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Ver día anteriorDomingo 7 de junio de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Riesgos del mercado eléctrico mexicano: la quinta
U

na vez más. Es difícil resolver los problemas fundamentales previos a la apertura de un mercado eléctrico mayorista en México (MEM) en tan poco tiempo. Las bases del mercado (BME) fueron presentadas a la opinión de los interesados en el portal de la Comisión Federal de Mejora Regulatoria (Cofemer), a finales del mes de febrero. Y se acumularon 31 comentarios. Entre ellos hubo un documento de dictamen total (no final) enviado por la misma Cofemer a la Secretaría de Energía (Sener) en el que –entre otras cosas que será bueno ver en otro momento– se solicitaron tres descripciones fundamentales: 1) objetivos que se persiguen en los mercados de día en adelanto de tiempo real para energía y servicios conexos, en el mercado de potencia y en el mercado de certificados de energías limpias (en realidad también de las subastas de mediano plazo para energía y de largo plazo para potencia, energías limpias, certificado de energías limpias y derechos financieros de transmisión); 2) finalidad con la que se propone establecer dos etapas, periodos de prueba y operación para implementación del mercado eléctrico mayorista; 3) problemas específicos a los que atenderá el desarrollo de cada uno de estos mercados (y subastas, añado).

Asimismo, se formularon recomendaciones para profundizar en lo que la Cofemer llama posibles alternativas a la regulación: 1) describir cómo operan los mercados eléctricos mayoristas al menos en Estados Unidos, en el Reino Unido y en Chile, identificar si la competencia se abrió solamente en generación y comercialización –como en México– o en toda la cadena de valor de la industria eléctrica (a decir de Cofemer, generación, transporte, distribución y comercialización) y señalar qué mecanismos se han utilizado para garantizar el acceso no indebidamente discriminatorio en cada una de esas actividades de la cadena de valor y propiciar la competencia; 2) describir qué beneficios se han observado para la sociedad en general con los mecanismos utilizados en el ámbito internacional, en términos de aumento de la oferta de energía eléctrica o reducción de tarifas eléctricas, entre otros; 3) señalar los elementos de la regulación internacional que se tomaron para la elaboración de las bases del mercado en México; 4) indicar el tipo de información que esta nueva forma de organización de lo eléctrico proporciona a los usuarios en los diferentes países, a fin de generar certidumbre sobre la expansión de la red eléctrica y claridad en torno a los costos, las capacidades y los estándares de interconexión (se interconectan centrales eléctricas y se conectan centros de carga); 5) indicar el tipo de especializaciones y las nuevas capacidades técnicas que deberán tener los recursos humanos para el diseño, la construcción, la puesta en marcha, operación y mantenimiento de los esquemas de generación distribuida; 6) indicar los incentivos utilizados para generar nuevos modelos de negocios bien diseñados y modelos de financiamiento ad hoc, como incentivos que promuevan la generación distribuida. No se puede estar en desacuerdo con esto, por más que se puedan completar o modular sus énfasis. Para ello es muy útil el análisis de los documentos de opinión, algunos de fina agudeza. Lo cierto es que aún no se ha respondido a Cofemer o, al menos, no se ha publicado la respuesta. Esto es delicado porque falta poco menos de dos meses para que –según el calendario propuesto– se asignen derechos de transmisión, con lo que empieza todo. Y casi tres meses para las primeras pruebas de mercado del día en adelanto y en tiempo real; de subastas de largo plazo para potencia, energía limpia y certificados de energía limpia; y de subastas de derechos financieros de transmisión.

Estamos contra el tiempo. En eso y en otros aspectos como, por ejemplo, el de las nuevas tarifas reguladas de transmisión y distribución. Me concentro hoy en un aspecto de la mayor relevancia. El mercado y las subastas de potencia, mecanismos que teóricamente garantizarán la instalación suficiente de centrales eléctricas que satisfagan a los usuarios en todo momento. Específicamente –como debe hacerse– en el de demanda máxima bruta. Según información oficial, los últimos años se registra a finales de mayo o principios de junio. Pero hay más horas técnicamente críticas. Y no sólo a nivel global sino regional, por las características de la capacidad de generación regional y las características de la transmisión. Por eso no se puede hablar sólo de mercado o subastas de potencia sin atender las características de la red nacional de transmisión.

En el sistema interconectado nacional la demanda actual es del orden de los 39 mil megavatios. Y en la más reciente prospectiva del sector eléctrico se indica que entre 2014 y 2028 pudiera crecer a 4 por ciento, considerando el retiro de centrales por razones operativas, económicas o de antigüedad. En principio a este ritmo deberá crecer la instalación de Centrales. Mercado y subastas de potencia deben atenderlo. O el que resulte de acuerdo con las nuevas características del crecimiento económico, incluidos sus aspectos sectoriales y regionales. Es importante advertir que esto podría cambiar –incluso drásticamente– al iniciar la operación del mercado y concluir la época de tarifas tradicionales, con cargos de punta que atendían a la evolución de dicha demanda máxima. Por eso son muy pertinentes las observaciones sobre los mecanismos –mercado y subastas– para garantizar la capacidad instalada necesaria, y dicha demanda máxima. Y, además, garantizar el margen de reserva óptimo. Pero no sólo.

Hay observaciones –también absolutamente pertinentes– sobre el nexo y la interrelación de esos mecanismos con los de la expansión de la red nacional de transmisión, lo que financieramente deberá permitir la tarifa regulada de transmisión. Es un proceso integrado que artificialmente se desintegra en aras de la competencia. Para bajar precios. Bueno… eso se dice. Sin embargo, lo integral no parece verse en la versión preliminar de las bases del mercado. Y eso representa un riesgo para el funcionamiento del sistema eléctrico nacional. Y para el bienestar de los usuarios. Sin duda.

antoniorn@economia.unam.mx