Cuauhtémoc Cárdenas
Este texto -versión resumida del original- se publica por considerarlo de interés para los lectores
Sr. Dr. Enrique Semo
México, DF
Los fracasos en la política, las frustraciones en la vida en general, generan en ocasiones rencores, amarguras, antipatías, aun en personas que a los ojos de los demás, la vida no ha tratado mal. Pero en fin, sólo quien lleva adentro esos sentimientos que corroen sabe a qué obedecen. Para otros es difícil desentrañar sus orígenes.
Este es un primer sentimiento, una primera reflexión que me surge de la lectura de La búsqueda. 1. La izquierda mexicana en los albores del siglo XXI, que recientemente presentaras, en cuyas páginas encuentro juicios y afirmaciones sobre mi padre y su actividad política, así como sobre mi persona y mi actuación en la vida pública, sin sustento en hechos que hayan verdaderamente acaecido y sin referencias documentales, lo que sólo me explico porque lo que haya hecho mi padre o lo que pueda yo representar o lo que haya logrado, en positivo o negativo, según quien lo mire, rompe patrones, contradice dogmas, echa abajo mitos, destruye ilusiones, de lo que hubieras querido sucediera en el curso de la historia, en el devenir político o en los destinos personales.
A lo largo del texto me calificas de neopopulista, concepto que defines en la página 17 como "un estilo de hacer política que se nutre del clientelismo, el corporativismo y la corrupción endémica". Tajantemente rechazo que se me identifique, por ti o por quien sea, con la corrupción, el clientelismo y el corporativismo, lacras que he combatido como funcionario público y en mi actuar político.
En distintas partes del libro se critica y se ataca a la Revolución Mexicana, pero en ninguna parte se precisa qué es lo que ideológica, políticamente o de su práctica molesta de ella, de las corrientes de pensamiento que generó desde sus precursores hasta la actualidad o de los logros que se alcanzaron o los hechos que tuvieron lugar, en el país o en el campo internacional, a partir de las acciones que desató.
Coincido contigo en que el populismo, tal como lo defines, "es un obstáculo para el desarrollo de la democracia y una rémora" (página 19), y si bien una de las formas de expresión de la contrarrevolución ha sido el populismo, la obra constructiva de la Revolución ha dejado logros de gran importancia y trascendencia para el país: la efectividad del sufragio, demanda fundamental de aquel movimiento, apenas ahora en vías de consolidación, la no relección, la reforma agraria, el control de los recursos del subsuelo por parte del Estado, una política exterior caracterizada por la no intervención, el respeto a la autodeterminación y la prevalencia de la paz, y la educación pública laica y gratuita, entre ellos.
Por la resistencia que siento tienes para reconocer la obra positiva de la Revolución Mexicana, te pregunto: ¿fue malo que se derrocara a la dictadura porfiriana? ¿No debió haberse combatido la usurpación huertista? ¿Constituyó un paso hacia atrás la promulgación de la Constitución de 1917? ¿Fueron acaso equivocadas las luchas por el respeto al voto, el reparto de la tierra, el reconocimiento a derechos sociales como el de huelga?
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"Por tradición cultural, historia personal y visión del futuro soy socialista -escribes en la página 23, y continúas- ... debe aceptarse que el socialismo sólo es una de las corrientes de la izquierda".
Para hacer una mejor lectura de La búsqueda, estarás de acuerdo, sería muy bueno para los lectores tener precisión respecto a la corriente de la izquierda y/o del socialismo con la cual te identificas, a cuál te asimilas, pues al igual que tú, socialistas y de izquierda se declaran o declararon los miembros del PSOE español, varios de los gobernantes escandinavos, Carlos Andrés Pérez -de Venezuela-, Lenin, Trotsky, Stalin, Mao, Pol Pot. Conocer bajo qué enfoque están hechos los juicios en tu libro, mucho nos hubiera ayudado a los lectores.
Las ideas que dan fortaleza a la izquierda, se dice en las páginas 27 y 28, son la democracia integral, la emancipación radical de la mujer, el respeto a la diversidad, un Estado democrático de responsabilidad social, una globalización incluyente, un nuevo orden político mundial. Son éstos los mismos objetivos de la Revolución Mexicana, o existe con ellos una gran coincidencia, lo que me explico por la idea expresada por algunos revolucionarios, mi padre entre ellos, que al desarrollarse el proyecto de la Revolución a plenitud, se llegaría a un sistema y a una sociedad socialistas.
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Quiero ahora hacerte una precisión: asientas en la página 66, que en 1952 el "Partido Comunista Mexicano... acabó apoyando a Lombardo Toledano". Hasta donde yo recuerdo, y consultando además la documentada obra de Elisa Servín Ruptura y oposición. El movimiento henriquista, 1945-1954, en 1952, en el curso de la campaña electoral de ese año, se trató de formar una alianza entre la Federación de Partidos del Pueblo Mexicano (FPPM), que postulaba como su candidato a la Presidencia al general Miguel Henríquez Guzmán; el Partido de la Revolución, que postulaba al general Cándido Aguilar; el Partido Popular (PP), que llevaba como candidato al licenciado Vicente Lombardo Toledano, y el Partido Comunista Mexicano (PCM). El candidato con los apoyos más numerosos y amplios, y por tanto con las mayores posibilidades de llegar a la Presidencia era, sin duda, Henríquez. Se trató de avanzar en los acuerdos y finalmente el general Aguilar declinó su candidatura en favor de la de Henríquez, y Lombardo decidió sostener la suya, para llegar hasta la elección.
Hasta donde yo recuerdo, y así se lee en la obra de Elisa Servín a la que he hecho referencia, el Partido Comunista mantuvo su acuerdo con la FPPM, de la que Dionisio Encina, secretario general del PCM, fue candidato a senador por Coahuila.
