Envido, pichón del nido...
n las pulquerías de la ciudad de México juegan al rentoy desde los lejanos años de la Colonia. Formidable juego de naipes el del rentoy, con sus envites y una de las cartas puesta sobre la frente, de modo que la vean los adversarios y no el que la juega; se hacen bazas y se permiten señas entre los jugadores, con el mexicano añadido de tirar un dado y lanzar un tejo como en la rayuela.
Alguna pulquería debe quedar donde el rentoy no sea parte de los recuerdos del porvenir. En el ámbito de nuestra envilecida política, los de la pluralidad empantanada en la transición en presente continuo, juegan con una carta desconocida para ellos pegada sobre la frente, sin que los adversarios sepan de su valor, ni se atrevan a tirar el dado para repetir con Julio César: la suerte está echada. Del tejo, ni hablar: los pocos que leen algo más que la encuesta del día, saben de la Rayuela de Cortázar y nunca la han jugado en las banquetas ni en los barriles llenos de arena de las pulquerías. Muerta o no la lucha de clases, para nuestros sedicentes políticos, ¡todavía hay clases! Ah, pero lo mejor del rentoy es el lenguaje florido, el de los envites, o el de las señas. Pasmo para los mudos que parlamentan con un cartelito manuscrito en la mano; pánico para los alternantes que confunden jefe de Estado con caudillo electoral, que no distinguen entre seguridad nacional y seguridad pública, ni entre democracia y dictadura.
Ni modo ni manera. Así están las cosas y no hay quien responda al envite retador de Andrés Manuel López Obrador; o sea capaz de asegurar que el tabasqueño efectivamente dijo que él será candidato a la Presidencia sí o sí
. Marcelo Ebrard suspende el movimiento continuo y declara con engolada voz que López Obrador es hombre que cumple sus compromisos; que habrá acuerdo sobre el cómo y cuándo decide el azar quién será el candidato único de la izquierda. Y la atomizada izquierda se dispersa como el núcleo del uranio en Los Álamos. Juegan al rentoy con una perinola en vez de un dado, con la esperanza de que aparezca el dadivoso letrero que reza: ¡Todos toman! Crueldad extrema del ejercicio oportunista en la era del régimen que por no cambiar se reprodujo a sí mismo con colores mutantes y la ausencia absoluta del compromiso personal. Ya no digamos ideológico. ¿Qué fue de Alejandro Encinas? ¿Quién apuesta a su favor, aunque fuera como candidato a rey feo en las fiestas de carnaval?
La derecha cerró el círculo y proclamó el fin del pasado. Del propio, el de la brega de eternidad y los fundadores que abandonaron el PAN cuando los encargados de turno lo pusieron en manos de los dueños del dinero. Y la próxima elección de gobernador es en Michoacán. Y van a resonar las palabras de don Luis Calderón en la cacofonía de las ambiciones desaforadas y los miedos desoladores. Por lo pronto, Felipe Calderón busca en banquetes sin acentos socráticos la solución a los desacuerdos con los otros dos poderes de la Unión. Come en Polanco con Francisco Rojas, líder de la bancada del PRI en San Lázaro, y come en Los Pinos con Juan Silva Meza, ministro presidente de la Suprema Corte. Habrá periodo extraordinario cuando las comisiones emitan dictámenes, dijo el diputado; si como afirmó, conoce jueces corruptos, denúncielos, señor Presidente, dijo el de la que debiera llamarse Corte Suprema.
Pero el jefe de Estado y de gobierno tiene asuntos partidistas que atender. Hay cónclave panista en la sede del partido que alguna vez tuvo a Felipe Calderón al frente. Y sigue teniéndolo. La derecha de la oposición legalista aprendió a conjugar el verbo madrugar: Santiago Creel, criatura del juego de palabras de los consejeros ciudadanos
; abogado pro bono de López Obrador cuando el de la desmesura tropical ensayaba en Tabasco cómo convertir las derrotas en victorias; apóstol de la democracia sin adjetivos en San Ángel, al lado de Jorge G. Castañeda y Elba Ester Gordillo; secretario de Gobernación con Vicente Fox, precandidato a la Presidencia hace seis años y candidato derrotado en la elección de jefe de gobierno del DF, Santiago Creel solicitó licencia para abandonar su escaño en el Senado y disputar la candidatura presidencial sin fuero
.
