Opinión
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Cosas del futbol

Llegó la quinta

L

ionel Messi, cual conocido comandante caribeño y barbudo, llegó y mandó a parar. En un partido sin concesiones, con dos equipos que llegaron a la final de la Champions en estado de gracia, Messi marcó una vez más las diferencias retrasándose a la media cancha para dirigir el juego de su Barça campeón.

La Pulga de Rosario (Argentina) va camino de convertirse en un jugador total. Cada vez piensa menos en anotar goles y más en conducir a una orquesta futbolera, cuyo juego combinado alterna largas posesiones de balón con un letal contragolpe.

Ahí se ve la mano del entrenador Luis Enrique, a quien le costó convencer a Messi para que lo apoyara en el experimento. Los encontronazos fueron pocos pero sí sonoros.

Llegó la quinta orejona para desdicha de la afición del Real Madrid. Dos de sus jugadores más destacados, el portero Iker Casillas y el defensa Sergio Ramos, suplicaron a su amigo y ex compañero Álvaro Morata que marcara para derrotar al Barça. Y anotó, pero no fue suficiente.

Luego se quejan los españoles de que catalanes y vascos piten al himno cada vez que lo oyen, como pasó en la reciente final de la Copa del Rey. Así se las gastan.

Día feliz para los catalanes y de amargura para los madrileños.

La gran interrogante hoy es si Luis Enrique seguirá como timonel del Barça. En una institución futbolística devoradora de ídolos y símbolos nunca se sabe qué sucederá, ni en las buenas ni en las malas.

El equipo tiene ya impregnado el ADN de los entrenadores holandeses que han pasado por su banquillo. El primero fue Rinus Michels, y desde ahí hasta la escuela que crearon sus máximos exponentes como Pep Guardiola, Tito Vilanova (fallecido) y Luis Enrique.

Es la llamada escuela holandesa que se distingue por un culto sin concesiones al juego asociativo, al control del balón porque se entiende que si uno tiene la redonda el de enfrente no puede marcar goles.

Se dice fácil pero es un patrón de juego que requiere de futbolistas valientes y habilidosos. Ningún equipo en el mundo ha logrado esa armonía sobre la cancha como lo ha hecho el Barça.

Tampoco esa receta garantiza victorias, y ahí está el Real Madrid como prueba de ello. Son filosofías opuestas pero siempre efectivas. Son dos formas de entender y jugar a futbol.

Lo cierto es que la hegemonía del futbol español es hoy incontestable. Y no es únicamente cuestión de chequera abultada. Hay que saber extraer el jugo de tan extraordinarios jugadores. Por eso culés y merengues se reparten lo más sabroso del pastel futbolero.

jzaldua@jornada.com.mx

Twitter:@josetxoZ