Rescribe Bush para India leyes sobre proliferación nuclear
Por primera vez ese presidente ha preferido favorecer a un amigo que perseverar en un principio
EU y otros países insisten en que Irán no puede interpretar las leyes antinucleares. Entonces, ¿por qué Bush se propone hacer eso con India, que ya tiene armas nucleares?
Ampliar la imagen Protesta contra el presidente estadunidense George Bush, durante la visita que realizó a Nueva Delhi, el 2 de marzo Foto: Reuters
Dentro de diez años, la decisión de Bush de rescribir las leyes para prevenir la proliferación de bombas nucleares, ¿será apreciada como intrépidamente correcta o como peligrosamente errónea? Al quebrantar su tratado con India, permitiéndole importar combustible y tecnología nuclear a pesar de ser un país que se dedica a la fabricación de armas, por primera vez Bush ha preferido favorecer a un amigo que perseverar en un principio.
Bush apuesta a que los futuros beneficios de aceptar a India como miembro del club nuclear, para todos los efectos, podrían superar el trastorno que ahora sufre el régimen internacional contra la proliferación, ya bajo severa presión por los empeños nucleares de Corea del Norte e Irán. Su apuesta es peligrosa.
Mientras tanto, en su prisa por complacer a India, Bush está perdiendo la oportunidad de obtener moderación nuclear más amplia en uno de los entornos más violentos del mundo.
Se necesitan nuevas ideas en el juego contra la proliferación nuclear. Corea del Norte ha quebrantado todas y cada una de las normas del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP) y se jacta de su bomba. Irán asevera que no tiene capacidad de hacer una, pero reclama el ''derecho'' a adquirir peligrosas tecnologías para fabricar combustible nuclear -como otros harán en el futuro, a menos de que se encuentre soluciones creativas para disuadirlos- que pueden ser usadas en la fabricación de armas.
Esta semana, EU y otros países han insistido ante la Agencia Internacional de Energía Atómica en que Irán no puede interpretar las leyes antinucleares para favorecer sus ambiciones armamentistas. Y entonces, ¿por qué Bush se propone hacer exactamente eso con India, que ya tiene armas nucleares?
No sólo viejas ideas
Viene la respuesta: uno tiene que enfrentarse al mundo tal como es. India necesita importar tecnología y combustible nuclear, que hasta ahora se le ha negado por una combinación del TNP, las normas informales del Grupo de Proveedores Nucleares (NSG) y la ley estadunidense, para satisfacer sus crecientes necesidades de energía. Además, India no es Irán o Corea del Norte. Estos países firmaron el TNP y han hecho trampas. Al igual que Pakistán e Israel, India nunca se integró al tratado y sus armas no quebrantan ninguna ley. Además es una democracia responsable, no apoya grupos terroristas ni amenaza con desaparecer del mapa a sus vecinos, como Irán hizo de manera reciente con Israel. Por otra parte, en compensación por que EU quebrante las normas del convenio nuclear, India pondrá más reactores nucleares civiles bajo salvaguardas internacionales y fortalecerá su resolución contra la proliferación.
Dejemos a un lado si la energía nuclear servirá mejor a las necesidades de India, lo cual es una decisión de dicho país, tomada a sabiendas de las normas antinucleares que contravenía. Y aunque las armas nucleares de India no quebranten leyes, en la práctica se ha iniciado en el negocio de las armas, como hicieron Corea del Norte e Irán al usar de manera incorrecta materiales y tecnologías proporcionados para propósitos civiles. Con todo, Bush está en lo correcto: nadie espera que India entregue sus armas ahora.
Pero una cosa es tener una amplia y cercana amistad con India, y otra hacer a un lado las leyes en su beneficio. Cierto, Bush no propone que se dé la bienvenida a los aficionados nucleares si persisten lo suficientemente, aunque ese es el mensaje que a Irán le gustaría oír. Más bien, Bush desea que India -amistosa, democrática, respetuosa de la ley- sea tratada como una excepción por el Congreso, el cual debe reformar primero sus propias leyes si el tratado se aprueba, y que también lo haga el Grupo de Proveedores Nucleares (GPN).
