Cannes.
iempre he desconfiado de los remakes, porque suelen no añadir nada a una película con fama de clásica. Así, la noticia de que Sofia Coppola estaba haciendo uno de The Beguiled (en México se tituló El engaño) me llenó de zozobra, pues se trata de una memorable realización de Don Siegel –bien llamado el poeta de la paranoia– que le dio a Clint Eastwood, su actor favorito, un papel inusual: el de un soldado yanqui herido durante la Guerra Civil, que es curado y atendido en un colegio sureño para señoritas, donde él resulta ser el zorro que alborota al gallinero. Cargada de tensión erótica y toques de Gran Guiñol, la película fue un logrado ejemplo de melodrama Gótico Sureño.
Fiel a la anécdota de la original de 1971, el remake se mantiene emocionalmente plano a pesar de que cuenta, en esencia, la misma historia. Aunque Coppola ha dicho que quiso hacer una versión feminista, el resultado es más bien neutro. En este caso, Nicole Kidman es la puritana directora del colegio, Kirsten Dunst la maestra solterona y Elle Fanning la alumna más coqueta, interactuando con un Colin Farrell que mantiene su acento irlandés. Si bien él es un actor con más recursos que Eastwood, no consigue encarnar al manipulador objeto del deseo femenino con el mismo carisma.
La película muestra algo de progreso en la habilidad de la directora –al menos, ya sabe resolver ejes de miradas–, pero es más decorativa que decorosa. Los espléndidos claroscuros de la fotografía de Philippe LeSourde, le dan un toque de elegancia, que es parte del problema. Esta es una historia de bajas pasiones y venganzas castrantes, no una nueva versión de Mujercitas.
La hija dilecta de Francis Ford sólo me ha convencido con sus dos primeras obras. Y la vez anterior que estuvo en competencia en Cannes, con la malograda María Antonieta (2006), fue sonoramente abucheada por el público. Ahora recibió sólo corteses aplausos en el estreno mundial de The Beguiled (algo así como Las seducidas, o Las cautivadas), que se une a la larga lista de remakes innecesarios.
Debo confesar que no vi la otra película en competencia, la francesa Rodin, del veterano Jacques Doillon, porque mi instinto me advirtió sobre la posibilidad de un latazo. No me equivoqué. Algunos colegas me felicitaron por habérmela saltado y uno de ellos me contó que alguien gritó ¡Cine viejo!
, así en español, durante la proyección. Se trata, desde luego, de una biopic sobre el afamado escultor epónimo y sus amoríos con Camille Claudel. El crítico Jay Weissberg ha opinado en Variety que se trata de “una biopic meticulosamente reverente, atractivamente iluminada y muy aburrida sobre el escultor más revolucionario del siglo XIX”.
Ya en la recta final de la competencia, el consenso de los críticos no ha sido benigno con la calidad de las películas. En la encuesta de la revista Screen, sólo una película, la rusa Nelyubov, de Andrei Zvyagintsev, ha conseguido 3.2 puntos de un máximo de 5. Mientras las peor calificadas han sido la húngara Jupiter’s Moon, de Kornél Mundruczó, con 1.6; la francesa Le redoutable, de Michel Hazanavicius, con 1.5; The Killing of a Sacred Deer, del griego Yorgos Lanthimos, con 1.9, e Hikari, de Naomi Kawase, con 1.8. Los que son unos chicos malos son los representantes del periódico francés Libération, pues le han puesto tache a la mitad de los títulos vistos hasta ahora.
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