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Respuesta a creciente actividad de la OTAN

Moscú traslada tropas hacia su zona occidental
Corresponsal
Periódico La Jornada
Sábado 4 de junio de 2016, p. 19

Moscú.

Ante la creciente actividad de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Europa oriental, lo que considera una amenaza para su seguridad nacional, Rusia continúa tomando medidas para reforzar con tropas convencionales el flanco occidental del país.

Junto con la creación de tres divisiones de infantería mecanizada –dos con sede en Voronezh y Rostov, fronterizas con Ucrania, y una, con base en Smolensk, cerca de Bielorrusia, medida anunciada en enero anterior por el ministro de Defensa, Serguei Shoigu–, comenzó ya de manera sorpresiva la reubicación desde el centro de Rusia de dos unidades militares en otras regiones colindantes con esos países eslavos vecinos.

Según fuentes castrenses, citadas este viernes por una agencia noticiosa local, se trata de la 28 brigada mecanizada, que se traslada de Yekaterimburgo (en los Urales) a la región de Briansk, mientras la 23 abandona Samara (Volga) para instalarse en la región de Belgorod. En promedio, cada brigada tiene en el ejército ruso 3 mil 500 militares con carros blindados, tanques y piezas de artillería.

Entretanto, a partir del primero de diciembre siguiente, a más tardar, las nuevas divisiones, con 10 mil efectivos cada una y la respectiva técnica bélica, deberán quedar plenamente incorporadas al llamado Grupo de Ejércitos Occidental, integrado por las tropas de los distritos militares Occidental y del Sur.

Casualidad o no, la noticia de la reubicación de las dos brigadas se dio a conocer el mismo día que en el mar Báltico y en los territorios de Alemania, Estonia y Polonia, así como de Finlandia y Suecia, que no forman parte de la alianza noratlántica, 6 mil militares de 15 países de la OTAN empezaron las maniobras navales Baltops 2016, en las cuales está prevista la participación de 50 buques de guerra y 60 aviones, entre ellos bombarderos estratégicos B-52 (portadores de armas nucleares) del ejército de Estados Unidos.

Estas maniobras, igual que las que la semana próxima tendrán lugar bajo el código de Anaconda 2016 en Polonia, en cuyo territorio la OTAN planea desplazar un batallón, que junto con otros tres en los países del Báltico sumarán 4 mil efectivos con carácter rotatorio, causan abierto malestar en el Kremlin, que considera todo ejercicio militar de la OTAN y, sobre todo, su expansión hacia el este con la adhesión de nuevos miembros y el despliegue en sus territorios de equipos bélicos, poco menos que una afrenta.

No es fortuito que, para contrarrestar la decisión de instalar componentes del escudo antimisiles estadunidense en Polonia y Rumania, Rusia anuncie que responderá con la instalación en Kaliningrado –cerca de los países bálticos y de Polonia– de misiles Iskander-M, portadores de ojivas nucleares, si bien en sentido estricto tiene suficientes recursos para neutralizar a distancia, pero en cuestión de minutos, ese riesgo.

También de peligros habló hace poco el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, al justificar que los países miembros de la alianza por primera vez en 10 años decidieron aumentar en grado significativo el gasto de defensa para contener las crecientes amenazas en su contra, entre otras una eventual agresión rusa.

Para Moscú, declaraciones como ésta son toda una provocación, que no contribuye a rebajar la tensión entre Rusia y los 28 países integrantes de la OTAN.