Expone en libro los problemas y posibles soluciones
Colectar agua de lluvia, opción de abastecimiento: Legorreta
En un momento en que el tema del agua es el centro del debate público nacional, la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) lanza el libro El agua y la ciudad de México: de Tenochtitlán a la megalópolis del siglo XXI.
Escrito por el arquitecto Jorge Legorreta, el libro plantea los problemas por los que atraviesa esta ciudad en materia hídrica como resultado de erróneas políticas hidráulicas desde la conquista por los españoles hasta nuestros días.
Legorreta plantea varias soluciones para abastecer de agua la ciudad y evitar el progresivo hundimiento de la misma. Propone la recolección de agua pluvial para evitar desperdiciarla, por medio de los sistemas de drenaje, así como la posibilidad de desentubar ríos tapados por ejes viales y convertirlos en ríos de concreto. Para la restauración lacustre de la cuenca, en la que se encuentra esta capital, hay que comenzar por pensar más la ciudad, debatir sus problemas y democratizar las políticas hidráulicas en el sentido de que se empiece a escuchar la pluralidad de voces que comprenden esta megalópolis. A pocos días de que este libro salió a la luz, el urbanista platica acerca de su contenido.
-¿Cuáles son los temas principales de esta publicación?
-Es un ensayo que está hecho para explicar a la gente los grandes problemas del agua que tiene la ciudad de México. Empieza por una explicación histórica, en la que se expone la transformación más radical, desde el punto de vista medioambiental, hidráulico y lacustre, del planeta. En menos de 500 años logramos extinguir mil 100 kilómetros cuadrados de agua que existían en esta cuenca cuando llegaron los españoles y que, por una incomprensión de la ciencia del renacimiento europeo, no se pudo conservar el paraíso lacustre. Se quitó el agua y en su lugar se creó una ciudad de 4 millones y medio de autos, con grandes problemas de contaminación, hundimiento y agua. Su población pasó de un millón 200 mil habitantes en el siglo XVI a 22 millones, y el agua cristalina se volvió agua negra que riega 900 kilómetros cuadrados de agricultura en el Valle del Mezquital. Tras explicar esa transformación lacustre se entra en un segundo escenario: el abastecimiento.
La ciudad se hunde
-¿Qué problemas plantea el abastecimiento?
-Durante todo el siglo XX se extrajo agua del subsuelo. Comenzamos en 1906 a cavar a 9 metros de profundidad y hoy estamos extrayendo a 450 metros, esto produce problemas de hundimiento. La ciudad tiene en sus mantos freáticos arcillas que, al extraer el agua, se comprimen y se producen vacíos que, con el peso urbano, la ciudad se hunde.
"Otro problema es el de los nuevos asentamientos de las grandes compañías inmobiliarias. Entre 2000 y 2006 detectamos alrededor de 260 mil casas construidas desde Chalco hasta Huehuetocan. Esas casas han resuelto el abastecimiento de agua yéndose al subsuelo, a 350 metros de profundidad, y eso está provocando hundimientos en la cuenca. Los desechos del agua residual y pluvial que captan esos asentamientos van a los drenajes de la ciudad, incrementando el volumen. Esto satura el drenaje y crea inundaciones.
"Por otro lado, estamos trayendo agua de regiones lejanas. Se comenzó en 1909 cuando se inauguró el acueducto de Xochimilco. Después, en 1940, trajimos el líquido de Lerma, provocando crisis agrarias en la zona mazahua. En 1980 lo trajimos de las ocho presas del Cutzamala, de Michoacán a Milpa Alta. No conformes con eso, en 1990 se intentó desviar el río Temacaltepec con fuerte oposición de campesinos, porque provoca daños en sus tierras. La visión de esta megalópolis es crear el gran centro de consumo mundial de agua y eso provoca problemas. Cuanto más extraemos y más transportamos, más desigualdad existe en la ciudad. Porque abastecerla no depende de volumen extraído, sino de mejorar los sistemas de distribución injustos que existen. Mientras en algunas zonas de Iztapalapa consumen 14 litros por habitante al día, en las Lomas disponen de mil litros por persona."
-Su libro habla de restauración lacustre, ¿a qué se refiere?
-Volver la atención más a la naturaleza y no tanto a las grandes obras hidráulicas. La cuenca tiene cerca de 90 ríos, la parte urbanizada tiene 48 que, si los ponemos en un plano del siglo XVI, nutrían el lago que conocieron los españoles. Si esa misma cuenca la ponemos en 2006, los 48 ríos siguen existiendo, pero están conectados todos al drenaje de la ciudad. Si no los controlamos en su parte alta, provocarán inundaciones.
Necesaria, una obra que separe
-¿Qué soluciones existen?
-En vez de sacar más agua con otro emisor del drenaje profundo, es necesario que se construya una obra que separe el agua negra de la pluvial. Todavía no se ha podido construir una política hidráulica que construya grandes almacenamientos de agua pluvial. El 80 por ciento del agua que sacan los drenajes en época de lluvia es agua pluvial mezclada con agua negra. Es inadmisible que estemos trayendo agua de nuestros hermanos indígenas de otras zonas del país, mientras en la ciudad la desperdiciamos.
-¿Se pueden recuperar los ríos?
-Hemos entubado ríos contaminados y, por encima, hemos construido ejes viales. Hemos cambiado agua por autos. Si esos tubos lo construimos bajo el cauce, podríamos tener ríos de concreto como el Támesis o el Sena.
-¿Qué lugar tuvo el problema de la ciudad de México en el cuarto Foro Mundial del Agua?
-El foro sirve para ampliar la conciencia sobre temas del agua, pero no para tomar acciones. Para emprender acciones, los políticos tienen que actuar con modestia y pensar más la ciudad. Todavía estamos a tiempo de corregir los errores históricos, de modificar las políticas hidráulicas, de prever situaciones catastróficas. Es cuestión de pensar en la ciudad y escuchar más a la gente que sufre los problemas del recurso.
El libro puede adquirirse en todas las librerías de la UAM y en el Centro Banamex, sede del Foro Mundial del Agua.