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Somos alternativa para las familias de escasos recursos, señalan

Padecen chachareros asedio y desdén de las autoridades delegacionales
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A las cosas que tira la gente de dinero le damos una manita de gato y las aprovechamos, afirman comerciantes. En la imagen, vendedor en el mercado de Río FríoFoto José Antonio López
 
Periódico La Jornada
Domingo 8 de mayo de 2016, p. 26

Los chachareros, que durante décadas han recorrido las calles de la capital en busca de ropa, zapatos, muebles y todo tipo de artículos viejos y usados, luchan por sobrevivir en medio del desdén de las autoridades delegacionales y ante el cierre de sus espacios ocurrido durante este año.

Al reciente desalojo de un grupo de locatarios del mercado de Río Frío, en Iztacalco, se suma el operativo permanente que realiza la delegación Benito Juárez para impedir, desde marzo pasado, que las personas dedicadas a este oficio desplieguen sus puestos en las calles de Libertad y Rumania, entre la calzada Santa Cruz y Fernando Montes de Oca, a un costado del mercado de la Portales.

Juan Francisco Olivares, representante de estos comerciantes, detalló que el sitio se convirtió desde hace más de 50 años en un tradicional tianguis, en el que alrededor de 100 familias se especializaron en la venta de chácharas: herramientas, enseres domésticos, libros, revistas y discos viejos, entre otros objetos.

Desde mediados de la década de los años 70, añadió, se encuentran acreditados como trabajadores no asalariados e incluso cuentan con una licencia que les permite vender en la vía pública toda la semana, pero de manera unilateral la autoridad delegacional determinó impedir su actividad, como parte de un programa de reordenamiento del comercio informal.

Somos una alternativa para miles de familias de escasos recursos que encuentran aquí productos usados, pero en buen estado. La gente de dinero desperdicia muchas cosas y las tira, nosotros les damos una manita de gato y las aprovechamos, expresó Abel Martínez, integrante de la mesa directiva del mercado de Río Frío, donde se mantiene abierto un proceso jurídico en contra de las autoridades delegacionales por el desmantelamiento de unos locales.

En este sitio, con más de 40 años de existencia, los comerciantes reciclan y venden todo tipo de artículos. Ahí trabaja Simón Enríquez, de 96 años de edad, que repara roperos, camas, mesas y lo que no sirve lo oferta como cimbras o repisas; también laboran algunos más jóvenes que arreglan refrigeradores, lavadoras y estufas.

Primero checan si tienen arreglo y lo reparan; cuando no se puede separan aluminio, latón, fierro y cobre y lo revenden por kilo, explicó Rosa María Mancera, quien detalló que la compra venta de chácharas se extiende en distintos tianguis de la ciudad, como El Salado, en San Cruz Meyehualco, en Renovación o en los mercados de pulgas de La Lagunilla y la Roma, donde se mezclan con restauradores y especialistas en antigüedades.