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A lo largo de las páginas 116 a 121 se da cuenta de las realizaciones y logros del Partido de la Revolución Democrática, haciendo de ellos, me parece, una apreciación positiva. Con esta visión se habla de la denuncia del deterioro de las condiciones sociales y de los niveles de vida de la población provocado por la instrumentación de las políticas neoliberales, de la sólida defensa que el partido y sus legisladores hicieron de los derechos sociales, de la firme oposición a las contrarreformas constitucionales del salinismo en materias agraria, educativa y penal, de la defensa de la posesión social de la tierra, la lucha por un buen acuerdo comercial con Estados Unidos y Canadá, de la protección al migrante mexicano.
Hay en este texto, y no quiero que lo tomes como una actitud vanidosa de mi parte, y menos como un reclamo personal, una omisión del historiador veraz y detallista: en los años en que mucho de esto sucedió fue precisamente cuando tuve la distinción de ser presidente del PRD, y si bien soy el primero en reconocer que los avances alcanzados en ese tiempo se deben al esfuerzo colectivo de militantes, legisladores y dirigentes, me parece un acto al menos de mezquindad no hacer la mínima referencia ni dar el mínimo reconocimiento por esos logros a mi persona. Y repito, más considero debiera hacerse por la historia, pues nada me gratifica una valoración positiva de tu parte.
"En la estructura de oportunidades de hacer carrera que ofrece el PRD -escribes en la página 130-, el político depende íntegramente de la cercanía al caudillo principal, Cuauhtémoc Cárdenas, y/o su pertenencia a alguna de las camarillas."
No creo que me quede el calificativo de caudillo, pero eso no es lo importante de este párrafo. Me parece que por lo que aquí escribiste, ofendes y menosprecias a muchos compañeros míos -no sé si tuyos- del PRD, que han sido luchadores de larga trayectoria, que tienen méritos y valores que no merecen un juicio como el que haces de ellos. No lo creo justo, ni siquiera para aquellos con los que a lo largo de la convivencia dentro del partido o en la vida política nacional he tenido profundas diferencias o llegado incluso al rompimiento.
No sé si el historiador, pero sí sé que el militante del socialismo y de la verdadera izquierda, tiene la obligación de ser valiente y veraz, por lo que te pregunto: ¿quiénes de los políticos del PRD han tenido oportunidades de hacer carrera dentro del partido por su cercanía a mí o por pertenecer a las camarillas? Nombres y apellidos es lo menos que puedes dar para la historia.
Señalas en la página 137 que en 1994 "lo que no hicieron [yo entre otros, entiendo] fue una campaña moderna en la que se privilegiaran los medios masivos de información. Soslayaron una política profesional de medios y se dejaron llevar por el voluntarismo y la obcecación de hacer una campaña de 'trato directo con los electores'..."
El historiador debiera saber, por ejemplo, que en 1994 las cadenas de televisión con cobertura nacional ofrecieron espacios al PRD con una tarifa, que según esas empresas era la aplicable para la propaganda política, de 300 millones de pesos, esto es 100 mil dólares de Estados Unidos, por minuto. El partido, en esa campaña, no tenía ni para pagar un minuto, que convendrás conmigo, de nada hubiera servido. No es entonces que no hayamos hecho una campaña moderna, sino que los medios de comunicación masiva se abrieron, casi con exclusividad, para la propaganda del partido oficial y para la de los programas de la solidaridad salinista, no para el PRD y su candidato presidencial. No hubo en mí ni voluntarismo ni obcecación en la campaña que se realizó con base principalmente en el contacto directo con los electores. Fue la única posibilidad que quedó abierta. Recuerda que Zedillo declaró, a los pocos meses de tomar posesión, que la elección que lo llevó a la Presidencia había sido "una elección inequitativa". El seguramente sabe por qué lo dijo.
"Esta vez [1997] -se anota en las páginas 137 y 138- Cárdenas, candidato en el Distrito Federal, no es un personaje central a nivel nacional. Por lo tanto su mérito en ese avance [7.5 millones de votos, 70 diputaciones de mayoría y 125 en total, 25.71 por ciento de los votos] es sólo parcial."
Vale la pena recordar que en 1997 la campaña por la jefatura de Gobierno del Distrito Federal, léase bien: la campaña, entre otras razones, debido a que los medios de comunicación masiva -la televisión de cobertura nacional- dieron cuenta de ella con gran profusión y amplitud, se convirtió, en los hechos, en una campaña nacional, en la campaña conductora de las demás campañas para todos los partidos y atrajo para el PRD, pésele a quien le pese, la mayor votación que el partido haya recibido en cualquier elección. En ello influyeron las condiciones del país, particularmente el desastre económico de 1994-1995 y el fuerte reclamo político de apertura, que obligó al gobierno, entre otras cosas, a abrir los medios de comunicación a la oposición y convocar a la ciudadanía de la capital para elegir mediante el voto popular a una autoridad ejecutiva con jurisdicción en toda la entidad. Influyeron también las propuestas electorales y las buenas campañas del PRD, entre ellas la interna para definir candidato a la jefatura de Gobierno, que fue muy corta, de 13 días, pero muy intensa y de gran impacto en la ciudadanía de todo el país, y la que se realizó en el Distrito Federal para llegar a la elección constitucional, en la que el PRD ganó la jefatura de Gobierno, lo cual me da la impresión de que por alguna razón que desconozco, te molesta.
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Empezamos ahora con el capítulo "El cardenismo y el neocardenismo", y leo en la página 145 que debido a su encuentro con la Corriente Democrática (que surgió, como sabes, como un movimiento de recuperación del rumbo revolucionario y de renovación del PRI, con el que al poco tiempo rompió) "la izquierda perdió su pureza sectaria y dogmática".
