ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR EL OFICIO ANGÉLICO (VII DE VIII)
En la segunda jerarquía, las potencias o potestades velan sobre los dominios humanos; las dominaciones, sobre los buenos espíritus, y las virtudes, sobre el cuerpo de los hombres. Potestades y virtudes pueden estar adornadas con azucenas o rosas rojas, y las dominaciones, estar coronadas y sostener orbes o cetros. Estos tres coros se visten con largas albas, cinturones de oro y estolas de color verde, sostienen el sello de Cristo en su mano izquierda y portan un anillo de oro en la derecha. En la tercera jerarquía, los principados velan sobre todo el género humano; los arcángeles, que tienen siete pares de alas, además de ser mensajeros, protegen a los reinos. Los ángeles sólo tienen un par de alas y cuidan a los individuos y las iglesias. La popularidad de los últimos reside en que también pueden ser los custodios de cada persona, misión originada en Mateo 17, 10: "guardáos de despreciar a alguno de estos pequeños, pues yo os digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente la faz de mi Padre, que está en los cielos". Son los mensajeros por antonomasia; según Zacarías, interpretan los signos y las visiones; su culto se difundió entre los siglos XVI y XVII. Los tres coros de esta jerarquía son representados con vestidos militares, armaduras, cinturones de oro, espadas, jabalinas o hachas. Todas las representaciones antedichas están fundadas en el criterio bizantino y así aparecen en la iglesia de San Marcos, en Venecia, aunque falta un "coro", el de los puttis, seres definidos por las necesidades decorativas de pintores, escultores y talladores barrocos: son esas mariposas pululantes en las pinturas de tema religioso, cuyas funciones resultan imprecisas: rodear a la Trinidad o la Virgen, ornar una escena bíblica o martirológica, formar una alada valla, mofletuda y pueril, en torno de los cielos; también la de sostener, a manera de falsas columnas, los pisos y calles de retablos y altares. Son ángeles barrocos, niños alados, sin diferencia con los cupidos.
Padres de la Iglesia y teólogos, atentos a la precisa explicación de minucias metafísicas, han postulado todo respecto al orden angélico: los misterios insondables acerca de los espíritus puros se pueden considerar descifrados. Así, para los últimos coros se prefiere la idea de que son símbolos espirituales, de las funciones de Dios, de las relaciones entre el hombre y su Creador, de las carencias y límites humanos. Si la interpretación simbólica no fuera estimulante, en la literal son seres que anuncian los misterios sagrados a la humanidad doliente, o son la corte de Dios; de aquí se deriva que los ángeles son la casa de Dios, el cielo del Cielo o quienes sostienen y mueven las luminarias estelares. (Continuará) |