uego de medio siglo de permitir que los ríos Atoyac-Zahuapan, Alseseca y Chinguiños sean basurero de 23 poblaciones de Puebla y 47 de Tlaxcala, y destino de los residuos de numerosas industrias; de prohijar que esas corrientes hídricas convirtieran la presa Valsequillo en un muladar, varias dependencias del gobierno federal y las de las citadas entidades anunciaron un programa para regresar la calidad ambiental a la contaminada cuenca del Atoyac-Zahuapan, de lo cual di cuenta el lunes pasado.
Como un primer paso, las instancias oficiales se comprometen a clausurar las empresas que no controlen sus desechos. Se supone que igualmente a que las aguas negras de 70 centros urbanos terminen en el Atoyac y otros ríos de la región. Según declaraciones de los funcionarios responsables del programa, esperan que éste sirva de ejemplo para resolver la contaminación que impera en otras cuencas hidrográficas del país. En el caso que nos ocupa, las autoridades anteriores no actuaron como ordena la ley debido a los intereses privados y la corrupción. Lo han denunciado siempre los grupos ambientalistas, como Dale la Cara al Atoyac. Hasta realizaron con pobladores de las zonas afectadas un toxitour por la cuenca del citado río a fin de mostrar por qué es una fuente de muerte
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No es la primera vez que se anuncian programas integrales para solucionar el añejo problema. Cuando gobernaba Puebla Melquíades Morales (1999-2005), destacados especialistas elaboraron un proyecto que contó con el aval del Banco Interamericano de Desarrollo. Contemplaba sanear Valsequillo y sus ríos alimentadores (el Atoyac y el Alseseca); controlar las descargas de los asentamientos irregulares cercanos y alentar un desarrollo socio-económico sostenible. En especial para beneficiar a las familias campesinas afectadas por el grave daño causado al medio.
Y es que como fruto de una industrialización y urbanización caótica y dispersa que demanda más agua y suelo para uso habitacional y comercial, desaparecieron extensas áreas agrícolas y forestales que permitían la recarga de los acuíferos locales. Es lo que sucede en torno a Valsequillo. Centenas de inmigrantes ocuparon los terrenos aledaños a la presa, mientras en la zona sur y oriente la agricultura de temporal sobre suelos muy pendientes y delgados y la cría de caprinos, originó erosión, desertización y baja productividad. Ante la falta de empleo, Valsequillo se convirtió en exportadora de mano de obra joven que trabaja sin documentos en Estados Unidos. Si el agua de la presa estuviera limpia, serviría para establecer una agricultura de riego con alta demanda de empleo y sacaría de la pobreza a miles de familias.
El citado proyecto también incluía aprovechar la belleza del embalse y la majestuosidad de los volcanes cercanos (el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl), para establecer hoteles de diversa categoría, atracciones acuáticas, áreas deportivas, restaurantes, comercios y zonas residenciales. La plusvalía generada permitiría crear miles de empleos locales y dotar de servicios a las zonas que carecen de servicios básicos. El proyecto mencionado exigía la participación muy transparente, sin fuga de recursos por corrupción, de las instancias oficiales estatales, federales y locales; de la iniciativa privada; de la población que vive en las áreas que circundan el embalse, y del equipo técnico que lo elaboró.
El proyecto lo heredó el sucesor de Morales, Mario Marín, el góber precioso, involucrado en los abusos cometidos contra Lydia Cacho. No lo llevó adelante pero fueron claras las intenciones de algunos funcionarios estatales de sumarlo a sus aspiraciones políticas y lograr beneficios vía la compra y venta de terrenos para los programas turísticos e inmobiliarios. Fue el caso del que luego sería gobernador: Rafael Moreno Valle.
Se desconoce de dónde saldrán los recursos monetarios necesarios para llevar a buen término el nuevo programa. Tampoco, si los habrá para sanear las otras cuencas hidrográficas al igual que la presa Valsequillo. Mas sí se sabe que para la recuperación ambiental, económica y social de la región, debe existir la participación efectiva de los actores involucrados y anteponer los intereses de la población a los del gran capital, los negocios turbios y la política. De lo contrario, será otro fallido intento de resolver un problema que requiere atención urgente.