Me parece entender, en primer lugar, que es con esa izquierda pura, sectaria y dogmática con la que te identificabas y te identificas, añorando la pérdida de su pureza. Tu pertenencia a esa izquierda -y esa precisamente- me explica, aunque sea parcialmente, el porqué de los juicios y valoraciones que haces a lo largo de La búsqueda sobre las ideas y la obra de mi padre, Lázaro Cárdenas, sobre mi persona y mi actuación pública.
En la página 147 se dice que la izquierda del siglo XXI -que la veo y la quiero necesariamente desprovista de sectarismos y dogmatismos- no puede construirse sobre mitos y cultos, en lo que estoy de acuerdo, y que "Cuauhtémoc Cárdenas, el hombre, resiste la prueba de la verdad. Los cultos y los mitos que lo acompañan, ya sean de izquierda o de derecha, sólo crearán a la larga añoranzas utópicas de un pasado paternalista y estatista o un caldo de cultivo óptimo para el ascenso de la extrema derecha".
Me asalta la curiosidad: ¿qué prueba de la verdad resisto como hombre? Yo considero que todas, pero me gustaría conocer tu opinión, porque por el contenido del libro, me quedo en ascuas.
Me interesaría mucho saber también cuáles son los mitos y cultos que me acompañan, de la izquierda -y de cuál izquierda- y de la derecha, y entre quiénes crees que se han creado o se crearán las añoranzas de ese pasado estatista y paternalista al que mencionas. ¿Será entre los antiguos militantes puros del dogmatismo y el sectarismo, que se decían de izquierda y lo más probable es que no lo fueran? No reconozco, por otra parte, en lo que pudiera llamarse mi entorno, de quiénes hayan hecho presa esas mentadas añoranzas.
Yo, por cierto, no veo al dogmatismo y al sectarismo acompañándome en las lides políticas, ni por la derecha ni por la izquierda. Los he encontrado, sí, pero como adversarios y como obstáculos en uno y otro lado de la geometría política.
Sería, además, muy importante para la buena izquierda, la que verdaderamente trabaja por México y por la humanidad, desentrañar cuáles son los mitos y cultos que tienes en mente, para no caer en posiciones de constituirse en "caldo de cultivo óptimo para el ascenso de la extrema derecha", como el mito o el culto -aclárame qué fue- del voto útil que constituyó, sin lugar a dudas, un factor importante, si no es que decisivo, para "el ascenso de la extrema derecha" que hoy representa y defiende el gobierno de Vicente Fox y de Acción Nacional.
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"1940 -se escribe en la página 149- es un año decisivo en la historia de México y del cardenismo. Terminó la revolución social y se inició la era de la contrarrevolución. Una contrarrevolución pasiva, astuta y gradual, pero no por eso menos efectiva. Y Lázaro Cárdenas se enfrentó a una gran disyuntiva. Optó finalmente por colaborar con el régimen, guardando su identidad personal. Sin dejar de apoyar explícitamente a todos los presidentes que lo sucedieron y ocupar puestos en el gobierno, auspició en dos ocasiones movimientos de protesta y oposición. Las salidas fueron cruentas, pero terminaron siempre en la reconciliación pactada."
La colaboración de Lázaro Cárdenas con el gobierno después de 1940 tuvo siempre propósitos muy claros y fue siempre acorde con los principios de la Revolución Mexicana y sus objetivos. Colaboró con el gobierno que le sucedió, como secretario de la Defensa Nacional, desde que estalló la Segunda Guerra Mundial hasta la rendición de Japón en 1945, cuando México se sumó a la lucha contra el nazifascismo. Colaboró más tarde en la Comisión del Tepalcatepec (1947-1958) y en la Comisión del Balsas (1962-1970), así como en los estudios del proyecto siderúrgico de Las Truchas, en la costa de Michoacán. Con los proyectos regionales del Tepalcatepec y del Balsas se crearon condiciones para un mejor desarrollo de esas regiones y se abrieron nuevas oportunidades de mejoramiento a su población. El proyecto industrial de Las Truchas ha contribuido al aprovechamiento de un importante recurso natural, a complementar la estructura productiva de la siderurgia y a crear mejores condiciones para el desarrollo de la zona de la desembocadura del río Balsas.
Al dejar la Presidencia de la República, Lázaro Cárdenas llevaba consigo su determinación de no volver a intervenir en asuntos electorales y de cuidarse de no repetir la experiencia del maximato, que él había liquidado.
En esas condiciones es que aceptó colaborar con los gobiernos que le siguieron, pero aun colaborando con ellos, nunca dejó de hacer presencia pública y oportuna en aquellas cuestiones que consideró de su obligación y de su interés, como la defensa del petróleo nacionalizado, la reforma agraria, la soberanía de la nación, el rechazo a las intervenciones estadunidenses en América Latina o la lucha por la paz mundial.
Cabe hacerte una pregunta: ¿qué debiera haber hecho Lázaro Cárdenas, según tú, como ex presidente y tomando en cuenta la trayectoria de su vida, su formación y compromisos políticos y con la nación? ¿Irse a su casa? ¿Alejarse de la vida pública o actuar en ella? ¿Cómo? ¿Afiliarse al o a los partidos de los que tú has formado parte? ¿Qué es lo que consideras que no debió haber hecho, y por qué?
Lázaro Cárdenas nunca pactó con ningún gobierno, como falazmente lo afirmas, ni auspició movimientos de protesta y oposición.
