La ministra de Asuntos Sociales y Salud de Francia, Marisol Touraine, aseveró que ante las posiciones extremistas y populistas que surgen en el planeta es necesario reforzar los modelos sociales basados en la solidaridad y no tener miedo a las migraciones. Subrayó que para su país, el aspirante de derecha a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, es una preocupación real.

En una conferencia magistral que impartió en la Coordinación de Humanidades de la UNAM, la funcionaria indicó que se debe reconocer la fuerza de los migrantes y lo ilusorio que resulta creer que con algunas barreras se frenarán las migraciones.

No debemos tener miedo de esos movimientos humanos, que existen por razones políticas y sociales, son una realidad del mundo y es una ilusión pensar que hay que construir muros para impedirlos.

En el auditorio Jorge Carpizo y ante el rector de la casa de estudios, Enrique Graue Wiechers, la embajadora de Francia en México, Maryse Bossière, y decenas de universitarios que se dieron cita para esucharla, Toiraine enfatizó que los muros no han hecho ningún bien a lo largo de la historia. Lo vimos en Europa, lo vemos en el Medio Oriente, en Israel, los países árabes, y en Estados Unidos.

Los modelos sociales solidarios, enfatizó, deben garantizar que los indocumentados tengan acceso a los servicios de salud, no sólo por razones humanitarias, sino por su misma seguridad, pues las enfermedades no discriminan entre nacionales y migrantes.

El modelo social de Francia, indicó, surgió después de 1945, durante la posguerra, y reconoció que para construir una república no sólo era necesario gozar de una igualdad política, sino ciudadana. Hoy, esta igualdad ciudadana debe reforzarse con políticas sociales que también fortalezcan la democracia ante los extremismos y los populismos.

La ex ministra de Relaciones Exteriores explicó que en su país se debate si el modelo social solidario es demasiado caro y debe modificarse.

Por ello, es necesario crear una base de derechos sociales para todos, reconociendo que no todos necesitan lo mismo, por lo que se debe avanzarse hacia una personalización de los derechos. Así como aceptar que los extranjeros deben contar con facultades sociales –como la jubilación y apoyo social–, y más si han participado en la construcción económica del país.