a exposición sin curador
que tuvo lugar en el espacio museístico vecino a Toluca reunió 118 obras, pero ni siquiera todos los participantes en los dos paneles de discusión que se han efectuado en el Centro Cultural Isidro Fabela alcanzaron a verla debido a fallas de difusión masiva que perduraron hasta el momento en que se verificó una mesa de debate en la que el papel protagónico integraba un frente de una sola persona.
Me refiero al investigador y curador en jefe del Muac, Cuauhtémoc Medina, quien se enfrentó a un público principalmente integrado por pintores. Los participantes en la discusión, que no escuché porque los organizadores, Rogelio Cuéllar y Gabriel Macotela, no me invitaron, fueron el artista y teórico Manuel Marín, el crítico de arte Luis Rius Caso y la coordinación estuvo a cargo del pintor Luis Argudín, quien se mostró al decir de algunos, demasiado adherido
al principal actor de la discusión.
Cuauhtémoc Medina salió de ese acto victoreado cuando aparentemente las intenciones perseguían lo contrario. Estos mismos organizadores, en unión con Arturo Buitrón, armaron otro panel de discusión en el que fui invitada a participar debido principalmente a que la curadora y crítica Avelina Lésper rehusó la invitación. Así que participé con Guillermo Santamarina (quien llevó mediante una reseña autobiográfica y algunas afirmaciones de tónica contundente) la parte atractiva y vivaz de lo que se suponía debió ser la elucidación de los quehaceres curatoriales. Expliqué que éstos eran tan diferentes entre sí según el recinto y la circunstancia, imposibles de dilucidar salvo que se enfocaran al comentario dedicado a una sola curaduría o índole de curaduría. Se necesitaría un congreso de varios días para dar una idea.
Pareciera que los curadores están en contra de la pintura, al menos ese es el quid que se dejó escuchar entre integrantes del público. Yo no tengo esa experiencia y puedo afirmar con contundencia que ya transcurrió la época de las muertes de la pintura
que se iniciaron en el siglo XIX y proliferaron en la segunda mitad del XX, ningún curador por enfocado que esté al arte contemporáneo sostiene hoy posturas radicales en contra de la pintura, aunque se afirme lo contrario.
Guillermo Santamarina en sus decires hizo ver que todo curador
que se respete ha cursado estudios profesionales y aunque no exista la carrera de curaduría, ésta necesariamente remite a varios momentos de la historia del arte porque aun cuando un curador no sea propiamente hablando un historiador del arte, sí estudia esa disciplina y desde luego que la tiene como eje. Santamarina cuando joven pertenecía al mundo artístico y se adentró en el conocimiento de gente que hoy es legendaria, como Marta Helión (quien estuvo presente como público), Felipe Ehrenberg, integrantes de los grupos. Fue performancero y lo es todavía, ha puesto énfasis en profundizar el conocimiento de los impulsos de experimentación más que la domesticación del arte
y ha trabajado en las principales instancias que fomentan las corrientes de experimentación creativa, como el Muac, el Centro Alameda; actualmente es el curador del museo Carrillo Gil y hoy es posible calibrar su última curaduría en ese museo, a la que ya me referí, en mi nota pasada.
Santiago Espinosa de los Monteros es comunicólogo egresado de la Universidad Iberoamericana, bien conocido como crítico de arte; ha ejercido cargos culturales dentro y fuera del país y actualmente es también importante colaborador con función curatorial (en tanto se trata de selección) de una importante instancia oficial.
Las preguntas del público, pocas pero atinadas, no fueron respondidas por los participantes. Es difícil, o imposible, contestar a lo siguiente: ¿en qué consiste un curaduría? Pues un cosa es tener el encargo de curador en jefe de Documenta Kassel, otra ser reponsable de la dirección o curaduría de un museo (hoy son funciones diferentes, antes no) o en cualquier sitio cultural, labor que requiere necesariamente la conjunción de otros colaboradores de la misma instancia que se van formando en este menester, así como resulta fundamental el nexo entre curador y museógrafo. El curador siempre es o debe ser crítico de arte, disciplina que sin embargo no se analoga con la curaduría. Esta por naturaleza resulta autoral
. (Guste o no).
Lo que suscita molestias es que el curador
hoy suele adquirir mayor protagonismo que el o los artistas en exhibición y en eso tiene que ver el supuesto rechazo a la pintura que en realidad sí ha ocurrido, tanto como para que algunas generaciones posteriores a la llamada Ruptura
se hayan vuelto invisibles.