Lunes 7 de enero de 2002
La Jornada de Oriente publicación para Puebla y Tlaxcala México

 
n El edil equiparó su carrera como servidor público con la de los uniformados
"Difícil e incomprendido, el trabajo de ser policía", dice Mario Marín Torres

Martín Hernández y Neith Limón n

Ayer, en el homenaje al oficial Jorge Bermúdez -acribillado y muerto el pasado jueves en un fuego cruzado con criminales que intentaron robar un comercio y secuestrar a su propietaria-, el edil Mario Marín Torres calificó como "difícil e incomprendido el trabajo de ser policía" y equiparó esa situación con su trayectoria como servidor público.
"Creo que así se debe tratar en vida y después de su vida a un servidor público ejemplar que durante muchos años, cerca de 30 años, sirvió cuidando las vidas y la seguridad de la sociedad poblana en este difícil e incomprendido trabajo de ser policía. He querido estar presente en este acto porque, cómo lo he dicho en repetidas ocasiones, yo sí comprendo el trabajo de todos ustedes, señores policías, señores agentes viales, porque yo también he sido servidor público toda mi vida, 26 años llevo ya, y si para mí no ha sido nada fácil estar en el servicio público, desde luego no ha sido nada fácil para un policía, para un agente vial. Por eso comprendemos y valoramos el trabajo de ustedes, por eso estamos aquí, siendo solidarios con su familia", apuntó.
Durante su discurso, en las instalaciones de la Dirección General de Seguridad Pública y Vialidad Municipal, ante el féretro, los dolientes, los compañeros del gendarme asesinado y la prensa, el edil aprovechó para hablar de su gestión en el combate a la delincuencia.
"Me consta que en estos tres años que llevamos al frente del gobierno municipal, la Policía Municipal de Puebla ha sido una policía ejemplar, es de las mejores corporaciones de todo el país y eso se los digo con conocimiento de causa, porque hemos juntos, ustedes y nosotros, procurado hacer de esta corporación una corporación cada día más digna, cada día más ejemplar", aseveró.
Luego anunció los apoyos que las autoridades darán a la familia del uniformado caído: la tramitación de los dos seguros de vida -uno de índole municipal y otro estatal- al que tienen derecho los policías, y que en su conjunto suman 120 mil pesos. Cuatro paquetes de materiales de construcción, que sean repartirdos entre la viuda y los hijos del finado, tres de los cuales también son gendarmes, "para que mejoren su vivienda". Además, un cheque de 50 mil pesos para que salden deudas contraídas por Jorge Bermúdez.
Pero ayer no fue el primer día en que las autoridades de la entidad y la capital se presentaron, junto con los medios de comunicación, ante el cadáver del oficial. El viernes anterior, por la noche, el gobernador Melquiades Morales Flores, acompañado del secretario de Gobernación, Héctor Jiménez y Meneses, y de Marín Torres, arribaron al hogar de Jorge Bermúdez Hernández.
Los funcionarios constataron entonces la pobreza en que vivió el interfecto y en la que sobreviven su esposa y sus vástagos, quienes también son policías. Las exequias se realizaron en un inmueble de tres piezas, dos de las cuales tienen techo de lámina, y una más que está hecha toda de ese material. El jefe del Ejecutivo estatal ordenó que se le obsequiara a los moradores un paquete con insumos para la edificación.

Un policía ejemplar

Jorge Bermúdez Hernández ingresó a los cuerpos de Seguridad Pública en febrero 9 de 1968, pero después de un periodo de bajas y retornos, a partir de 1972 laboró de manera ininterrumpida en la Policía Estatal Preventiva. En 1985 fue ascendido de policía raso a cabo, seis años más tarde fue designado sargento segundo, en 1992 subió a sargento primero, y en 1993 obtuvo el grado de oficial, mismo que ostentó hasta su muerte. En sus últimos días tenía la encomienda de trasladar reos a los juzgados y hospitales. Le faltaban sólo seis meses para jubilarse.
La noche del pasado jueves 3 de enero, Bermúdez Hernández y su compañero, Miguel ángel Cano Hernández, resultaron heridos cuando llegaron a la 34 Poniente, frente al local marcado con el número 3404, para detener a una banda de delincuentes procedentes del Distrito Federal, que robaron un comercio e intentaron secuestrar a la propietaria de éste, con el fin de obtener un botín por su rescate. Los criminales dispararon contra los uniformados, matando al primero e hiriendo al segundo.
En el enfrentamiento perecieron también el chofer de la persona que iba a ser plagiada, además de dos criminales. Uno más huyó, mientras otros cuatro fueron capturados y acusados de los delitos de homicidio calificado, lesiones, robo, agravios contra funcionarios públicos, asociación delictuosa, privación ilegal de la libertad, portación de armas para uso exclusivo del Ejército y resistencia de particulares.
El jefe de la banda, Martín Soto Soto o Carlos Sánchez León -a quien se le amputó una pierna que le fue lesionada en el tiroteo-, salió hace apenas medio año del Reclusorio de Santa Martha Acatitla, y se le atribuyen al menos 100 robos a cuentahabientes en el DF.
El procurador general de Justicia, Carlos Arredondo Contreras, declaró que se redoblará la vigilancia en las carreteras que unen la entidad con el Distrito Federal y otras localidades, recalcando que se revisarían con mayor énfasis a los vehículos sin placas o que vengan de la capital del país.
Entre las condolencias, anuncios de respaldo material y los discursos manifestados ayer en la ceremonia matutina encabezada por Marín Torres, y a la cual acudió en representación de Melquiades Morales, José Luis Sobreira, subdirector de Seguridad Pública y Protección Civil, sobresalieron las palabras de Fermín Martínez Arroyo, sargento segundo y colega del occiso, quien habló escueto a nombre de los uniformados:
"Es una desgracia tener entre nosotros así el cuerpo del compañero Jorge Bermúdez Hernández. Compañeros, todos estamos expuestos a esto, es un trabajo muy riesgoso, lo siento por su familia como por los compañeros que pudimos convivir con él y los que lo conocimos. Hoy es el último día que nos despedimos de él, gracias, señores". El cortejo fúnebre partió de la Dirección General de Seguridad Pública y Vialidad al Panteón Municipal. Al sitio ya no llegaron ni el representante del gobernador ni Mario Marín Torres, quienes dijeron que el policía ultimado será un ejemplo para la corporación a la que sirvió, por su "honradez y su lealtad hacia las instituciones".
Oficiales del comando canófilo, el grupo Zorros, la Policía Estatal y de Vialidad Municipal hicieron una valla desde la entrada del cementerio hasta la fosa. El ataud llegó acompañado por un mariachi que interpretó las canciones que más gustaron en vida al oficial: "Cruz de Olvido", "Amor Eterno" y "El Rey".
Jorge Bermúdez Hernández fue sepultado cerca de las 11 horas, en el lote 18 izquierdo de la zona de tercera clase.
Minutos antes, su sobrino Alberto López Olguín se acercó a dos reporteros y les dijo: "¡Qué lástima que sea hasta muerto cuando se le haga a uno justicia!, es una pena que a un policía se le hagan honores cuando ya está muerto. Toda su vida, casi 30 años de su existencia, él fue policía y no le hicieron estos honores, hasta había gente que lo trataba mal por ser policía. Ahora ya le dieron para que construya su casa, y a sus hijos también (...), pero ellos van a seguir siendo pobres como nosotros y el dinero se les va a acabar, van a seguir siendo policías, ojalá que no tengan que morirse para que puedan tener una casa bonita..."