El problema es que India podría probar que la excepción debilita la ley. Lo malo está tanto en los pormenores problemáticos del tratado como en sus posibles efectos secundarios. India no firmó el TNP, pero EU sí. Al hacerlo se comprometió a no ayudar a otos países con sus juegos armamentistas nucleares. También ha promovido el principio de que sólo los países que tienen todas sus instalaciones nucleares bajo salvaguardas internacionales (India no las tiene ahora ni las tendrá en el futuro) pueden beneficiarse del poder nuclear civil.
Permitir el comercio nuclear con India viola ese pacto de manera particularmente dañina. Las normas han comenzado a hacer mella. India se estaba quedando sin suministros de uranio para propósitos civiles y militares. Al permitirle importar combustible nuclear para sus reactores civiles, EU está disminuyendo de manera directa los cuellos de botella de su programa armamentista (extrañamente, también se acordaría que no habría rezago en los suministros de combustible incluso si India violara otras leyes estadunidenses contra la proliferación, como han hecho en el pasado sus empresas).
Lo que es peor, se propone exonerar de toda salvaguarda el programa experimental hindú de producción rápida de reactores, que podría producir plutonio para cabezas de misiles, aunque se ha sostenido que tiene propósitos civiles. Esto permitirá que, en el futuro, India produzca decenas de armas al año, no sólo unas cuantas.
Por si fuera poco, no sólo se han ofrecido a India -que cuenta ya con armas nucleares- los beneficios a disposición de las naciones que han aceptado las restricciones antinucleares del TNP, sino que ésta ha aceptado pocas de las obligaciones de las cinco potencias nucleares reconocidas por el tratado: EU, Rusia, China, Inglaterra y Francia. Todas, al menos, firmaron el tratado que prohíbe todas las pruebas nucleares; India se negó a hacerlo. Todas han puesto fin a la producción de plutonio y uranio enriquecido para propósitos armamentistas (sólo falta que China lo haga público); India rechazó de plano la petición de EU para hacer lo mismo.
Cascada de problemas
Quebrantar las leyes para favorecer a India animará a otros países a repensar sus alternativas nucleares. Pero podría haber causado menos daño si las ganancias para la no proliferación hubieran sido reales.
En particular, si se hubiera presionado a India para que detuviera la fabricación de materiales fisibles, como condición para cualquier pacto. Pakistán, para demostrar su interés, habría podido unirse a la moratoria. Como China -el referente preferido de las destrezas nucleares de India- ha suspendido también su producción, habría buena oportunidad de obtener una amplia red de restricciones.
El sudeste de Asia y Africa oriental necesitan explorar con urgencia medidas para crear confianza y extirpar peligrosas rivalidades regionales. Una podría haber actuado como un catalizador en Medio Oriente.
En el pasado, Israel ha hecho un reclamo más fuerte que otros por sus medidas disuasivas. Si EU lo instara a cerrar su reactor Dimona se podrían concebir ideas de un Medio Oriente libre de armas de destrucción masiva, lo que algún día también podría ayudar a finiquitar el problema de Irán.
En lugar de un círculo virtuoso antinuclear, ahora es más probable que haya un círculo vicioso nuclear. China podría insistir en hacer por Pakistán lo que EU desea hacer por India, sumándose a una carrera armamentista que en el pasado ha conducido a una cascada de proliferación. Dejar el camino libre a India podría envalentonar a Irán y a Corea del Norte en su posición de desafío, con potenciales repercusiones para la seguridad de todos sus vecinos, desde Arabia Saudita y Egipto hasta Japón, Corea del Sur y Taiwán.
Nadie pone en duda que la democracia más rica del mundo y la más grande tienen mucho que ofrecerse una a otra como amigas y socias. Pero secundar las ambiciones armamentistas nucleares de India no debe verse como un obsequio de Bush. Cuando se pida al Congreso modificar las leyes estadunidenses contra la proliferación nuclear, debe decir no.
FUENTE: EIU