Queremos respirar
, lema de un festival de cine de cinco días
Cannes con un pequeño toque gazatí
Lunes 16 de mayo de 2016, p. a14
Gaza, Territorios Palestinos.
Cuando era joven, Abú Raed, de 50 años, iba todos los fines de semana con su familia al cine Nasr de Gaza
. En la actualidad esta sala ha desaparecido, como todas las de este enclave palestino, abandonadas o reducidas a cenizas.
Los 10 cines que funcionaban en la franja de Gaza cerraron en 1987, al estallar la primera Intifada. La mitad reabrieron en 1995, cuando la Autoridad Palestina se instaló en el territorio, pero los ataques con granadas incendiarias de islamitas radicales condujeron a su cierre definitivo.
Se acabaron las salidas familiares para ir a ver la más reciente película romántica egipcia o las superproducciones musicales de Bollywood que inundan el mundo árabe desde hace décadas. A cada intento, el gobierno de Hamas, que dirige la Franja desde hace 10 años, rechazó cualquier apertura.
Por eso los hijos de Abú Raed, profesor de historia en una de las numerosas escuelas de la ONU, nunca han visto una pantalla grande.
YouTube, única opción para ver películas
Para ellos, como para los 1.9 millones de gazatíes, la única opción para ver películas es la plataforma de videos YouTube, la última ventana al mundo en este pequeño territorio situado entre Egipto, Israel y el mar Mediterráneo, bloqueado por Israel y gobernado con mano de hierro por Hamas.
Sus pantallas tienen ahora el tamaño de la televisión, las tablets o incluso los teléfonos móviles. Pero, explica Souhad, una veinteañera, no tenemos otra opción
.
Con su marido Saher, vio una película en pantalla grande, acontecimiento extraordinario en Gaza para el que los organizadores desplegaron una larga alfombra roja en la ciudad.
Con ocasión de un festival –películas y documentales y siete cintas de animación en cinco días–, los palestinos viven Cannes con un pequeño toque gazatí
, se alegra Hadaya, una estudiante de 19 años que se pavonea con sus amigas por la alfombra roja.
En cuanto empieza la proyección, más de un millar de pares de ojos giran hacia la pantalla. El público reacciona y comenta –a veces de manera ruidosa– cosas de la película, que narra la vida de un cantante gazatí, Mohammed Assaf, que salió de su campo de refugiados para ganar el concurso televisivo Arab Idol en Líbano.
Saher se alegra de haber podido disfrutar de la oportunidad de ver una película en otro sitio que en casa. Pero el sonido y la iluminación no estaban bien, y había mucho ruido en la sala
transformada en cine para la ocasión, lamentó.
Para Khalil al Mozian, cineasta y director del festival cuyo lema es Queremos respirar
, la experiencia está todavía lejos de una verdadera sesión de cine y de la sensación de evasión que le gustaría ofrecer a sus compatriotas.