omo en ocasiones anteriores, la Sala Xochipilli de la Escuela Nacional de Música de la Universidad Nacional Autónoma de México ha sido ahora una de las sedes de la edición 33 del Foro Internacional de Música Nueva.
La noche del lunes hizo su presentación en esta sala universitaria de conciertos el Ensamble Tamayo, que ostenta la misma dotación del Cuarteto para el fin de los tiempos, de Olivier Messiaen: violín (Shari Mason), violoncello (Gregory Daniels), clarinete (Jacob DeVries) y piano (Edith Ruiz). Un simétrico programa articulado en cuatro obras permitió percibir un buen trabajo de preparación y ejecución del grupo que, con apenas dos años de existencia, muestra un respetable nivel interpretativo.
Tres improvisaciones sobre un sábado de octubre, del mexicano Isaac Saúl, ofrece al oyente atento una serie de pedales armónicos, reales o figurados, sobre los que se enlazan y desarrollan gestos y motivos robustos y bien perfilados, algunos de ellos de clara raigambre neoclásica. Más tarde, Saúl propone sutiles texturas neoimpresionistas combinadas con sonoridades potentes que, en las últimas páginas de la pieza, se disuelven hacia un final atmosférico y colorista.
El compositor y director español José Luis Castillo es autor del Estudio geométrico V (Plancto), para violoncello solo. La obra está construida sobre materiales parcos y escuetos, tratados con diversos mecanismos de reiteración que no llegan a aproximarse a las convenciones del minimalismo. Estos materiales son filtrados y procesados caleidoscópicamente a través de estados de ánimo alternativamente austeros y nerviosos, en un discurso muy demandante en ciertos registros incómodos
del violoncello.
Cuando Castillo despeña su discurso desde esos registros hacia la región grave del cello, genera sonoridades que se perciben casi como sintetizadas, muy bien codificadas en el contexto de la obra, y muy bien realizadas en lo instrumental.
Search es el tercer trío (violín, violoncello, piano) del mexicano Samuel Zyman. Desde sus primeros compases, la obra se percibe como inconfundiblemente suya, con sus movimientos paralelos, sus texturas apretadas, sus subdivisiones métricas y su depurada atención a lo estructural. La obra es de una gran claridad en su articulación y de una expresividad que alcanza varios, intensos puntos de inflexión. El enfoque formal de Zyman pasa aquí por un especial compromiso con la escritura imitativa, incluyendo un diáfano y muy bien resuelto episodio fugado. Las fugaces sombras de Shostakovich que percibí en la pieza de Zyman, ¿son una alucinación sonora mía, o están presentes realmente?
La última pieza del programa fue Spiral VI, del camboyano Chinary Ung. Partitura habitada por sonoridades telúricas y ancestrales realizadas con recursos de hoy, Spiral VI alterna episodios que tienden a la abstracción con otros (los más) en los que se perciben puntos de referencia y vasos comunicantes con un mundo sonoro ritual y hasta cierto punto místico. Por momentos, el discurso parece tener fugaces puntos de contacto con el trabajo del compositor iraní Reza Vali. De nuevo, una pregunta retórica: ¿hay quizá en esta obra de Chinary Ung algunos ecos lejanos de Messiaen?
La selección de obras para este programa resultó una de las mejores que he percibido en ediciones recientes del Foro, precisamente por una diversidad que no cae en la peligrosa anarquía del chile, el dulce y la manteca de lo contemporáneo. El Ensamble Tamayo, bien preparado y comprometido con sus materiales, y con cualidades particulares como su concentración en cuestiones de dinámica y su vocación para generar una amplia paleta tímbrica. Falta solo el colmillo que da el tiempo para la resolución de algunos pasajes de alta complejidad, pero ello no debe ser problema para un ensamble que, evidentemente, se ha tomado en serio su trabajo sobre la música nueva. Ojalá que el Ensamble Tamayo no sea un grupo de existencia fugaz como tantos otros, porque tiene raíces sólidas que bien valen la pena hacer crecer.