Opinión
Ver día anteriorDomingo 14 de junio de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Masaryk
E

n alguna crónica hablamos sobre Tecuichpo, primogénita del emperador Moctezuma. Los cronistas de la época la describen como bella y gentil. Tras la conquista fue bautizada con el nombre de Isabel. Casi niña la casaron con Cuitláhuac, quien gobernó Tenochtitlan a la muerte de Moctezuma. Poco tiempo duró el matrimonio, debido a la muerte del cónyuge, quien se contagió de la viruela que trajeron los españoles. Contrajo nupcias con el joven Cuauhtémoc, de quien pronto también enviudó.

Tras la conquista, Hernán Cortés la tomó bajo su protección, agradecido por el apoyo que recibió de su padre, y la casó con un español. Al año del matrimonio la princesita nuevamente quedó viuda. El conquistador se la llevó a su residencia de Coyoacán y engendró una hija con ella. Después la volvió a casar con otro peninsular, quien también falleció con prontitud y nuevamente se casó con otro hispano. En total tuvo cinco esposos y siete hijos. Cortés le otorgó la encomienda de Tacuba, que además de ser enorme tenía de las mejores tierras de la cuenca.

En este vasto territorio se desarrollaron al paso de los siglos importantes haciendas, molinos y ranchos, entre otros el Molino del Rey, el Rancho Polanco y la Hacienda de los Morales. Esta última, de gran extensión, en el siglo XX fue fraccionada y dio lugar, entre otras, a la que habría de llamarse colonia Polanco.

Al urbanizar los terrenos agrícolas se conservaron la casona y la troje de la Hacienda de los Morales, que en 1967 se convirtieron en un lujoso restaurante, que aún permite apreciar la grandeza de su pasado virreinal.

Un camino de terracería que unía la hacienda con la calzada de la Verónica se convirtió en una de las principales arterias de comunicación del nuevo fraccionamiento. Se le nombró avenida Presidente Masaryk en homenaje a Tomás G. Masaryk, primer presidente de la República de Checoslovaquia, quien en 1905 fundó el Partido Progresista Checo. Fue reconocido por su política democrática y como defensor de los derechos humanos.

En esta vía, en las últimas décadas del siglo XX, se instalaron grandes firmas internacionales de moda y joyería. En su entorno se establecieron restaurantes y en las cercanías lujosos hoteles. En 2013 se presentó un proyecto de remodelación para la avenida Masaryk, con la idea de convertirla en una avenida de primer mundo. Se decía que iba a ser la Quinta Avenida de México, equiparándola absurdamente con esa vía neoyorkina.

Ahora, después de casi dos años de obras que desquiciaron el ya de por si caótico tránsito polanqueño, se abre a la circulación. ¡Oh sorpresa! Inmensas banquetas de granito importado de Galicia, España. Para acotarlas se plagaron de orejas, que son montículos de cemento recubiertos con el mismo material.

Por una razón incomprensible las calles de dos carriles que desembocan a la avenida, se convierten en un sólo carril, lo que provoca severos cuellos de botella. Para los automóviles se dejaron dos apretados carriles y nada para los ciclistas, que tienen que usar las banquetas, tratando de evadir a los peatones y las bancas de madera, que también proliferan.

Muchos vecinos y personas que laboran en la zona se lamentan de que 480 millones de pesos se hayan invertido en una obra tan ineficiente.

No queda mas que ir a paliar nuestro malestar con una sabrosa comida. Alejémonos de la otrora tranquila zona comercial conocida como Polanquito, que ahora está invadida de restaurantes con su cauda de valet parking y escoltas. Les sugiero Charlotte, un pequeño y acogedor bistro que atiende su dueña, del mismo nombre.

Se encuentra en la calle Lope de Vega 24, junto al grato Parque Uruguay. La herencia inglesa de Charlotte la lleva ofrecer exquisitos platillos de esa cocina y creaciones inspiradas en la gastronomía mediterránea. Son inigualables el roast beef con yorkshire pudding y gravy, la lengua de res con salsa de jerez y las salchichas inglesas con pure de papa y gravy. El ganache de chocolate, de postre, es toda una experiencia para el paladar.

gonzalezgamio@gmail.com