No hubo alma caritativa que recordara al tenaz aspirante que el fuero legislativo no se pierde cuando el diputado o senador está con licencia. Eso resolvió la Suprema Corte en vísperas de que naciera el PRI, cuando los futuristas del alemanismo acusaron al diputado Carlos Madrazo de traficar con tarjetas de bracero y el Huracán del Sureste pidió licencia para enfrentar los cargos y de inmediato lo encarcelaron; Madrazo litigó hasta que su asunto llegó a la Corte: el fuero no se pierde con la licencia...
Ni el liderazgo auténtico: libre, una multitud lo llevó en hombros hasta Donceles. Los siete de Gustavo Madero no llegaron a la sede del PAN. Ahí estuvo José González Morfín, coordinador de los senadores, pero no Josefina Vázquez Mota. Presentes los gobernadores Marco Adame, de Morelos; Juan Manuel Oliva, de Guanajuato; Marcos Covarrubias, de Baja California Sur; José Guadalupe Osuna, de Baja California; Guillermo Padrés, de Sonora, y Rafael Moreno Valle, de Puebla.
Carta poblana a la vista y las de triunfos proclamados en Oaxaca y Sinaloa escondidas en el arcón de la abuela. Quizás para no repetir errores y corregir la estrategia electoral
, acogieron a Luis Felipe Bravo Mena, a Guillermo Anaya y a Xóchitl Gálvez, aficionada al buen decir de los bebedores de neutle. Franciso Blake, Roberto Gil y Gerardo Ruiz Mateos llenaron la cuota de empleados del Ejecutivo. Germán Martínez, las nostalgias del porvenir. Y los siete del Maderito de Chihuahua, fuera del cónclave, compartieron la sal y la mesa con el jefe de Estado, jefe de gobierno y jefe del partido en el poder, que es el PAN. Sin cartas marcadas. No hacen falta cuando siete a la mesa pueden ver en la frente del que no juega el as de oros con un Cordero coronado; sin tirar los dados porque Josefina Vázquez Mota y Santiago Creel harán el tercio a Ernesto Cordero. Tres personas y un sucesor verdadero.
Será porque las cuentas de Agustín Carstens se disuelven en el desconcierto al dar a conocer el Inegi las cifras de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2010. Entre 2008 y 2010 no hubo hogar cuyos ingresos no se desplomaran. Y aunque siempre tiene más el rico cuando empobrece... el número de pobres creció, pasó de 44.7 millones a 50.6 millones. Y la inequidad crece exponencialmente. Carlos Fernández-Vega informa en La Jornada de ayer sábado: En promedio, según la encuesta del Inegi, el 10 por ciento de la población más pobre del país obtiene un ingreso mensual de 2 mil 54 pesos (incluidos transferencias y subsidios gubernamentales).
Y el salario ha caído en términos reales. Y más de 20 millones de mexicanos sobreviven con menos de 2 dólares (es un decir) de ingreso diario.
Con razón juegan al rentoy el socialista y antiguo presidente del gobierno español, Felipe González, así como el muy conservador Arturo Valenzuela, subsecretario de Estado para América Latina del gobierno de EU. Y lanzan sus bazas a favor del PRI, renovado, rejuvenecido, rehabilitado, arrepentido, o al que la orfandad obligó a competir, a negociar sin la baza del poder en la mano, a sumar consciente de que la unidad no es unanimidad.
No dicen si con Peña o con Beltrones, pero claramente se oye: ¡Envido, pichón del nido!