Si el general Miguel Henríquez decidió lanzar su candidatura a la Presidencia de la República fue por decisión propia y no porque Cárdenas lo alentara a ello. Cuando Henríquez, quien había sido su colaborador en el área militar, le planteó su interés de postularse, Cárdenas fue muy claro con él, al decirle que la amistad y el afecto entre ambos se mantendrían inalterables, pero que conocía bien su determinación y sus razones para no intervenir en asuntos de carácter electoral, y que no brindaría por tanto apoyo a ningún candidato. Cárdenas en ningún momento ni circunstancia ofreció a Henríquez acompañarlo en su empresa electoral.
Participando en la campaña henriquista estuvieron amigos cercanos y queridos de mi padre y de la familia, como el general Francisco J. Múgica y el licenciado Raúl Castellano, incluso miembros de la familia, como José Raymundo, hermano de mi padre, quien jugó como candidato a senador por Michoacán, y Salvador Solórzano, hermano de mi madre, quien fue candidato a diputado por un distrito del mismo estado. En contra de Henríquez estuvieron otros amigos tan queridos y cercanos como el licenciado Ignacio García Téllez y el general Heriberto Jara.
De lo que sucedió al movimiento henriquista después del 6 de julio de 1952: los anuncios velados de un levantamiento que nunca llegó, el desgranarse del movimiento y la desbandada cuando en 1954 Henríquez se ofrece como el Castillo Armas mexicano, sólo sus integrantes fueron responsables.
Lázaro Cárdenas tampoco auspició el Movimiento de Liberación Nacional (MLN), como no lo hizo con el henriquismo. Lázaro Cárdenas no estuvo detrás del MLN; fue fundador y miembro del movimiento, dando siempre la cara como tal.
Y Cárdenas no pactó en nombre de nadie y con nadie la disolución del MLN. Otros fueron los factores que condujeron a ello, y pronto estaré tratando el punto.
"Durante el primer año de existencia de la nueva organización Cárdenas se mantuvo firme en su apoyo. Por eso sorprendió a todos un acto que no parece guardar congruencia con esa posición. El 7 de diciembre de 1961 el gobierno anunció que siete ex presidentes, entre ellos Lázaro Cárdenas, habían sido nombrados para ocupar puestos secundarios pero significativos en la administración pública... Su posición no dejaba lugar a dudas. Estaba con el Movimiento de Liberación Nacional, pero no abandonó su colaboración con el gobierno."
Lázaro Cárdenas brindó su apoyo al Movimiento de Liberación Nacional mientras éste tuvo presencia en la vida pública del país, no sólo en su primer año de existencia.
En relación con la aceptación de Cárdenas para ocupar la vocalía ejecutiva de la Comisión del Río Balsas y respecto a la forma como presentas el caso y tu conclusión fulminante, ignoras un hecho muy importante, lo que constituye una omisión intencionada o, en el mejor de los casos, una falla del historiador-investigador: la visita que mi padre hizo a los presos políticos -dirigentes ferrocarrileros, entre los que se contaban Demetrio Vallejo y Valentín Campa, David Alfaro Sequeiros, Filomeno Mata y el general Celestino Gasca-, para hacerles conocer de la invitación que le estaba haciendo el presidente, al igual que a los demás ex presidentes, y de que al aceptarla, consideraba estaría en mejores condiciones para insistir ante el propio titular del Ejecutivo en su liberación, que fue una lucha que sostuvo Lázaro Cárdenas desde que aprehendieron a los dirigentes del movimiento ferrocarrilero hasta su muerte, en octubre de 1970.
"... cisma en el MLN -se lee en la página 152, y continúa-: Pero la verdadera y definitiva división vino relacionada con la sucesión presidencial de 1964. Mientras que un sector consideraba que había que oponerse al candidato oficial y construir una fuerza de oposición independiente, otro proponía colaborar con él, negociando su participación futura.
"En el mes de abril del mismo año, un ala del MLN organizó el Frente Electoral del Pueblo... El lanzamiento del FEP y el apoyo de Cárdenas al candidato oficial dividió definitivamente al MLN que no tardó en dispersarse, mientras Cárdenas regresaba al seno del régimen y guardaba silencio."
Es falso, en consecuencia, que quienes no eran miembros del Partido Comunista dentro del MLN hayan apoyado, como miembros de éste, al candidato oficial. En el MLN nadie proponía colaborar con ningún candidato, partiendo del principio de que el movimiento se había constituido como un organismo plural en el que militaban miembros de diferentes partidos políticos y gente sin partido, quedando cada quien en libertad de participar o no en cuestiones partidario-electorales. El MLN adoptó desde su nacimiento un carácter no electoral y lo que efectivamente lo dividió fue la creación del FEP y las presiones que ejercieron los miembros del PC para que el MLN, como organización, se sumara a su proyecto, o mejor dicho, a su aventura electoral.
Quienes en esa época decidían en el PC no respetaron el carácter plural del movimiento, en el que militaban miembros del PRI, del PP que presidía Lombardo, del PC y de varios partidos más, algunos surgidos de fracturas del propio PC, y sus presiones para incorporar al MLN al FEP precipitaron un conflicto que debilitó al movimiento y lo llevó a su disolución poco tiempo después. No comprendieron que se requería de más tiempo para madurar el proyecto del MLN y lograr su consolidación como un frente plural en la lucha por la soberanía, contra el imperialismo, por la democracia.
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Ahora sí llegamos a lo verdaderamente personal, aunque en notas de prensa que he leído, relacionadas con la presentación del libro, se dice habías declarado que en La búsqueda no habías hecho juicios sobre personas.
"Cuauhtémoc Cárdenas -veo en la página 153- [aun] cuando habla repetidamente de su interés por la historia, nunca hizo estudios de ciencias sociales o de humanidades ni creyó que fueran necesarios para su formación política. Cuauhtémoc ha sido siempre un funcionario y un político. Nunca se identificó con los empresarios ni convivió con los intelectuales. Su visión de México es la que se tiene desde ese mirador y su idea del cambio es la que se puede promover desde la Presidencia de la República, no a través de la acción popular autónoma, la empresa privada o el pensamiento."
Desconoces en lo absoluto cómo ha sido mi vida y me juzgas por tus prejuicios. Desconoces -¿pereza del historiador?- cómo crecí y cuál ha sido mi formación, qué ejemplos familiares he tenido, cómo fueron las relaciones en particular con mi padre, y cómo han sido y son con mi madre, con quiénes he tratado y convivido y con quiénes he cultivado la amistad.
No tienes la menor idea de lo que he leído. He leído, por ejemplo, sobre la historia, las ciencias sociales y las humanidades, de temas que me han interesado, aunque ciertamente nunca he realizado un estudio sistemático y profesional sobre esas disciplinas, como tampoco he seguido cursos para militar en un partido y aspirar o llegar a cargos de elección popular. También he leído, para tu información, sobre muchas otras cuestiones que son de mi interés y he tratado de informarme lo más posible, por diferentes medios: lecturas, conversaciones, en conferencias, congresos, visitas a sitios, para cumplir en mejor forma con las responsabilidades políticas, profesionales, técnicas, etcétera, con las que me he comprometido.
He sido, es bien sabido, funcionario público con distintos cargos, unos de carácter técnico, otros políticos, y antes de pensar en cualquier cargo, tuve interés por las cuestiones políticas. Ahora bien, incurres en falsedad al escribir que siempre he sido funcionario. En los últimos años no lo he sido de 1986 a 1997 y del 29 de septiembre de 1999 hasta hoy; esto es, en poco más de 16 años he sido funcionario, cobrando lo estipulado en la ley correspondiente, un año y casi 10 meses, esto es, poco menos de 11 por ciento del tiempo.
Atinaste: mi vocación no ha sido la de empresario, pero debo decirte que cuento entre mis amigos cercanos, con los que convivo regularmente, a un buen número de empresarios, por cierto, empresarios exitosos.
Para fortuna mía, te lo digo también, he conocido, tratado y mantengo amistad con intelectuales, a los que yo -me pongo en este caso por delante- y la opinión pública calificamos de muy valiosos. Que no conozcas mis relaciones con ellos te lleva a la apreciación errónea -una más- de afirmar que no he convivido con gente de la cultura. Es cierto, debo confesarlo, a ti te he tratado muy poco.
Mi visión del país y de la política no puede ser sino la mía, la que surge de cómo se ha dado mi vida y de las relaciones que a lo largo de ella he desarrollado, como sucede a cualquier persona, que ve con los ojos propios, que asume sus responsabilidades y no espera que sean los ojos de otros los que impongan los rumbos de su vida. A este respecto lo que sí puedo decirte es que considero que mi visión de México no es la que da la combinación del sectarismo con el dogmatismo.
No estimo, por otra parte, que la única forma de impulsar los cambios que el país está exigiendo sea desde la Presidencia de la República, sino que para un partido, para un equipo político o para un individuo, esos cambios se pueden impulsar con menores dificultades si se tiene el ejercicio del poder. Te pediría que con objetividad pensaras en lo que hace el grupo político con el que colaboras en el Distrito Federal. ¿Crees, de veras, que lo que está haciendo sería más fácil o preferible hacerlo desde la acción popular autónoma, la empresa privada o el pensamiento, que desde el gobierno? Lo que en este sentido sí puedo afirmar es que el voto útil no es el factor para alcanzar los cambios, al menos no aquellos por los que millones de mexicanos, yo entre ellos, hemos venido luchando.
No estoy en la oposición política al régimen por el deseo o el ánimo de ser oposición. Esto es, no creo en la oposición por la oposición misma. Estoy donde estoy, en el terreno político, porque lo que considero benéfico para México y los mexicanos es precisamente lo contrario de lo que está haciendo el gobierno de derecha extrema que llegó, entre otros factores, por el voto útil. Creo firmemente en la acción autónoma del pueblo y por eso comparto con muchos el proyecto político del PRD, o en un sentido más amplio, el proyecto que surge de la parte avanzada de la Revolución Mexicana y que comparten importantes sectores progresistas del país. Y no creo que el cambio necesario pueda lograrse por la sola acción de la empresa privada o por un pensamiento que no esté vinculado a la acción popular, la organización política y social, y muchas cosas más.
Escribes también: "Cuauhtémoc no creció entre revolucionarios, se desarrolló en el seno de la elite gobernante. Desde niño tuvo tratos con los presidentes, los ex presidentes y sus familias. Por la casa paterna desfilaron muchos funcionarios y escuchó innumerables conversaciones sobre asuntos políticos".
Verdaderamente desconoces cómo crecí, que efectivamente no fue en el fragor de la lucha revolucionaria ni entre el polvo que levantaban las caballerías de los revolucionarios. Nací cuando hacía años ya que había concluido la fase armada de la Revolución, pero conocí, principalmente de niño y de joven, a muchos que sí empuñaron las armas para alcanzar un ideal.
Por otro lado, conocer de los revolucionarios, de las ideas que desataron aquel movimiento o que se generaron en él, cuéntalos entre mis muchos intereses. Y una buena parte del conocimiento que tengo de estas cuestiones lo adquirí por personas que se lanzaron a la Revolución.
No me formé con la elite gobernante, si con ello quieres decir que conviví cotidianamente y trabé amistades con los hijos de lo políticos en el poder.
Por otra parte, en distintos periodos de mi vida he tenido y tengo relaciones tanto en el trabajo político como de amistad, con personas y grupos que han actuado en campos muy diversos de las luchas sociales, desde Rubén Jaramillo y Genaro Vázquez Rojas, con quienes coincidí en el Movimiento de Liberación Nacional, hasta Rosario Ibarra, Rafael Galván y Heberto Castillo, pasando por un sinfín de personas y grupos de campesinos, obreros, profesionales, migrantes, etcétera.
En el curso de los años, por casa de mis padres pasó mucha gente. Con muchos, evidentemente conversé, establecí relación y trabé amistad.
Y no aflojas. "Pero al mismo tiempo y bajo la tutela de su padre -sigues más adelante-, participó en dos momentos importantes del desarrollo de la oposición de izquierda. Esta dualidad se mantendrá. Cuauhtémoc es, a la vez, parte de la elite gobernante y un hombre respetado por la izquierda independiente. En 1988 se produjo la ruptura política, pero las relaciones personales y familiares persistieron. La comunicación se mantiene abierta".
La tutela formal de mi padre terminó al cumplir yo la mayoría de edad, y en realidad desde mucho antes, pues siempre encontré en él respeto a mis decisiones. La plática con él, la opinión que yo pedía sobre muchas cuestiones, fueron para mí siempre orientadoras, formativas y enriquecedoras. Las decisiones que he tomado, puedo decirte que desde niño y adolescente, han sido mías y de mi responsabilidad, sin tutela y sin tutor, aunque sí escuchando muchas opiniones, y con ellas y mi propio razonamiento, tomando mis decisiones.
Me da la impresión de que a ti y a gente con tu formación política les resulta cuesta arriba aceptar que haya personas que tomen decisiones con independencia, asumiendo sus responsabilidades, sin recibir la consigna o la instrucción.
En el Movimiento de Liberación Nacional participé por convicción y decisión propias, no bajo la tutela de mi padre. En la campaña henriquista no participé, como tampoco lo hizo mi madre, como erróneamente -un error más del investigador- lo escribes en la página 155. Tuvimos simpatía por la candidatura del general Henríquez. Ni ella ni yo podíamos votar el 6 de julio de 1952, ella por ser mujer, yo por ser menor de edad. Sabíamos que mi padre había tomado la decisión, desde el 30 de noviembre de 1940, de no participar en la política electoral del país, y en este caso, por decisiones propias, decidimos tampoco participar nosotros.
No sé en qué te basas para afirmar que soy parte de la elite gobernante, de la que ahora tú, por cierto, formas parte. La palabrita, el concepto como lo aplicas, no me gusta, pero acepto haber sido parte del grupo gobernante cuando he debido desempeñar responsabilidades públicas, las que para mí terminaron al dejar la jefatura de Gobierno de nuestra ciudad capital. Ni antes lo fui, ni ahora lo soy.
Señalas que a pesar de haber pasado a la oposición "las relaciones personales y familiares persistieron. La comunicación se mantiene abierta". Una vez más falla o escribe falazmente el historiador. Desde que inicié mi participación en la Corriente Democrática, no digamos ya con el Frente Democrático Nacional o con el PRD, muchos que se decían amigos, e inclusive algunos familiares, cortaron la relación conmigo y con la familia cercana. Esas relaciones, para tu conocimiento, no se han restablecido.
Con políticos del gobierno, con gente de diferentes partidos, hasta con algunos del voto útil, hablo. Me parece importante para quien está activo en la vida pública, como yo, conocer puntos de vista diversos sobre el país y el mundo, si a esto te refieres cuando señalas que "[La] comunicación se mantiene abierta". Si es por mí, seguirá abierta.
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"Lo que Cárdenas hijo oye -dices con absoluta verdad en la primera parte de estos renglones de la página 158- no puede ser lo mismo que lo que oyó Cárdenas padre... el eco de los nuevos reclamos, de las nuevas mentalidades, del nuevo lenguaje, no se oye en su pensamiento y en su propuesta."
Dos personas diferentes, que viven en tiempos distintos, no pueden, efectivamente, escuchar lo mismo.
En párrafos como este queda muy claro que a tus apreciaciones no les das un sustento documental. En la parte final del libro se encuentra una abundante bibliografía, que no podría decir que sea completa en función de los temas que se tratan en el texto, pero en ninguna parte aparece una referencia a esa bibliografía, como se encuentra en estudios serios. ¿Cuál es el eco que no oyes? ¿Qué documentos de mi autoría has leído para afirmar lo que afirmas? ¿En qué actos y en qué fechas expresé los conceptos que te llevan a las conclusiones que presentas?
"Los años que pasó en el poder en la gubernatura de Michoacán y el Distrito Federal se desenvolvieron en medio de un ascenso de la derecha, y en lugar de refrendar lo prometido en las campañas, sirvieron para sembrar la duda en su veracidad o su posibilidad", se lee en la página 159.
El ascenso de la derecha lo he combatido desde mucho tiempo atrás, como lo hice cuando serví en el gobierno de Michoacán, en la Corriente Democrática, en el Frente Democrático Nacional, en el Gobierno del Distrito Federal y todo el tiempo en que he militado en el Partido de la Revolución Democrática.
Te pregunto: ¿conoces acaso mis promesas de campaña -en Michoacán y en el Distrito Federal- y has hecho con ellas un estudio comparativo para analizar qué cumplí y qué no cumplí? ¿Revisaste algún documento, algún Informe de gobierno? Ojalá pudieras dar a conocer hechos comprobables y aportar datos concretos.
Debo admitir que los años 1980-1986 y 1997-1999, en que fui gobernador y jefe de Gobierno respectivamente de Michoacán y del Distrito Federal, fueron años de ascenso de la derecha, pero puedo afirmar que en ninguna forma contribuí a ese ascenso, como sí lo hicieron, por ejemplo, quienes se fueron tras el espejismo y cayeron en el oportunismo del voto útil. Lo curioso de tu apreciación es que no reconoces que ahí donde he gobernado se concentra hoy la mayor parte de la fuerza electoral de la izquierda.
