México D.F. Sábado 14 de junio de 2003
REPORTAJE / ALUMBRAMIENTO
DE UN MITO DEL SIGLO XX
Incongruencias entre el personaje histórico
y la leyenda sobre el guerrillero
Conservan en Bolivia la imagen del Che como
un ''Cristo crucificado''
''Para mala fortuna de Ernesto Guevara y su causa,
los bolivianos no conocieron al Che vivo, no supieron de su ascetismo,
de su ideario político, de su incorruptibilidad ni de su pasión
revolucionaria''
ARTURO GARCIA HERNANDEZ/ I ENVIADO
Vallegrande, Bolivia. El Che, explica el
periodista y escritor Pacho O'Donell, ''es considerado 'San Ernesto de
la Higuera', a quien se le erigen altares y se le reza, siendo considerado
muy milagrero, especialmente con los humildes. Nelly Ramírez, una
campesina que entrevisté en el camino entre Pucará y La Higuera,
me contó que su marido había caído gravemente herido
y debía trasladarse a la ciudad para comprar el medicamento pero
no tenía cómo hacerlo. 'Le recé a San Ernesto y al
ratito llega un vecino a devolver un caballo que le habíamos prestado
tiempo atrás. Pero era de noche y el camino, sobre todo para una
mujer sola, era muy peligroso. Entonces se apareció un perro negro,
grandote, que daba miedo, nunca visto en la zona, que no se despegó
de mi lado a la ida ni a la vuelta'. Según Nelly, y otras mujeres
que escuchaban el relato, ese perro era el Che".
Ese culto del que habla O'Donell es fácilmente
comprobable. En La Higuera, por ejemplo, a cuanto poblador se le interroga
al respecto, se refiere al Che Guevara como a un santo.
-¿Por qué lo ve usted como un santo? -se
le pregunta a una mujer.
-Porque él vino aquí a ayudarnos; el dijo
que nos iba a salvar.
En realidad el Che de lo que hablaba era de ''liberar"
en un sentido emancipatorio terrenal.
Canonización paulatina
A
todo esto, entonces, ¿quién es el Che Guevara para
los bolivianos? Humberto Vázquez Viaña, sociólogo
e historiador, ex integrante de la red urbana de apoyo a la guerrilla de
Guevara en el país sudamericano, advierte primero que ''los bolivianos
lo veneran políticamente menos que los europeos. No le dan importancia.
Si se habla de sus escritos, de sus ideas, dices, bueno, no lo han masticado.
Pero ves que el movimiento obrero lo usa como bandera de rebelión,
que los microbuses traen su efigie pegada en las ventanillas, que los policías
andan con chamarras o con morrales del Che".
Eso ocurre en muchas partes del mundo, no nada más
en Bolivia:
''Yo al Che que hallo interesante aquí,
es el Che religioso, al que digamos que se ha ido canonizando poco
a poco. En Vallegrande casi cada día hay una misa para el Che.
Y le piden milagros. Por ejemplo, una madre y un padre de familia piden
que les llame la hija que está estudiando en Santa Cruz y que no
ha llamado desde hace 15 días. Y llama la hija y dice 'mamá
estoy bien, no te preocupes'. O está la gente a la que se le perdió
el burro y le hacen una misa al Che y a los cuatro días apareció
el burro. Y montones de cosas así."
Vázquez Viaña hace notar que para mala fortuna
de Ernesto Guevara y su causa, los bolivianos no conocieron al Che
vivo, no supieron de su ascetismo, de su ideario político, de su
incorruptibilidad ni de su pasión revolucionaria rayana en el fanatismo.
La imagen que tienen ''es la del Che muerto en
los lavaderos de Vallegrande"; la imagen de esa especie de ''Cristo crucificado"
que vieron cientos en exposición al desfilar ante el cadáver
aquel 9 de octubre de 1967.
Arrebatos mesiánicos
Siguiendo el razonamiento de Vázquez Viaña,
la percepción que se tiene en Bolivia a escala popular del Che,
más fuerte como un símbolo religioso que como emblema político,
se explica en parte por las circunstancias que rodearon su muerte, por
la iconografía del personaje y por su perfil de misionero y mártir
de la causa revolucionaria. En su libro Una guerrilla para el Che,
Vázquez menciona tres citas del guerrillero con alusiones religiosas,
en las cuales se basa para sostener que a lo largo de su vida Ernesto Guevara
tenía arrebatos mesiánicos, casi místicos: ''En una
carta a su madre, en 1954, escribe: 'La verdad es que los Barrabás
van siempre a contracorriente. Yo no he decidido dejar de serlo todavía'.
En 1955, cuando ya estaba embarcado en el proyecto de Fidel Castro, el
Che le escribió a su madre: 'Has puesto en el mundo un pequeño
profeta ambulante que anuncia la llegada del juicio final con voz estentórea'.
Pero la más llamativa la dice en Bolivia, cuando se inicia ya la
fase guerrillera y llega a Río Grande. En su diario, Pacho
(el guerrillero Alberto Fernández Montes de Oca) cuenta que al ver
el río dijo: 'Pacho, llegamos al Jordán, bautízame'.
Era como un mesías con 17 apóstoles", compara Vázquez
Viaña en referencia a los 17 guerrilleros que acompañaban
a Guevara en la última etapa de su gesta boliviana.
Al respecto, se le pregunta a Pacho O'Donell:
-¿Considera usted que el Che se sentía
un elegido?
-Creo que él sentía que tenía una
misión que cumplir. Posiblemente todos lo sentimos. Lo que pasa
es que pocos somos leales a eso. Esa mirada extraordinaria del Che
muerto en ese Gólgota de la lavandería, es lo que se va a
conocer mañana. Es una mirada que nos exige, que nos pregunta: ¿Y
tú que has hecho con tu vida? ¿Qué estás haciendo
con tu vida? Es una mirada que nos juzga y nos cuestiona.
El lavadero donde fue bañado y exhibido el cuerpo
de Ernesto Guevara, aquel 9 de octubre de 1967, permanece casi abandonado.
A decir de Susana Osinaga, desde entonces no se utiliza. Está ubicado
de tal modo que queda fuera de la vista de quienes asisten cotidianamente
al hospital Nuestra Señora de Malta. No se le destruye ni se le
preserva, pero permanece en buen estado.
El lavadero y los muros que lo rodean lucen tapizados
de cientos, sino es que de miles de inscripciones: consignas, fragmentos
de canciones, frases de rabia o de tristeza, saludos, sentencias que dejan
los peregrinos de la revolución que visitan el lugar, ciertos de
que ahí quedó no sólo el recuerdo imborrable del rostro
del Che con los ojos abiertos, de su cuerpo desmadejado, como símbolo
de los sueños rotos y las esperanzas frustradas de quienes alguna
vez creyeron posible cambiar el mundo, hacerlo mejor.
Si otra hubiera sido la historia, tal vez hoy, sábado
14 de junio de 2003, por lo menos se estarían celebrando los 75
años de Ernesto Guevara de la Serna, argentino de nacimiento, cubano
por elección y universal por vocación.
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