México. Transformación Energética (2/2)
edefinir y proyectar a futuro la matriz energética óptima para el país es materia de expertos. Este Reporte sólo busca plantear algunos elementos y metas de particular importancia.
Al efecto, consideramos que deben intervenir en el análisis prospectivo del sistema al menos cuatro criterios básicos: a) autosuficiencia energética para el crecimiento y desarrollo social proyectados; b) eficiencia y articulación del sistema; c) la ecología; y d) la sustentabilidad financiera.
La oferta energética
Si bien el consumo total viene creciendo a una tasa media anual de 1.4 por ciento, es de esperarse que un mayor crecimiento económico e inclusión social, y un abatimiento de déficits requieran aumentar la oferta al menos en 3 por ciento al año, particularmente de electricidad a fin sustentar el inminente recambio de motores de combustión de hidrocarburos a eléctricos. Recambio urgente ante la contaminación y el cada vez más presente cambio climático.
Así, urge cambiar la estructura actual de generación eléctrica, que indica una incidencia de las fuentes energéticas no renovables del 85 por ciento contra apenas 15 por ciento de fuentes renovables (Gráfico 6).
Tal cambio tiene como elemento principal al impulso franco a las fuentes renovables de energía que pasarían de generar el 15 por ciento actual de electricidad a 30 por ciento en 2024 y e 50 por ciento en 2030 (Gráfico 7).
La viabilidad de este planteamiento se sustenta en proyecciones del estudio Prospectiva de energías renovables 2017-2031, recién publicado por la Sener (Gráfico 8), y por el hecho de que muchos países ya producen 80-90 por ciento de su electricidad con fuentes limpias.
México padece un pasmo energético manifiesto no sólo en el desplome de la producción de hidrocarburos y el disparo de la importación de petrolíferos, sino en que se privilegia generar electricidad a partir de gas natural del que no disponemos; la hidroelectricidad no avanza ni tampoco la nuclear, y la eólica y solar simplemente se entregan a empresas extranjeras cuando podemos y debemos ser vanguardia en esas tecnologías limpias y renovables, y ser impulsadas por filiales de la CFE a fin de optimizar los flujos energéticos del país.
Mientras Laguna Verde languidece, los países avanzados están entrando a la tercera generación nuclear: la fusión. En esta materia tal vez lo más conveniente sería impulsar una asociación latinoamericana para el desarrollo colectivo de nucleoelectricidad.
México se pasó en blanco la era de los vehículos de combustión interna, ojalá se inicie ahora con la producción propia de vehículos eléctricos o con otras tecnologías limpias como el hidrógeno.
Los hidrocarburos
Pemex, por su parte, parece perfilarse a una rehabilitación más que urgente que le permitirá recuperar niveles de producción en torno a 2.4 millones de barriles/día, de los cuales deberá procesar con alta calidad al menos 1.8 millones en las seis refinerías (rehabilitadas) (Gráfico 9) y eventualmente en una nueva. Todo ello en un marco de abatir importaciones y disminuir exportaciones de crudo a unos 600 mil barriles/día a fin de garantizar un ingreso de divisas para servir y reducir su abrumadora deuda. Su saneamiento financiero, por lo demás, no debe considerar colocación alguna de acciones en el mercado. Pemex es de todos y su privatización es inaceptable.
La energía en México no debe ser negocio, es un elemento vital de la economía, la seguridad, y la integración del país.
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