Eres persistente. ¿En qué basas tu afirmación (página 159) de que veo "con gran recelo la organización estable y la dirección despersonalizada"? ¿Has visto algún escrito mío en ese sentido o en qué hechos concretos -sitios, fechas, personas participantes- sustentas tus dichos? ¿He violado con mi conducta, en algún momento, los estatutos del PRD? ¿He atropellado el derecho de alguno de sus miembros? Para un sedicente socialista deben hablar los hechos, no la antipatía, la que respeto como un sentimiento pero no le doy validez como argumento.
Por lo que dices, el lector de La búsqueda debe entender que exceptuando mi caso, han sido presidencias despersonalizadas del PRD las de Roberto Robles Garnica, Porfirio Muñoz Ledo, Andrés Manuel López Obrador (¿también es despersonalizada su jefatura de Gobierno? ¿tampoco tiene sello personal su paso por la administración de la ciudad?), Pablo Gómez, Amalia García y Rosario Robles. Te contradigo: considero que cada uno de ellos -y cada una de ellas, para estar a tono con el voto útil, más allá de las reglas de la gramática- condujo al partido en su periodo con su estilo personal de hacer política.
Para tu información, no medí a mis colaboradores en la presidencia del partido por su identificación conmigo -como expresas en la página 159-, sino que a quienes invité o en su momento designé, con base en nuestros estatutos, lo hice en función de sus capacidades, trayectoria política y representatividad dentro del partido. Colaboraron conmigo, en cargos del Comité Ejecutivo Nacional, Heberto Castillo, Ifigenia Martínez, Adolfo Gilly, Samuel del Villar, Porfirio Muñoz Ledo, Ricardo Valero, Cristóbal Arias, Jesús Ortega, Rosario Tapia, Mario Saucedo, Armando Quintero, Saúl Escobar, Graco Ramírez, Jesús Zambrano, Gilberto Rincón Gallardo, entre otros. ¿Consideras que estas personas sólo ocuparon cargos en el CEN por su identificación conmigo? ¡Qué poco y qué mal conoce al PRD el historiador! ¡Qué poca consideración y reconocimiento te merecen compañeros como ellos!
Afirmas un poco más adelante (página 160) que el papel de caudillo que he ejercido "es fundamental tanto en la ideología como en el estilo de hacer política. A caudillo fuerte, partido débil", rematas.
¿En qué sentido he impuesto la ideología del PRD? ¿Podrías dar algún ejemplo que esté reflejado en nuestra declaración de principios o en nuestros estatutos o en cualquier otro documento oficial del PRD, como, por ejemplo, sus plataformas electorales? No puedo decir sino que hablas por hablar o, mejor dicho, que escribes por escribir, o que escribes para calmar los cargos de tu conciencia, tratando de justificarte descargándote sobre los demás.
Debo entender, por estas líneas, que he manejado el PRD y/o a los presidentes que han sido del partido a mi antojo. ¿Los consideras peleles, sujetos a mi voluntad y capricho? ¡Cuánto subestimas y cómo desprecias a la gente! Con este sentir, veo al sectario y al dogmático, pero el socialista ni por asomo aparece.
"El interlocutor directo de los movimientos es Cárdenas y las disputas internas del PRD consolidan su función de guía moral", escribes en la página 160.
Si acaso soy interlocutor de los movimientos, ¿es porque lo busco, porque me interpongo para que la dirección del PRD no lo sea, o por qué? Sería ético, en la argumentación de un intelectual, que señalaras en qué casos he sido un interlocutor -si es que lo he sido- indebido.
Insinúas, sin atreverte a expresarlo con todas sus letras, que me beneficio de las disputas internas que se dan en el seno del PRD. Es una de las tantas falacias que pueblan tu texto. ¿No te parece que los conflictos internos del partido fueron uno de los factores con una influencia decisiva y negativa en los resultados electorales de 2000, que estaremos de acuerdo en nada me beneficiaron?
Quisiera pedirte, como intelectual, historiador e investigador, me aclararas cuál es mi "función de guía moral", mote que enérgicamente rechazo.
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"Oponiéndose -yo, Cuauhtémoc Cárdenas, desde luego- a la intervención del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial (BM) en la elaboración de la política económica del Estado, rechaza la apertura comercial irrestricta, la restricción del gasto y la inversión pública, las privatizaciones, la congelación de los salarios, y exige una renegociación del TLCAN", se lee en las páginas 160 y 161, y te pregunto: ¿todo eso está bien o está mal, es bueno o es malo para México?
Me he opuesto y me opongo, efectivamente, a que sean el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial los instrumentos para decidir e imponer la política económica del Estado mexicano, sin tomar en cuenta los intereses de la gran mayoría de la población y manteniendo al país, por ya largas dos décadas, en el estancamiento económico y en el empobrecimiento de la gente. La definición de toda política pública debiera hacerla el Estado mexicano, sin imposiciones ni interferencias del exterior, y esa lucha por la soberanía nacional y contra el entreguismo habré de darla mientras tenga un aliento de vida.
Con la instrumentación de políticas o medidas como estas que señalas, a las que me he venido oponiendo, ¿crees que se ha beneficiado el país? Es eso lo que dicen los del voto útil. Yo afirmo que han ocasionado graves perjuicios a la nación.
Rechazo por eso la forma irrestricta y sin compensaciones como se abrieron nuestras fronteras, los recortes criminales al gasto público social, el freno al crecimiento de la economía y el favoritismo hacia el productor del extranjero, la corrupción endémica y desatada que constituye el denominador común de las privatizaciones, la salvaje congelación y la consecuente disminución en términos reales de los salarios de los trabajadores, que no es el caso de los altos ejecutivos ni privados ni públicos, y considero conveniente una revisión del TLCAN.
