asta ahora, la 4T sostiene la discutible convicción de que la capitalización individual vía SAR-Afore –impuesta por Zedillo (1995)– es la vía para pagar pensiones.
En conferencia matutina (28 de agosto) el secretario de Hacienda, Arturo Herrera, declaró que las comisiones de las Afore disminuirán paulatinamente en consonancia con estándares internacionales. Ello “se traduce”, dijo, en “mayores” pensiones para los trabajadores: “ahorrarán” hasta 100 mil millones de pesos (en el sexenio), ganando 10 por ciento pensionario “adicional”. ¿Se habrá percatado que, retrospectivamente, sus cifras documentan todo lo que se ha perdido en los 22 años del SAR?
En tanto, Bernardo González, presidente de la Amafore –responsable con Peña de la CNBV– estimó que la capitalización individual es la “mejor” alternativa para “incrementar” las pensiones. Y se comprometió “decididamente” a disminuir comisiones porque: “mejores” comisiones abonan “mejores” pensiones para los trabajadores. Pero inmediatamente matizó: deben considerarse impactos de otros factores que inciden sobre la pensión. Por ejemplo, el ahorro pensionario: se “deben” incrementar las aportaciones. Caso contrario, “difícilmente” habrá una vejez decorosa. Es un tema de “justicia” social que demanda una “reforma”. La eterna salida única de la Amafore.
El presidente López Obrador reiteró que se pretende “proyectar” una disminución –durante el sexenio– para “nivelar” el cobro de comisiones a estándares internacionales y garantizó a los trabajadores que (en su administración) están seguros los “ahorros” pensionarios: no “hay nada que temer, pensiones y ahorros son sagrados. Las respalda el gobierno federal”. Pero, hacia adelante, “tenemos que buscar, sin afectar a trabajadores, el que puedan aumentar los fondos para el retiro. Es decir: que puedan recibir, al término de su vida laboral, una pensión justa. Eso requerirá un tratamiento especial; un análisis sobre cómo hacer para que los trabajadores no reciban pensiones limitadas, sino justas, y fortalecer este sistema de pensiones”.
Pero AMLO también dejó claro que, en su visión, el asunto refiere al “sueño” del bienestar: una “utopía” que “puede hacerse” y aludió a la mal llamada “pensión” para adultos mayores que, en rigor, no lo es: apenas un –ciertamente oportuno– apoyo, ayuda o subsidio. Lo relevante ocurrió cuando AMLO denunció que, frente a la magnitud del desafío pensionario “hay muchos que, de manera simplona, nada más se les ocurre aumentar la edad de jubilación, por ejemplo, o que se pague más para asegurar la jubilación. Hay otras formas”, puntualizó.
El asunto público, es claro, no puede reducirse a esas “ocurrencias simplonas” al estilo de la legisladora Dolores Padierna (Morena), del señor Gerardo Esquivel (Banxico), el secretario Herrera, Vela Dib (Consar), González (Amafore) y Santiago Levy (Brookings Institution), entre otros “analistas” y actuarios interesados.
Acompañando al Presidente en esa matutina, se encontraba atrás uno de los más notorios conflictos de interés de la 4T: Carlos Noriega. Este prototípico funcionario neoliberal zedillista, fue designado –por el ex secretario Urzúa– titular de la Unidad de Seguros, Pensiones y Seguridad Social de la SHCP-4T. De representante de las Afore, Noriega pasó a “regularlas”: a ser “autoridad”. Así, buena parte de su agenda durante el peñismo (como vocero de las Afore) está hoy día integrada a la visión pensionaría dela 4T, pendiendo como espada de Damocles neoliberal sobre el futuro inmediato de las pensiones estatales y universitarias, esquivando el fondo del asunto público, sólo pateando el bote y aferrándose a la capitalización individual. El problema es que, sólo con la capitalización individual, resulta imposible pagar pensiones “dignas”.
¿Hasta cuando? Hasta que López Obrador deseche definitivamente esas “ocurrencias simplonas” de salida única y acometa, como 4T, el aguardado y profundo remodelaje innovador del sistema pensionario, con participación complementaria de la capitalización individual, preservando derechos y asumiendo explícitamente el inevitable costo fiscal que conlleva, agravado por las reformas pensionarias tecnocráticas.
Tal cual lo precisara él mismo en posterior conferencia matutina (2 de octubre): “cuidaremos las pensiones de los trabajadores, sus ahorros. Somos sus guardianes. Lo informo a los trabajadores. No vamos a hacer uso de ellas; no tenemos ningún proyecto para financiar con ellas al gobierno; no queremos ningún riesgo. Sí queremos buscar la manera de llevar a cabo una reforma. No ahora. Porque tenemos que analizarlo bien, sin afectar a los trabajadores. No va a aumentarse la edad de jubilación; no vamos a afectarlos en nada. Y sí tenemos que buscar, antes, un mecanismo de restructuración de pensiones, de ingeniería financiera, para bajar el costo financiero”. ¿Sólo bajar “costo financiero” o remodelar innovadoramente a fondo como corresponde a una 4T no neoliberal?
*Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco