El lingüista e investigador Luis Fernando Lara Ramos fue nombrado profesor emérito de El Colegio de México (Colmex), institución con la que colabora desde los años 70 del siglo pasado.

Esa distinción, propuesta por el Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios del Colmex, reconoce su trayectoria académica y contribución al estudio y difusión de la lingüística, así como en la formación de recursos humanos de esa carrera.

Durante esa ceremonia, efectuada el pasado martes en el auditorio Alfonso Reyes del Colmex, la presidenta de esa institución, Silvia Giorguli, destacó que el nombramiento reconoce 46 años de trabajo de Lara como profesor investigador. Sin embargo, su desarrollo en El Colegio de México “tiene más tiempo porque fue estudiante de doctorado (…) pertenece a esta primera generación de investigadores egresados del colegio que se integró a la actividad académica y a la primera oleada de renovación generacional”.

Al respecto, y en el discurso que pronunció al final de ese acto, Lara Ramos expresó: Siempre he pensado que la generación de la que formé parte fue muy afortunada; tuvimos los mejores profesores, la relación profesor-estudiante era tan estrecha que a veces resultaba abrumadora, pero el contacto con ellos, la exigencia que se imponían a sí mismos, la honradez con que emprendían sus estudios fueron la mejor de las escuelas.

En esa ceremonia, la investigadora María Eugenia Vázquez pidió que el profesor emérito siga trabajando con nosotros, mientras el poeta y lexicógrafo Francisco Segovia calificó a Lara Ramos de docente infatigable, en universidades nacionales y extranjeras, y en el proyecto del Diccionario del español de México, que dirige desde el inicio.

Disciplina poco conocida

Luis Fernando Lara –integrante de El Colegio Nacional, premio Nacional de Ciencias y Artes e investigador nacional emérito del Sistema Nacional de Investigadores– habló de su trayectoria en el Colmex, donde conoció a Margit Frenk, Juan Miguel Lope Blanch y Antonio Alatorre, entre otros.

“El honor que hoy me confieren es para mí una muestra más de esa generosidad de la institución a la cual me debo, la que me hizo lingüista, la que me dio la oportunidad de encabezar el Diccionario del español de México”, dijo Lara.

Habló de su biografía académica y de sus inicios cuando la lingüística era, y sigue siendo, una disciplina científica poco conocida, dividida entre nosotros en dos corrientes: la hispanista de las carreras de letras y la indigenista de las carreras de antropología; la licenciatura en letras apenas nos daba a leer una o dos obras que nos permitían atisbar lo que trataba esta ciencia extraña, y lamentó que hoy el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) presione a los alumnos a doctorarse con rapidez.

“Una profesión como la mía, apenas enseñada en pocas de nuestras universidades, no madura en tres o cuatro años. Hoy lamento mucho la presión impuesta por el Conacyt desde hace años a nuestros estudiantes, a los que aplicando criterios propios de los laboratorios de las ciencias naturales en los que los estudiantes se dedican a resolver fragmentos de la investigaciones que desarrollan sus profesores casi les exigen –como alguna vez recomendó don Daniel Cosío Villegas a Antonio Alatorre– doctorarse mal y pronto. Tuve la fortuna de que entonces no era así, la liberalidad del colegio sabía esperar, sabía, como alguna vez me dijo Jorge Suárez, que el grado de doctor es un certificado de madurez.”