Todo eso no lo he sostenido sólo yo, sino que esas han sido las posiciones del PRD, aun después de que yo dejara la presidencia del partido en 1993.
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Un punto a mi favor: "Cuauhtémoc nunca ha visto en la oposición un fin en sí mismo". ¿Consideras, tú sí, que hay que ser opositor por la oposición misma? Yo estoy en la oposición porque no estoy de acuerdo con lo que hace el gobierno, y no lo estaría si las políticas públicas, por ejemplo, se correspondieran con los principios del PRD.
Sostienes, equivocándote y sin poderlo comprobar una vez más (página 162), que estoy convencido "que la única manera de cambiar el rumbo del país es acceder al gobierno y sus actividades [las mías, desde luego] hacia los movimientos sociales y el Partido de la Revolución Democrática estuvieron siempre dominados por ese objetivo. Su influencia hizo electoral la política de la izquierda hasta el extremo y la hundió en un pragmatismo del cual tardará mucho en salir... Los partidos de izquierda tenían militantes, el PRD sólo tiene políticos profesionales y simpatizantes. En su seno, los ideales se han esfumado para dejar lugar a los intereses descarnados".
Estoy convencido, lo afirmo una vez más, no de que desde el gobierno está la posibilidad única de cambiar el rumbo del país, sino de que desde el gobierno se puede impulsar con mayor fuerza y con menos dificultades u obstáculos cualquier proyecto político. Esto puede verse, y de ello dan cuenta, con todas sus limitaciones y a pesar de ir a contracorriente con el gobierno federal, los gobiernos estatales del PRD.
Soy, según tú, por lo que veo, el responsable, o mejor dicho, el culpable de que la izquierda se haya hundido en el pragmatismo y de que no salga de él. Me sobrestimas, pero independientemente de ello, si yo lo hice mal al presidir el partido de 1988 a 1993, ¿por qué quienes me sucedieron en esa responsabilidad no reorientaron correctamente -según tu visión- el rumbo del partido? ¿Qué ha pasado en todo este tiempo con los -¿incorruptibles?- pensadores e ideólogos de la izquierda sectaria y dogmática? ¿Por qué esperaste, siendo tú mismo miembro del PRD, 10 años para manifestar tu desacuerdo con el rumbo del partido y mi proceder político? Sólo falta que digas que tu silencio es también responsabilidad mía.
La afirmación de que en el PRD sólo quedan los intereses descarnados es muy fuerte. ¿Así ves a todos los miembros del partido? ¿Habrá algunos, quizá, que escapen a esta categorización? ¿Tus compañeros de trabajo, a lo mejor? ¡Ah, qué el oportunismo!
Ya estoy casi para terminar estas largas notas. En la última página del texto (163) leo lo siguiente: "El neocardenismo carece de las connotaciones universales que distinguieron al pensamiento de Lázaro Cárdenas... El neocardenismo, en cambio, se distingue por la magnitud de sus silencios sobre los grandes problemas de nuestro tiempo y la ausencia absoluta de valores universales. Su inspiración no es la emancipación del hombre sino la emancipación del mexicano en el sentido más estrecho del concepto... Las vías que propone en su lucha contra la pobreza y por la democracia, la educación y la soberanía, tienden a ser más estatistas y nacionalistas que las de las otras grandes fuerzas políticas... Guarda silencio sobre los desastres del nacionalismo revolucionario en el último cuarto de siglo y sus propuestas rara vez recogen los avances de las izquierdas en otras partes del mundo".
Das cuenta de lo que no ha hecho el neocardenismo, que no sé si te refieres únicamente a mí o englobas a alguien más en este calificativo, aunque tus juicios, más de alguno condenatorio y fulminante, carecen de sustento. Ya había yo hecho mención de que esta falta de sustento a tus afirmaciones es una de las características que más resaltan en este libro.
Resulta curioso, por decir lo menos, que un texto en el que se califican actos de otros, y se atribuyen dichos y hechos a otros, carezca de referencias bibliográficas o hemerográficas, precisiones sobre sitios y fechas, sobre personas que pudieran haber proporcionado informaciones. No existe un solo entrecomillado a todo lo largo del texto. La bibliografía que aparece en las páginas finales no hace ninguna aparición a lo largo del escrito. Parece quererse impresionar a los lectores con la larga lista de la bibliografía, que quizá fue leída por el investigador, pero no fue utilizada para dar base a lo escrito, que parece surgido de los prejuicios y predisposiciones, así como de la intención de formar una corriente de opinión para reforzar una antipatía tanto política como personal.
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Una característica del buen quehacer político es la congruencia. Quienes nos ubicamos en la izquierda del espectro político, sea en el mundo, sea en nuestro país, valoramos la congruencia de los luchadores de la verdadera izquierda, de aquellos que aun en la adversidad se mantienen firmes, sin desviarse de los principios ni claudicar. A esos luchadores, sólidamente asentados en la izquierda, ¿cómo explicarles la promoción y emisión del voto útil?
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La búsqueda parece ser sólo la primera parte de un trabajo más amplio. Estaré esperando lo que siga.
Esta larga nota que te envío, no he decidido aún si hacerla pública o no, pero la haré llegar a varios amigos y compañeros que me interesa la conozcan. Entre ellos están varios miembros de mi familia, los comentaristas de la presentación: Armando Bartra, León Bendesky, César Cansino y Hugo Pipitone, el doctor Friedrich Katz, con quien te encontré la última vez que te saludé, los ex presidentes del PRD, la actual presidenta del partido y varias personas más.
Con un atento saludo.
Cuauhtémoc Cárdenas.
México, DF 1º de agosto de 2003