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Dedican homenaje al traductor y diplomático en Bellas Artes

Comunicar el arte, uno de los méritos de Raúl Ortiz y Ortiz

Participaron los escritores Ángel Cuevas, Javier García-Galiano, Nedda G. de Anhalt, Hernán Lara Zavala y Carlos Miranda

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Ortiz y Ortiz, premio Alfonso X de Traducción Literaria 1987, falleció el 27 enero de este añoFoto María Meléndrez Parada
 
Periódico La Jornada
Lunes 16 de mayo de 2016, p. a11

Raúl Ortiz y Ortiz (Ciudad de México, 1931-2016), reconocido por su extraordinaria traducción al español de la novela Bajo el volcán, del escritor inglés Malcolm Lowry, por la cual recibió el Premio Alfonso X de Traducción Literaria en 1987, fue homenajeado ayer en la sala Manuel M. Ponce, del Palacio de Bellas Artes.

Con la participación de los escritores Ángel Cuevas, Javier García-Galiano, Nedda G. de Anhalt, Hernán Lara Zavala y Carlos Miranda, como moderador, en el acto se reconoció la trayectoria y obra del catedrático, traductor, ensayista y políglota, así como su prodigiosa memoria, su generosa manera de enseñar, sus amplios conocimientos, su afable elegancia, como una manera natural de ser, y su fina, punzante y maliciosa ironía.

Ángel Cuevas se refirió, entre otras cuestiones, a la biblioteca personal del también diplomático, la cual es considerada como uno de los 27 acervos especializados más importantes del país.

Más allá del valor material, la biblioteca está integrada por unos 15 mil volúmenes, que datan del siglo XVIII al XXI, escritos en más de 10 idiomas, que además es una valiosa fonoteca y filmoteca, apuntó Cuevas.

Su máximo valor radica en que son reflejo de toda una vida dedicada al arte.

Autor del libro de ensayos El imperio de la armonía, Ortiz y Ortiz conservó una prodigiosa memoria que le permitía citar con precisión fechas, títulos, autores, versos, párrafos y páginas completas en francés, inglés o español, abundó Cuevas.

No sólo fue un hombre libro, sino un hombre enciclopedia, un hombre biblioteca, ya que conocía de literatura, música, historia, cine, lingüística, gramática y artes plásticas.

En estos momentos, adelantó Cuevas, se espera la fecha de publicación del Fondo de Cultura Económica del libro que integra la correspondencia entre Ortiz y Ortiz y la poeta y escritora Rosario Castellanos, con quien tenía una cercana y fraternal amistad.

Conversación como literatura viva

Javier García-Galiano destacó la elegante erudición y personalidad del ensayista, no como forma de presunción, sino como manera natural de ser.

Era un hombre al que le encantaba conversar, quien tenía una fina y maliciosa ironía. No fue escritor. Prefirió el ensayo, la traducción y la conversación como literatura viva.

Fue un ser excepcional desde donde se le mirara, reconoció Lara Zavala. “Era, sobre todo, un hombre de cultura. Era en realidad un esteta. Alguien que intenta convertir su vida entera en obra de arte, y no sólo de estar bien vestido y tener buenos modales. El esteta empieza por disfrutar el arte, luego piensa exclusivamente en él y, finalmente, vivir el arte como una manera de ser y de sentir.

Para Ortiz y Ortiz, el chiste era aprender y disfrutar, si acaso comunicar el arte, lo cual fue uno de sus grandes méritos.

En su momento, Nedda G. de Anhalt evocó una conversación-entrevista con el catedrático y traductor, la cual concluyó con la pregunta de quién es Raúl Ortiz y Ortiz, a la que él respondió con un poema en inglés, el cual para la ocasión tradujo Anhalt: No soy el príncipe Hamlet, ni tenía por qué serlo. Soy un noble del séquito, uno que sirve para ser bulto en una comitiva, empezar alguna que otra escena, aconsejar al príncipe como instrumento respetuoso de ser útil; político, cauto y meticuloso, lleno de elevado fraseo, pero un poco obtuso, a veces incluso casi ridículo, a veces casi un bufón.