Viernes 30 de octubre de 2020, p. 3
El pintor Arturo Rivera, fallecido este jueves, aportó mucho a la pintura contemporánea y dignificó el dibujo, así como la pintura figurativa y realista a escala internacional. Su universo pictórico va más allá del denominado hiperrealismo. Era un gran artista, íntegro y culto, que amaba la vida y respetaba a la muerte, entre cuyas preocupaciones estaba cómo manifestar la esencia de lo humano, en su más cruda realidad y, al mismo tiempo en su más poética esencia, expresaron colegas que lo conocieron y que en distintas etapas de su trayectoria mantuvieron con él una cercana amistad.
Para el pintor Marco Zamudio, quien en 1995 fue asistente del maestro Rivera, su trabajo y obra “es única e influyó a muchísimos pintores. Fue un creador muy honesto y coherente en lo que hacía, pictóricamente hablando. Era un artista muy culto que conocía mucho de pintura. Un dibujante excelso que aportó mucho y dignificó el dibujo y la pintura realista y figurativa.
“En un mundo globalizado lleno de arte objeto y conceptual, supo remar a contracorriente. Era un pintor que decía que había que leer mucho y escuchar mucha música, para que el mundo que uno trae dentro empezara a emerger, además de trabajar en la introyección e introspección personal antes de pintar cuadro y encontrarse con el mundo interno para después explorarlo en un lienzo.
“El mundo de Arturo Rivera va más allá del denominado hiperrealismo. Rivera tiene un autorretrato titulado Los ejercicios de la buena muerte, en el que alude a cuando le pararon el corazón para destapar una arteria y con una máquina lo echaron de nuevo a andar. Rivera no tenía miedo a morir, pero decía que sí respetaba a la muerte, porque sólo ella nos podía hacer sentir lo mucho que es estar vivo. Su pintura es un eclecticismo de mundos extraños. A partir de la introyección y los miedos que sentimos, decía, es como nos podemos liberar, a manera de exorcismo.
Un cuadro es una especie de exorcismo que tenemos dentro; en el caso de Arturo Rivera es evidente, como bien ha dicho el también maestro y poeta Eduardo Lizalde: la belleza de lo terrible se encuentra en la obra de Arturo Rivera.
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Imágenes que se desbordan
Pascual Borzelli, fotógrafo: “Retraté a Arturo de 2006 a la fecha. La última foto se la tomé en enero pasado leyendo el periódico en un café ubicado en Michoacán y Vicente Suárez, en la Condesa. Nos conocimos en un café en la misma colonia. Pedí retratarlo y aceptó. Le sacaba fotos en los cafés, en su casa, luego en su estudio, pintando. No permitía que nadie lo retratara de esa manera. Era muy creativo, exigente consigo mismo y con sus amigos, comprometido con la pintura. En su momento, el entonces Consejo Nacional para la Cultura y las Artes imprimió un libro de su obra; sin embargo, él prohibió que saliera porque estaban alterados los colores de sus pinturas. Pidió que le respetaran sus derechos de autor. Arturo ilustró Amar a Mara, libro de poemas de Juan Gelman. Primero, hizo dibujos para la edición, luego los cambió por pinturas. Se consideraba de la generación de Alberto Castro Leñero y Gabriel Macotela”.
Saúl Kaminer, pintor: “Es una gran pena, porque perdemos a un gran pintor. Un artista singular que supo labrar un camino propio. Arturo es alguien que tuvo un recorrido con mucha profundidad. Muchas veces pensó exponer en Alemania. Como amigos platicamos mucho, en los cafés de la colonia Condesa. Siempre tenía una preocupación pictórica, cómo lograr sus profundidades y atmósferas, cómo manifestar la esencia de lo humano, en su más cruda realidad, y al mismo tiempo en su más poética esencia. La pintura de Arturo no se queda sólo en la narrativa de la misma, sino que va más allá; es decir, uno no se queda en el qué quiere decir, sino que las imágenes se desbordan a profundidades infinitas.
Siempre tuvo un carácter muy difícil, porque parecía estar en pelea consigo mismo. Entre nosotros siempre hubo camaradería y afecto. Pero tenía una especie de desgarramiento interior muy a flor de piel, y no sabemos qué hubiera pasado si no hubiese sido pintor. Eso lo hacía a la vez muy noble, y también muy duro y difícil. Pero en realidad era muy cariñoso. Todos tenemos contradicciones, pero él las vivió más a flor de piel. Arturo deja un legado pictórico impresionante y maravilloso. Hace falta una gran exposición de su obra
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Demian Flores, artista plástico: Perdemos a uno de los más grandes pintores contemporáneos. Un pintor con una gran integridad tanto en su vida como en su trabajo. Es una gran pérdida para el arte. Para los de mi generación su obra fue una gran inspiración. Si el arte es espejo de lo que uno es y un espacio de la autorreflexión, el mejor ejemplo de ello es su obra. En ella se puede apreciar lo que Rivera era en su vida
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Gabriel Macotela, pintor: “Arturo Rivera tenía una técnica, una poética y unas temáticas alucinantes. Fue un artista muy culto y sui generis”.
Antonio Ortíz Gritón, pintor: Fue un excelente dibujante, en sus obras había igual una cierta sensualidad
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