Para unificar conceptos y mediciones de desarrollo, desigualdad y pobreza/ VIII
Ejemplos empíricos de las interrelaciones entre los tres conceptos
oy presentaré un ejemplo del Informe sobre desarrollo humano del PNUD referido a múltiples países, así como dos ejemplos sobre México elaborados por Enrique Hernández Laos (EHL). Empiezo con éstos que muestran la relación triangular entre tamaño del pastel
(o PIB), (des)igualdad distributiva, e (in)satisfacción de necesidades (o pobreza). El primero, tomado de Arturo Cantú, Julio Boltvinik, Juventino Balderas, et. al., Necesidades esenciales y estructura productiva en México: lineamientos de programación para el proyecto nacional, Coplamar, México, 1982. (125 pp.). Lo ahí presentado se basa en cálculos elaborados por EHL para el volumen Macroeconomía de las necesidades esenciales en México (Coplamar-Siglo XXI, 1983). En el cuadro 1 presento la síntesis de dicha información. Considerando la proyección más probable de la población, los cálculos con cuatro hipótesis de distribución del ingreso, muestran que, para alcanzar la meta de satisfacción para toda la población de las necesidades esenciales en el año 2000, partiendo de datos de 1977, el tamaño del pastel (PIB) requerido, y la tasa de crecimiento anual promedio requerida del mismo, son mucho menores mientras más igualitaria sea la distribución del ingreso. En las hipótesis extremas, mantener la desigualdad observada en 1977 (en la cual la relación del ingreso del decil 10 y el del decil 1 es 30.2 a 1.0) y la igualdad total (la relación ingreso por hogar del decil X y del decil 1 es :1.6 a 11 ), la relación de los PIB requeridos es de 9.7 a 2.3 (4.2 a 1) y la relación de las tasas de crecimiento requeridas es de 6 a 0. Este es un dato muy importante a resaltar, pues quiere decir que el nivel de ingreso total de los hogares en 1977 estaba por arriba (26 por ciento) del requerido (con distribución igualitaria) para satisfacer las necesidades esenciales de la población de 1977. Eso significa que en 1977 toda la pobreza de México, como de 1978 a 2016, se explica por la concentración del pastel en pocas manos y no por insuficiencia de su tamaño. Como se aprecia en la última columna, resaltando otra vez los extremos, con una distribución como la de 1977, sólo 23.8 por ciento del consumo sería de satisfactores esenciales, mientras el resto, 76.2 por ciento (más de las tres cuartas partes), sería de bienes y servicios suntuarios. Con la hipótesis igualitaria, ciento por ciento del consumo sería de ByS esenciales. Como se aprecia, al triángulo pobreza (expresada en este caso como meta de ecro pobreza o plena satisfacción de las NE), desigualdad y desarrollo, se suma el de estructura del consumo que, en una economía muy cerrada sería similar o igual a la estructura de la producción.
Mucho más recientemente, EHL (Crecimiento, distribución y pobreza, 1992-2006
, en R. Aparicio, et. al. (coords.), Pobreza en México. Magnitud y perfiles, Coneval-IIES-UNAM, 2009), llevó a cabo, entre otros interesantes cálculos, el ejercicio de descomponer los cambios observados en la incidencia de la pobreza de ingresos entre dos años, en los dos componentes que lo explican: crecimiento y distribución. En el Cuadro 2 presento sus resultados sólo a nivel nacional para la pobreza de patrimonio (concepto utilizado por el Comité Técnico para la Medición de la Pobreza y por el Coneval). El procedimiento, en la explicación intuitiva proporcionada por EHL es simular, primero, cuál habría sido la incidencia de la pobreza en el año final del periodo si se hubiese mantenido la distribución del año inicial, lo que aproxima el componente o efecto crecimiento del cambio en la pobreza, y segundo, calcular el efecto sobre la variación de la pobreza que se habría generado manteniendo constante el ingreso promedio (o total) del año inicial, lo que constituye el efecto distribución. Pero como explica EHL, y se aprecia en el Cuadro 2, hay un elemento residual. Mi opinión es que se trata de un efecto interacción de ambos cambios parciales, pero el autor no lo señala así.
Lo que me interesa destacar es que es viable, y relativamente sencillo, explicar los cambios en el tiempo de la pobreza como resultado del cambio en el tamaño del pastel por persona (ingreso promedio que es un indicador de desarrollo) y del cambio en su distribución (cómo se reparte pastel, que es un indicador de desigualdad). Queda pues clarísimo que la pobreza es la variable dependiente y que la desigualdad y el nivel de desarrollo son las variables explicativas. Es similar al ejercicio mostrado en el Cuadro 1, sólo que en este caso es un cálculo al futuro: las combinaciones de desigualdad y tamaño de la economía que se requieren para que la pobreza sea igual a cero. Mientras más desigualdad haya, más grande tiene que ser la economía (el ingreso promedio, o el pastel).
La gráfica muestra las consecuencias del ajuste por desigualdad que el PNUD lleva a cabo en el índice de desarrollo humano (IDH), utilizando medidas de desigualdad en cada una de las tres dimensiones esperanza de vida, educación e ingresos). Los países de América Latina de ‘muy alto’ y ‘alto’ nivel del IDH, que son los que se muestran en la gráfica (con la excepción de Cuba que no tiene datos de desigualdad), todos tienen fuertes pérdidas en su puntaje al ajustarlo por desigualdad. Las pérdidas de algunos de ellos en el rango que ocupan del mejor al peor país situado se deteriora en más de 20 lugares, como consecuencia de la mayor desigualdad prevaleciente en AL. México pierde 22.4 por ciento del valor de su IDH y cae 12 lugares en el ordenamiento (del lugar 74 al 86).
1 Esto se explica porque los deciles que se construyeron son deciles de hogares (no de personas) y están ordenados por su ingreso total (y no por el ingreso por persona o por adulto equivalente).