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Miércoles 2 de enero de
2002 |
Opinión Los deseos de año nuevo n Juan Rodolfo Rivera Pacheco |
Estamos en vísperas
de año nuevo y, como es rigurosa costumbre, me gustaría
aprovechar esta ocasión para pedir algunos deseos para
estos próximos 12 meses. No sé si a los reyes magos o
al mismo bebé de nuevo año, el caso es que ojalá y si
se me cumplan. éstos, bien podrían ser los politideseos.
Comienzo. 1. En primer lugar, deseo que nuestros diputados del Congreso de la Unión reduzcan su intenso ritmo de trabajo y sólo trabajen una semana al año. No tiene caso que dejen de atender a sus distritos, cosa que hacen cotidianamente para ir a perder el tiempo en Reformas Fiscales que no urgen. En lo personal, mi anhelo es que no sólo haya IVA a alimentos, medicinas, colegiaturas y libros, sino que también se cobre un impuesto especial a todo aquel que critique a las autoridades de cualquiera de los tres poderes. Y si no se tiene para pagar, no importa, puede establecerse una pena corporal que exija leer todos los libros de Cornejo y Carlos Cuauhtémoc Sánchez o bien tres páginas del de Carlos Salinas. 2. Desearía ganar tanto como ganan nuestros sufridos legisladores, senadores, secretarios de Estado y Poder Ejecutivo de los tres niveles de gobierno. Caray, me conformaría con una tercera parte. Ciertamente se han sacrificado a lo largo de los años recibiendo toda clase de vituperios de la sociedad por su tremendo trabajo de ir a calentar curules o sillas ejecutivas -claro, cuando asisten-; por ello, yo quisiera mortificarme tanto o igual que ellos. En serio, no sé por qué los políticos se han desprestigiado tanto en todo el mundo si siempre han sido obligados a ganar sueldos extraordinarios. Es el pueblo el culpable, seguramente. 3. Quisiera, en el orden estatal, que acabáramos de criticar injustamente a los secretarios y colaboradores del gobernador. Todos, sobre todo en el ámbito del transporte, vialidades, educación y agua potable, han sido víctimas de la saña popular cuando todos y cada uno de ellos han cumplido con abnegación su encargo. Es más, me gustaría que se inauguraran algunas calles con el nombre y apellido de varios de ellos para recordarlos siempre al transitar por nuestras bellas y fluidas vialidades. 4. Un deseo especial es que se autorice por fin un sustancial aumento al pasaje del transporte urbano. Nuestras combis y minibuses no son chatarras, son piezas que cualquier anticuario bien las podría exponer en Londres o Bruselas y ganar algún premio internacional. Cuidemos de ellas aumentando los pauperrimos ingresos de esos apóstoles poblanos que son los permisionarios. A los conductores de las unidades desearía que los propusiéramos para dirigir academias de manejo gratuitas o bien que se les premiara siendo choferes de los funcionarios de gobierno. 5. Deseo fervorosamente que nuestras autoridades estatales y las nuevas del municipio se entiendan como se entendieron un famoso ex gobernador y un no menos prudente alcalde hace un trienio. La amabilidad y diplomacia con que se comportaron aquel inolvidable periodo nos harán recordarlos siempre. Estoy seguro que hoy, las autoridades municipales salientes no dejarán obstáculo alguno para el nuevo alcalde. Es más, desearía que el munícipe actual fungiera como director de Gobierno del próximo ayuntamiento, seguramente ésa sería la única forma segura de no tener manifestaciones de ambulantes diariamente a partir del 16 de febrero venidero. 6. Deseo, finalmente, que nuestras nuevas autoridades municipales no caigan en la tentación de reordenar nuestra ciudad mediante una absurda planeación. Es mejor que esta ciudad siga creciendo para que se conurbe con el DF, y así ya no tener que viajar para todo a la capital, teniendo la posibilidad de vivir en ella. Esa gran megalópolis sí que sería la envidia del mundo entero y, ahora sí, el sueño de todo mexicano sería una hermosa realidad para los poblanos: También llamarnos chilangos. En fin, sé que los deseos se pueden cumplir si existe fe. Basta de tener poca... fe. |