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Lidiar con las artes y la ciencia
 
Periódico La Jornada
Domingo 12 de junio de 2016, p. a16

¿Es posible volver a preguntar desde lo natural? ¿Y cuál es la idea de naturaleza que corresponde a nuestra contemporaneidad, marcada por el sino de la tecnociencia? Son algunas interrogantes que María Antonia González Valerio formula en su libro Cabe los límites.

La profesora de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México plantea que la filosofía como fábrica de conceptos requiere que éstos tengan un trato particular con la inmanencia, con el mundo sensible, con la experiencia.

El concepto puro, incluso cuando se le quiera impoluto y autocontenido, surge desde circunstancias particulares y también aterriza, es decir, se va a la tierra, a pesar de todo, a pesar de los intentos y de los impulsos por mantener un reino autónomo del saber que encontraría en sí mismo su medida y su regla.

En el texto introductorio, González Valerio señala que una filosofía natural desde la ontología estética pretendería acercarse a la materialidad, a la investigación directa; del lado del arte y del lado de la naturaleza. Es decir, desde aquellos sitios que si bien se pueden pensar desde y con el giro lingüístico, que si bien caben en el mundo comprendido como lenguaje, tienen un rasgo de materialidad que pide trabajar con las manos.

Cabe los límites es una reflexión asentada en la ontología estética, la cual hurga en las manifestaciones sensibles el modo de interrogar por lo natural, que busca hacerlo, entonces, desde el arte y el lenguaje, desde la experiencia, desde lo concreto e inmanente, desde lo humano, la planta, lo animal y lo maquínico.

La autora explica que si la filosofía natural ha de ser una manera de replantear la pregunta ontológica en el siglo XXI atendiendo a la naturaleza y a la materialidad, esta filosofía no puede proceder al margen de las ciencias y las artes, sino que necesitará pensarse en un trato directo con aquéllas, como productoras constantes del mundo de la naturaleza y la materialidad.

El modo en que la filosofía natural puede fructíferamente lidiar con las artes y las ciencias para replantear la pregunta ontológica tiene que ser inventado todavía sobre la marcha, y eso es precisamente lo que hace este texto: dar unos pasos en el camino hacia una filosofía natural.

Título: Cabe los límites: escritos sobre filosofía natural desde la ontología estética

Autora: María Antonia González Valerio

Editorial: UNAM/Herder

Número de páginas: 310

Mostrarse todo, sin disfraces

El bar, como refugio y lugar de alivio contra el azote de la vida moderna, es la atmósfera en la que recrea su vida J.R. Moehringer, desde que era un niño que vivía con su madre, tías y primos en la casa de sus abuelos, hasta que se hizo un hombre y comenzó a trabajar de periodista.

En el libro El bar de las grandes esperanzas, el autor –ganador de un Pulitzer– describe cómo fue su infancia. Creció con su madre, porque su padre lo abandonó cuando era bebé, pero él sabe quién era su padre, porque tenía un programa de radio que escuchaba con devoción hasta que un día la voz del padre ya no se escuchó al aire.

En la autobiografía, Moehringer encuentra refugio en el amor de su madre, pero también con los personajes que frecuentan el bar del barrio, el Dickens, lugar donde poetas, boxeadores, policías, apostadores, soldados tienen una historia que contar y de alguna manera le sirven de apoyo al protagonista como figura paterna.

Al referirse en el texto al Dickens, el autor lo describe como El Bar, que se convirtió en el refugio preferido frente a todas las tormentas de la vida. Recordó: En 1979, cuando el reactor nuclear de Three Mile Island se fundió y el temor a un apocalipsis barrió el noreste del país, muchos habitantes de Manhasset (suburbio situado a 27 kilómetros de Manhattan) telefonearon a Steve para reservar sitio en el sótano estanco construido bajo su bar. En todas las casas había sótano, por supuesto. Pero el Dickens tenía algo.

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La escritura del autor te envuelve y mete en su historia, como cuando narra el día que entró al bar Dickens. El aire era del color de la cerveza, y olía a cerveza, y la respiración me sabía a cerveza: malteada, espumosa, densa. Abriéndose paso entre el olor a cerveza surgía otro, a descomposición, un poco a podrido, aunque no era desagradable y se parecía más a un bosque antiguo donde las hojas muertas y el moho renuevan tu fe en el ciclo interminable de la vida.

La autobiografía novelada es conmovedora, está llena de recuerdos, de anécdotas divertidas, de ausencias y pérdidas. Todas las vivencias del protagonista, quien se muestra todo, sin disfrazar nada.

Título: El bar de las grandes esperanzas

Autor: J.R. Moehringer

Traducción: Juanjo Estrella

Editorial: Duomo

Número de páginas: 460

La experiencia de otra realidad

El antropólogo Julio Glockner, en su libro La mirada interior, hace una revisión de las sustancias con usos rituales y medicinales en el mundo amerindio, desde que los españoles llegaron a este continente hasta que Gordon Wasson conoció a María Sabina y comió hongos con ella.

El especialista en la cosmovisión y ritualidad de los pueblos indígenas presenta una investigación en torno a las sustancias sicoativas a las que han recurrido todas las culturas para desmitificar la idea de que estas drogas son malignas, pues la antropología moderna ha erigido la teoría de que es muy probable que el pensamiento religioso de la humanidad haya surgido con el consumo de plantas sicoactivas.

El modo que los espíritus y su mundo tienen para presentarse a los humanos es el de las imágenes, que pueden ser no sólo visuales sino auditivas, táctiles e incluso olfativas y gustativas. Las imágenes mentales que aparecen en sueños o en estados visionarios deben ser cultivadas para poder incrementar tanto su nitidez como la intensidad de la vivencia y el contenido simbólico que comunican.

De acuerdo con el antropólogo, el rechazo a las plantas visionarias como el ololiuhqui, el peyote o los hongos silocibios durante el virreinato respondía, por un lado a una consideración metafísica, pues se trataba de plantas con las que el Maligno pretendía simular la comunión cristiana, atrayendo a su culto las ignorantes y débiles almas de los indios.

Pero había también una sanción de la conducta de los nativos sustentada en la razón y el buen juicio occidental: quien ingiere esas plantas pierde la razón, extravía el juicio, sale de seso y comete desatinos.

Para Glockner, en el mundo amerindio se ha vivido intensamente la experiencia de otra realidad, una que es intangible y, sin embargo, complementaria de la que experimentamos todos los días.

Confronta las perspectivas entre Occidente y la cosmovisión de algunas culturas amerindias desde la llegada de Colón a las Antillas hasta las experiencias de Gordon Wasson en la sierra mazateca.

Título: La mirada interior: plantas sagradas del mundo amerindio

Autor: Julio Glockner

Editorial: Penguin Random House

Número de páginas: 342

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