cultivo más saludable, sustentable y para aprovechar el sobreprecio de mercado, la producción orgánica de esta hortaliza en invernadero pasó de poco más de 36 mil toneladas en 2015 a 44 mil 780 toneladas en 2018, es decir, en cuatro años la producción creció 24.3 por ciento.
Ramírez Rojas expuso que no obstante que los productores morelenses tienen cerca los centros de consumo para del jitomate orgánico, su cultivo aún es incipiente por la falta de organización de los productores para la producción y comercialización; así como la escasa conciencia ecológica; nula promoción de mercados locales; falta de estímulos gubernamentales y escasa oferta tecnológica
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En 2019, Ramírez Rojas y Vázquez Alvarado establecieron un experimentos en un invernadero de 500 metros cuadrados en el Campo Experimental Zacatepec donde evaluaron tres tratamientos orgánicos: el primero con citoquinina, que es un inductor de la producción; el segundo con biofertilizantes, hongos y bacterias que aumentan la absorción de nutriente y fijan nitrógeno y el tercero un producto llamado comercialmente turbo–reactor, el que contribuye al desarrollo radicular, da tolerancia al ataque de nemátodos y hongos. Todos estos métodos mejoran el rendimiento y calidad del fruto, afirmaron los investigadores