on una osadía desmemoriada, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) arrancó este sábado en Tampico una peculiar cruzada contra la influencia e injerencia del Crimen Organizado (CO) en campañas electorales en Tamaulipas. Preferimos quedarnos sin candidatos a conseguirle un voto a los malos, dijo, contra toda evidencia en contra, el dirigente Manlio Fabio Beltrones a la hora de anunciar que retirarán las respectivas postulaciones priístas a las presidencias de tres municipios (Hidalgo, Mainero y Villagrán) por haber sido amenazados o comprados por cárteles locales para apoyar al Partido Acción Nacional (https://goo.gl/em9wYH).

La impensable bandera tomada por Beltrones y su partido no resiste una mínima prueba histórica. En Tamaulipas, donde el PRI se ha mantenido en el gobierno estatal sin alternancia alguna, virtual museo de las peores prácticas del partido-gobierno, son aplastante mayoría, casi unanimidad, los candidatos a diversos puestos de elección popular, sobre todo a la gubernatura, que han sido señalados en distintos contextos como asociados, beneficiarios e incluso jefes operativos de ese Crimen Organizado. Cacicazgo, corrupción, fraude electoral y vínculos con los cárteles locales (especialmente, con el del Golfo y su poderosa escisión, los Zetas) han sido distintivos del ejercicio político de las administraciones y representaciones teñidas de tres colores.

En particular han sido polémicos e impugnados los periodos gubernamentales encabezados por el salinista Manuel Cavazos Lerma (actualmente senador), Tomás Yarrington, Eugenio Hernández Flores (estos dos, acusados de lavado de dinero y actos relacionados con el narcotráfico en Estados Unidos, pues en México han sido cercanos al grupo que a la fecha ocupa Los Pinos) y Egidio Torre Cantú (llegado al poder luego que un comando asesinó a su hermano, Rodolfo, a unos días de la elección estatal en que se le consideraba seguro triunfador al estilo clásico).

Esos aires oscuros han alcanzado también el entorno de quien busca ser el próximo mandatario a nombre del PRI, Baltazar Hinojosa Ochoa, a quien se mencionó en 2012 como receptor de ayudas económicas de Yarrington y Hernández para su campaña en pos de la presidencia municipal de Matamoros. Hinojosa Ochoa también es señalado como familiar de Juan Armando Hinojosa Cantú, el dueño del Grupo Higa, constructor de casas de agradecimiento para políticos generosos con el erario (como dato extra: de 1981 a 1987 fue gobernador de Tamaulipas Emilio Martínez Manatou, quien había sido secretario de salubridad y asistencia, en una matriz de negocios que devino en el partido Verde y el nieto de EMM, el Niño Verde, Jorge Emilio Martínez González).

Con el Crimen Organizado dice haber topado, sorprendido pero inmediatamente reactivo, Beltrones Rivera, quien, como gobernador de Sonora que fue, conoce el peso de los grupos delictivos en la política del norte del país. El grito en el cielo mediático dado por Manlio Fabio no tiene correspondencia automática con la denuncia ante la Procuraduría General de la República (PGR). ¿Van a denunciar ante la PGR, porque es un delito?, preguntó un reportero a Beltrones en Tampico, y éste contestó: Vamos a quitarles primero la candidatura, eso es lo importante. Procederemos a investigar todas las denuncias que sobre de ellos sean presentadas y si tenemos elementos suficientes haremos la denuncia ante la Procuraduría General de la República. Mmm: primero exhíbelos y quítales la candidatura, y luego viriguas.

El montaje beltronista busca castigar ruidosamente a esos candidatos priístas a presidencias municipales, algunos de los cuales en abril pasado expresaron apoyo a Francisco García Cabeza de Vaca, un panista nacido en Reynosa que ha sido presidente municipal de este candente municipio, diputado local y federal por distritos de esta región, senador y, actualmente, candidato a gobernador. Pero no es tanto esa traición partidista la que está detrás del insólito lance priísta contra el narcotráfico metido en la política, sino el crecimiento de las posibilidades de triunfo del mencionado panista, García Cabeza de Vaca, a quien igualmente se ha acusado durante largos años de tener relaciones con grupos delincuenciales, específicamente con el cártel del Golfo, organización ésta que, según las versiones internas de los priístas traidores, habría presionado para ese apoyo público de figuras de los tres colores hacia Cabeza de Vaca (así suele llamarse al candidato, dejando a un lado el García), quien, en hipótesis muy conveniente para el alto mando tricolor, así estaría señalado como instrumento y cómplice de uno de esos cárteles. En esa lógica corre la apuesta beltronista: tumbar o desacreditar gravemente al abanderado del PAN, aunque ello signifique la pérdida o sacrificio de tres piezas menores: 3 x 1.

Tal como aquí se planteó desde meses atrás que podría suceder, ha avanzado Cuitláhuac García como candidato del partido Morena a gobernador de Veracruz. Los primos Yunes son, en el fondo, políticamente gemelares aunque mantengan feroz disputa circunstancial. Diferencias de grado y de colores, pero a fin de cuentas PRI y PAN postulan políticas y políticos rapaces. En esa yunización de la política veracruzana ha crecido Morena como alternativa, aunque blanquiazules y tricolores difícilmente soltarán esa suculenta despensa clave de votos y erario para 2018.

No sucede así en otras entidades. Zacatecas se cuece aparte, con el espejismo electoral de que Morena prospera allí, aunque en realidad sólo lo hace el pluripartidismo ajustable de los Monreal, es decir: Mon(r)ena. Hay casos deplorables, como Durango, donde la expectativa de voto es anémica, entre sordas disputas internas y el mal manejo político del presidente estatal designado por el mando nacional, Rosendo Salgado (hermano del delegado de Tláhuac, Rigoberto), subsistente la versión de que el novel partido es usado marrulleramente para favorecer al PRI y al actual gobernante, Jorge Herrera, en vías de dejar sucesor. ¡Hasta mañana!

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