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México D.F. Lunes 4 de octubre de 2004
Tanta melancolía se exhibe en el Museo Cuevas; buscan llevarla a Oaxaca y París
Muestra inconclusa del pintor Carlos Nakatani, terminada por sus amigos
MERRY MAC MASTERS
Cuando la muerte lo sorprendió, el pasado 2 de febrero, el pintor Carlos Nakatani (1934-2004) trabajaba desde año y medio antes en una exposición para el Museo José Luis Cuevas, sobre la cual se había propuesto ejecutar 80 cuadros, de 40 por 60 centímetros, un formato pequeño.
Para entonces ya había terminado 60 de las obras. Quedaban 20 bastidores "fondeados", casi todos en ocres, algunos variaban entre café oscuro y naranja fuerte. Ya que esos cuadros no estaban terminados de pintar, su hija Mayra Nakatani decidió entregar las telas de lino a "los mejores amigos de mi papá para que le ayudaran a terminarlos".
De esta manera, la exposición Tanta melancolía -el título alude a una muestra hecha hace dos décadas en París, así como al estado emocional que guardan sus dos hijas-, además del medio centenar de obras de Carlos Nakatani, suma alrededor de 20 cuadros terminados por amigos como Gilberto Aceves Navarro, Saúl Kaminer, Francisco Castro Leñero, Pedro Cervantes, Arnaldo Cohen, José Luis Cuevas, Emiliano Gironella, Luis Nishizawa, Irma Palacios, Roger Von Gunten, Demián Flores y Luis Zárate, entre otros.
Juan Soriano, por su parte, prestó una tinta fechada en 1967, año en que conoció a Nakatani, y en vista de que don Carlos era un "grabador maravilloso", Manuel Felguérez proporcionó un grabado. Empezó a correr la voz y los que ya no alcanzaron bastidor hicieron un cuadro dentro del mismo formato.
También se exponen los dos últimos grabados hechos por Nakatani que, incluso, no alcanzó a imprimir, cuya edición corrió a cargo de su hija Karla.
Aunque Mayra no hizo ninguna indicación a los artistas invitados, la mayoría trabajó su tela con Nakatani en mente. Por ejemplo, la de Aceves Navarro, "una especie de caricatura, con diálogos, tiene que ver con un episodio en la vida de ambos, una fiesta. Paco Castro no cambió el fondo, sólo puso unos puntitos de estos geométricos que él tiene. Irma Palacios hizo kanji (ideogramas) sobre el fondo que le prestamos".
Respecto a la obra que su padre realizó para la muestra curada por Mercedes Iturbe y museografiada por Mauricio Mallé, Mayra explica: "Son unas piezas muy alegres que retoman todos los elementos muy orientales, del espacio, del horizonte, como un puntito que llena el vacío. Hay hojita de oro, de plata, que le dan unos toques muy finitos al trabajo. Mi papá era como muy suavecito, muy sobrio". También era "disciplinado como un monje y muy trabajador".
Hijo de un japonés inmigrado a México en 1931, y madre mexicana, Carlos Nakatani, después de trabajar en la fábrica de golosinas de su padre, quiso hacer cine. En 1957 solicitó una beca al gobierno francés, que le fue otorgada por conducto de la UNESCO. Sin embargo, a sus 30 y tantos años, y debido a lo difícil que era dedicarse al séptimo arte, se cambió a la pintura.
A Mayra le gustaría mucho que Tanta melancolía viajara a Oaxaca porque su padre quería mucho a ese estado y sus amigos oriundos de allí: "Vivió muchos años en París con Francisco Toledo y Luis Zárate". También tiene la idea de que la muestra vaya a la Ciudad Luz.
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