México D.F. Martes 14 de octubre de 2003
René Drucker Colín
Las becas de Conacyt y otras cosas
El Conacyt ha sido el principal organismo nacional que aporta fondos para apoyar con becas de maestría, doctorado y posdoctorales, así como los estudios de posgrado. Sin embargo, recientemente se declaró que ya no habría becas posdoctorales y esto ha desatado algunas manifestaciones de inconformidad.
En nuestro país, a los recién doctorados se les exige un periodo mínimo de dos años de experiencia posdoctoral en algún laboratorio, preferentemente del extranjero, aunque esto último no es obligatorio. En la UNAM, el periodo posdoctoral se considera fundamental en la fase final de formación y es requisito para obtener una plaza de investigador.
En este periodo el joven dedica su tiempo a proyectos de investigación, lo cual le permite incorporar nuevas técnicas y nuevos conocimientos que enriquecerán sus capacidades para enfrentarse al reto de desarrollar investigación independiente sin un tutor que lo supervise. Ir al extranjero permite al joven familiarizarse con otras formas de hacer investigación, otras formas de pensar y, además, de relacionarse con individuos fuera de su ámbito natural. Este periodo posdoctoral se ha considerado tan importante que se ha convertido en práctica universal generar esta experiencia a cualquier recién doctorado.
Muchos laboratorios del mundo están ansiosos de recibir a estos jóvenes, pues llegan muy bien preparados, con mucho entusiasmo y capacidad. Es tal el interés, que en muchos lugares se "pelean" por allegarse a los mejores elementos. Por regla general los países (laboratorios) que reciben al posdoctorado pagan su sueldo, pues contribuye como si fuera empleado de ese lugar. En la UNAM, por ejemplo, cada año llegan entre 60 y 70 investigadores posdoctorales y nuestra institución cubre su salario.
Hoy día el Conacyt ha tomado la decisión correcta al negarse a pagar becas posdoctorales, pues considero que es obligación de la institución que recibe cubrir el salario del que llega a ocupar una estancia posdoctoral. Quien contrata debe pagar su salario. De otra manera nosotros, con los escasos recursos que tenemos, estamos financiando la investigación de países que tienen muchos mayores recursos.
Por otro lado, el Conacyt debería hacer todos los esfuerzos posibles por retener y repatriar a los que han ido a mejorar su preparación. De hecho, ese programa de repatriación, muy exitoso en la década de los noventa, fue inexplicablemente interrumpido durante esta administración, error que nos va a costar muy caro en el futuro.
Al ya no otorgar becas posdoctorales el Conacyt, considero que simultáneamente debería aumentar el monto de las becas doctorales nacionales con el dinero que se ahorrará.
Para contender aún mejor con ese objetivo, también se deberían reducir al máximo posible las becas al extranjero, a menos que se demuestre que no sólo son imprescindibles y necesarias para el país, sino que además aquí no existen las condiciones adecuadas dentro de tal o cual disciplina. Este dinero podría ser invertido en fortalecer nuestros posgrados nacionales y obligaría a nuestras universidades a reforzar sus posgrados. Quiza esto permitiría elevar en nuestro país el triste número de sólo 11 doctores formados anualmente por cada millón de habitantes.
Aunado a esto, tanto el Conacyt como la SEP deberían juntos promover lo que desde hace algún tiempo hemos propuesto (Ciencia. Vol. 54: pp. 90-93, 2003) en el sentido de crear la figura de profesor-investigador nacional con un tabulador nacional, lo cual promovería la movilidad interinstitucional.
La ausencia de dicha movilidad representa, a mi juicio, el gran cuello de botella que impide fortalecer a las universidades públicas de este país. Esta estrategia también daría la gran oportunidad a los jóvenes investigadores de trabajar en cualquier sitio del país con las mismas condiciones, tanto salariales como laborales.
En fin, está claro que se requiere un número importante de estrategias en conjunto y si bien aplaudo no otorgar más becas posdoctorales, esto tiene que ir aúnado a otras estrategias conjuntas, pues de lo contrario parecería que lo único que se quiere hacer es recortar el presupuesto a la ciencia, cosa que ya se ha hecho en demasía en lo que va de esta administración.
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