a Rayuela del pasado lunes, desde su espacio habitual en la contraportada del diario, se cuestionó algo así… En estos momentos tan críticos y dolorosos para el país, una se pregunta: ¿Dónde está la UNAM?
Y se me ocurre que la respuesta es simple: desde el inicio de la epidemia, la UNAM ha estado, está y estará trabajando en todos los ámbitos, por el bien de México y de los mexicanos.
Aunque semejante respuesta pudiera parecer un tanto exagerada o hasta romántica, lo cierto es que el postulado forma parte de la misión de la Universidad y de su compromiso irreductible con la nación. Y ha cumplido.
A lo largo de estos dolorosos y difíciles meses, la UNAM no se ha detenido. Desde finales de marzo, cuando la pandemia obligó al confinamiento de los universitarios, esa casa de estudios ha sumado su conocimiento y capacidades a los esfuerzos realizados por diferentes instituciones para contener la propagación del virus.
Ante el distanciamiento social, la Universidad ha llevado a cabo una serie de medidas en prácticamente todos los ámbitos del conocimiento y ha sumado esfuerzos para conocer y entender científicamente la dinámica de esta inédita pandemia, la primera gran crisis mundial del siglo XXI. Lo mismo en asesoría a instituciones de gobierno o en investigación biomédica, que en el diseño de equipos y dispositivos médicos, o en atención sicológica, económica, jurídica y de género, a miles de universitarios, así como de mexicanos.
Las actividades emprendidas en los ámbitos educativo y cultural han estado dirigidas no sólo a la comunidad universitaria, sino a toda la sociedad. Esta oferta educativa es la más amplia que institución alguna ha brindado en el país y la actividad cultural ha registrado un crecimiento explosivo, con un alcance en redes sociales de 12 millones de personas, lo que favorece la salud mental en estos momentos críticos.
Un problema que ha merecido particular atención de especialistas de la Universidad es el de las violencias de género e intrafamiliar –ya de por sí graves– que se han visto exacerbadas por las condiciones de encierro y hacinamiento.
Pero tal vez el principal tema al que la Universidad ha tenido que enfrentarse es el de la desigualdad, a la situación de pobreza en que vive la mayoría de sus estudiantes. Llevar la educación a distancia a sus hogares le ha significado a la institución un reto formidable. Siete de cada 10 alumnos no cuentan con una computadora propia en casa o con un servicio de Internet apropiado para seguir sus clases. Muchos de ellos no tienen ni equipo ni acceso a Internet.
Ante esto, la casa de estudios puso en operación cinco centros de cómputo, llamados PCPUMA, en instalaciones universitarias ubicadas en diferentes puntos de la zona metropolitana, en los que ofrece alrededor de mil computadoras con Internet para todos aquellos estudiantes o docentes que deseen llevar a cabo desde ahí sus actividades académicas. También adquirió más de 20 mil tabletas que entregará, en préstamo, a los estudiantes más necesitados. Al mismo tiempo ha capacitado a más de 12 mil profesores que así lo han requerido en el mejor uso y aprovechamiento de las plataformas digitales para las clases a distancia.
A continuación me referiré, en una apretadísima síntesis, a aquellos asuntos que considero de la mayor relevancia.
Desde marzo, la Comisión Universitaria para la Atención de la Emergencia del Coronavirus, conformada por médicos de primer nivel, ha generado propuestas y lineamientos para evitar la propagación del virus. Se mantiene en operación, desde los primeros días de la epidemia, el Centro de Diagnóstico Covid-19, que ha brindado servicio integral de diagnóstico a miles de personas.
Ha desarrollado nuevas herramientas de diagnóstico de la enfermedad, incluyendo biosensores y plataformas para producir vacunas.
Expertos trabajan en la obtención de la vacuna… y hay avances.
Participa en la transportación de las muestras biológicas del virus.
Ha diseñado insumos médicos y dispositivos como ventiladores o respiradores artificiales, así como piezas para reparación de equipos.
Ha entregado más de medio millón de kits de protección para médicos residentes y enfermeras que colaboran en centros de salud del país.
Sus médicos dirigen y operan la Unidad Temporal Hospitalaria Covid-19, instalada en el Centro City Banamex y, además, opera la plataforma de información geográfica sobre Covid-19, que incluye información estadística de toda la nación en tiempo real y un índice de vulnerabilidad por estados y municipios.
Puso en marcha el Observatorio Jurídico de la Pandemia, para orientar a la ciudadanía sobre problemas legales originados por el Covid-19. Entró en operación el campus virtual, con más de 20 mil aulas virtuales, con todos los recursos educativos disponibles.
Las acciones pueden contarse por cientos. Esta muy reducida enunciación es apenas una minúscula muestra del abanico y profundidad del quehacer de la UNAM en la pandemia. Las y los miles de profesionales universitarios encarnan el esfuerzo, el compromiso y la mística de la Universidad de la nación, que está en todas partes. Por eso me parece que la próxima vez cabría preguntarse mejor ¿dónde no está la UNAM?