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Joyas encontradas de la música clásica de Cuba
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Periódico La Jornada
Sábado 27 de junio de 2015, p. a16

Tres acordes sordos ganan volumen en las caderas oscuras del contrabajo en manos de un maestro: Orlando Cachaíto López, para dar entrada a un sax que asemeja en su deambular estancia adentro a una mujer que se desnuda lenta, parsimoniosa, en ceremonia/epicentro del retumbar plateado que emite el trompetista legendario Manuel Guajiro Mirabal. Ya la orquesta está completa y se mece como hamaca cuando los amantes oscilan sus cuerpos dentro de ella. Una aclamación, porque todo esto está sonando en público, recibe la sonrisa blanca de uno de los más grandes cantantes de la historia posterior a Benny Moré: don Ibrahim Ferrer, quien luego de la fanfarria orquestal que le da digna entrada, canta: yo so’carabalí / negro de nación / sin la libertad / no pue’o viví ’/ mundele cabá/ mudele/ Yane metabá/ labio de buirí.

Y remata el coro: yényere bruca maniguá / aé

Estamos frente a una joya encontrada:

Bruca Maniguá, pieza emblema de Arsenio Rodríguez, años 30 del siglo pasado, es la primera de 14 Joyas Encontradas, como se titula el nuevo, sí: nuevo disco de Buena Vista Social Club, esa gran revolución cultural que data ya de casi dos décadas y que continúa cimbrando al mundo con su magia.

Esta pieza, Bruca Maniguá, fue grabada en vivo en el Teatro Zenith de París durante una de las muchas giras victoriosas de los integrantes de ese rencuentro que tomó el nombre de un salón de baile legendario de La Habana, Buena Vista Social Club. Abre el disco, los sentidos. La alegría.

Por supuesto que como en todo proyecto trascendente, existen pistas, cintas, demos, grabaciones que quedaron en lo oscuro y que ahora cobran luz en este disco imprescindible que continúa, track 2, con otro cañonazo: Macusa, delicioso son tradicional compuesto por don Francisco Repilado, mejor conocido como Compay Segundo, quien canta aquí junto a Eliades Ochoa, como lo hicieron con la pieza más celebrada del disco-nave-nodriza: Chan Chan, en el álbum Buena Vista Social Club.

“Como yo te quise a ti, Macusa, nadie te querrá/ … y me pediste en tus cartas/ en ellas decías así:/ te quiero, mi cuchumbito/ tú nunca me hagas sufrir.”

La pura gozadera: Tiene sabor, Omara Portuondo con un coro femenino al estilo del Cuarteto Las D’Aida, al que perteneció antes de convertirse en la reina de Buena Vista Social Club.

A esa pieza le sigue un danzón clásico, Bodas de oro, donde luce el trombón solista de don Jesús Aguaje Ramos y la última aparición en disco de don Rubén González, quien murió el 8 de diciembre de 2003. Dos años después murió Ibrahim Ferrer y con ellos toda una era de la música de la mejor del planeta, que sin ningún problema podemos bautizar así: la música clásica de Cuba.

Música de leyenda, eso es lo que contiene este disco. Escuchen si no el track siguiente, Black Chicken, donde Orlando Cachaíto López arma tremenda descarga improvisada en el estudio con el conguero Miguel Angá Díaz. Más adelante, brilla el violín de cuerdas graves a cargo del gran maestro Pedro Depestre, quien habría de encontrar años más adelante, en 2001, muerte gloriosa: en pleno escenario, haciendo música, durante una gira por Suiza. En esta pieza, verdadera joya musical, lucen también Amadito Valdés en los timbales, Carlos González en los bongóes y Alberto Virgilio Valdés en las maracas. Mejor: Virgilio en las maracas, que es como decir: Homero en percusiones, o: Quinto Horacio Flaco en tumbadoras. Clásicos latinos.

El track 6 es también como un ensueño: una habanera tradicional, con toda su elegancia, sensualidad, su no-tiempo, su pertenencia a la duermevela, la languidez de una post-siesta, el erotismo intrínseco de la música que oscila despacio, despacito. Despacito.

A gran orquesta, el flaco de platino, Ibrahim Ferrer, vestido con su traje blanco de lino, escancia: “cómo fue/ no sé decirte cómo fue/ no sé explicarme qué pasó / pero de ti me enamoré…” con esa manera de frasear que tuvo ese cantante y que es propia de arcángeles.

Saboorrr. El siguiente corte es una delicia: una guajira a cargo de los Alegre All Stars (magnífico el nombre) extraída del disco Lost and Found de 1965. La pura gozadera.

Más clásicos: Mami me gustó, tema-dinamita de Arsenio Rodríguez (me gustas por lo suave que caminas/ me gustas por cómo mueves tu figura/ me gustas por cómo andas con dulzura) con un solo tremebundamente telúrico a cargo de Cachaíto, géiseres en el trombón de Aguaje y oro líquido que emerge de la trompeta de Guajiro Mirabal. Todo esto para dar paso a la señora Omara Portuondo con el clásico de clásicos de Miguel Matamoros: Lágrimas negras, pieza grabada en 1996 para el disco Buenavista Social Club pero que finalmente se decidió no incluirla, por ser muy conocida. Hela aquí, ahora, como una de las joyas recuperadas, con todo el esplendor de la guitarra y voz de don Eliades Ochoa y Barbarito Torres con un instrumento exquisito, inmerso en el son: el laúd.

“Aunque tú, me has echado en el abandono…/ en vez de maldecirte con justo encono/ en mis sueños te colmo/ de bendiciones…”

Purititos sentimientos positivos. Joyas encontradas. La música clásica de Cuba.

Epifanía.

disquerolajornada@gmail.com