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Marchan en Oaxaca con sus propias demandas y emiten mensajes de respaldo a mentores

Trabajadores de Salud se suman a maestros
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Profesores de la sección 22 bloquearon parcialmente el tramo carretero Oaxaca-Hacienda BlancaFoto Víctor Camacho
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Periódico La Jornada
Jueves 23 de junio de 2016, p. 5

Oaxaca, Oax.

Los maestros, tan solos, tan convertidos en demonios en la narrativa oficial, parecen contar con apoyos insospechados: ‘‘¡Maestro, aguanta, salud se levanta!’’, gritan miles de enfermeras, médicos y personal hospitalario. Salen a las calles como parte de una jornada nacional y con sus propias demandas, pero en sus gritos y sus carteles dominan las expresiones de apoyo a los docentes y la exigencia de justicia para Nochixtlán y Hacienda Blanca.

Al grito de ‘‘¡Salud gratuita, lo que el pueblo necesita!’’, los trabajadores sanitarios llegan al Zócalo oaxaqueño al mismo tiempo que una marcha de universitarios y otra de maestros. Hacen mítines separados, pero en todos hay palabras de solidaridad con los otros sectores.

Los integrantes de la sección 22 reinstalan el bloqueo en el punto conocido como Hacienda Blanca, donde el domingo pasado se registró un duro choque con la Policía Federal, con resultado de un joven muerto.

Los vehículos pequeños pasan a cuentagotas, pero el transporte de carga es echado a la orilla. La fila crece conforme avanzan las horas. La mayoría de los profesores permanecen a los costados de la carretera, enfrascados en especulaciones sobre las posibilidades del diálogo en Gobernación, programado para la tarde.

Hay pocas consignas, pero sobran los carteles y las mantas: ‘‘Gabino, perro asesino’’, es una de las dedicadas al gobernador que llegó al poder con el respaldo no tan velado de la sección 22. ‘‘Si no luchamos juntos, nos matarán por separado’’, se lee en un cartel colgado de un poste.

La indignación por los sucesos del domingo ha hecho que muchos docentes dejen atrás sus temores. ‘‘Aquí en los Valles Centrales muchos compañeros abandonaron su indecisión, que viene de las amenazas y las presiones de la autoridad, después del horror que vimos en Nochixtlán’’, dice el profesor Marcos José García, director de una escuela secundaria que goza de muy buena fama entre los padres de familia del centro.

Con una complicada vida interna desde siempre, la sección 22 no ha abandonado su lucha interior a pesar de los duros golpes recibidos. En líneas gruesas, se puede decir que existen dos grandes corrientes, cada una integrada por varios agrupamientos. La primera corriente, acuerpada alrededor de la figura del secretario general, Rubén Núñez Ginés, tiene, según sus adversarios internos, una visión localista e insiste en separar a Oaxaca de la lucha general de la coordinadora.

La otra expresión insiste en que la 22 no puede caminar sola, sino en el marco de las acciones de la CNTE.

‘‘Núñez decía que estaba en la coordinadora, pero en realidad no estaba’’, afirma un dirigente del bloque contrario. De cualquier modo, el liderazgo de Núñez estaba ya seriamente disminuido desde que en septiembre del año pasado la asamblea estatal determinó cambiar la comisión política, instancia no estatutaria que se ocupa en los hechos de la dirección del movimiento.

La más reciente serie de movilizaciones de la CNTE arrancó hace 38 días, el Día del Maestro, pero arreció en Oaxaca tras la aprehensión de Núñez Ginés, el pasado 12 de junio. La última racha cobró forma en 37 bloqueos dispersos en toda la geografía estatal; fue impulsada sobre todo por el bloque aglutinado alrededor de Núñez Ginés, a quien ni siquiera la detención del segundo de a bordo, Francisco Villalobos, había preocupado seriamente.

‘‘Él estaba muy confiado. Todavía el día que lo detuvieron les dijo a unos compañeros: ‘No se preocupen, si me detienen a mí, ¿con quién van a negociar?’’’, cuenta un dirigente magisterial.

La lógica del bloque de Núñez era que la nueva escalada abriría la puerta a una negociación local. ‘‘Pero esa apuesta se desvaneció cuando los pueblos irrumpieron en apoyo a los bloqueos y a la lucha magisterial’’. En las semanas recientes, ciertamente, los maestros han recuperado apoyos perdidos y ha ido sumando comunidades enteras, presidentes municipales y un sinfín de organizaciones.

Algunos apoyos resultan un tanto inexplicables (o no se explican por la mera solidaridad con el magisterio). Por ejemplo, los presidentes municipales del distrito de Tlaxiaco, la mayoría identificados con el PRI, firmaron un documento en el que demandan una mesa de negociación, condenan el uso de la fuerza pública y advierten que no atender el conflicto de los maestros ‘‘pudiera generar mayor descontento social’’.

En un pronunciamiento más, con los sellos de otras alcaldías de la Mixteca, se dice: ‘‘Si la reforma educativa es represión, no la queremos. Si la reforma educativa es sometimiento, no la queremos. Si la reforma educativa es a base de muertos y sangre, está muerta’’.

Los dirigentes magisteriales alzaron las cejas cuando vieron que la marcha de apoyo en Pochutla fue encabezada por el presidente municipal, Raymundo Carmona, a quien identifican como ‘‘gente de los Murat’’, a pesar de que formalmente es del PRD.

Los Murat también están presentes en los corrillos al lado de la carretera. Una maestra señala a otra una foto en la portada de un diario: ‘‘Alejando Murat pide diálogo incluyente’’. El gobernador electo, sin embargo, tomará posesión hasta diciembre. Y en un escenario como el oaxaqueño, cinco meses son siglos.