Ť Accidentado homenaje al autor de Pedro Páramo
Memoria y palabra sirvieron para recordar a Juan Rulfo
Ť Labor de Fernando del Paso y Julio Ortega para salvar el acto
ARTURO GARCIA HERNANDEZ
Vida y muerte de Juan Rulfo. Un homenaje. Uno más de los muchos que sin duda merece el autor de Pedro Páramo. La sala principal del Palacio de Bellas Artes se abrió la noche del miércoles para que Fernando del Paso, Julio Ortega y Manuel de Elías celebraran la obra y la memoria del escritor jalisciense, como parte de las actividades organizadas en torno a la muestra fotográfica sobre Juan Rulfo que tiene lugar en el museo del propio Palacio: Juan Rulfo. Voces y silencios.
El
acto, lamentablemente, se vio empañado por dos razones. Primera:
el público fue escaso, muy escaso. Quizá ni la sala Manuel
M. Ponce se hubiera llenado con los asistentes a la sala principal. Mercedes
Iturbe, directora del Museo del Palacio de Bellas Artes y organizadora
del homenaje, atribuyó el desaire a las congestiones vehiculares
que desquiciaron la ciudad. Segunda: las ''fallas técnicas" -a decir
de Iturbe-, que prácticamente sabotearon la intervención
de Fernando del Paso, quien tenía planeado recrear el programa que
hizo para Radio Francia Internacional a propósito de la muerte de
Rulfo, en 1986. En la emisión original, Carta a Juan Rulfo,
el escritor intercalaba su voz leyendo la carta de referencia con la voz
de Rulfo leyendo sus cuentos Luvina y Diles que no me maten,
recogidos en la colección Voz viva de México, editada por
la UNAM.
Cuando Del Paso quiso reproducir la emisión, la voz de Rulfo no entraba, dando lugar a largas pausas que afectaban el ritmo del programa. Además, el audio con la voz de Rulfo entraba a destiempo interrumpiendo la lectura de Del Paso, quien se mostró paciente pero no se abstuvo de expresar que eso era ''un desastre".
El homenaje salió a flote gracias a la buena relación que Del Paso y Ortega tienen con la memoria y con la palabra, dos de sus herramientas de trabajo. En su Carta a Juan Rulfo, Del Paso recordó su amistad con el autor de El llano en llamas, ''con quien compartí el gran amor a la literatura, el gran amor al arte". Es uno de los ''más auténticos" escritores que ha dado México, ''cuya voz sigue llenando silencios hasta ahora y lo hará por mucho tiempo más".
Del Paso recibió en París la noticia de la muerte de Rulfo: ''Una noche de enero de 1986, helada como pocas, tuve el dolor de anunciar la muerte de Rulfo". Propuso la producción del programa que intentó recrear anteanoche en Bellas Artes. En una parte de su Carta a Rulfo, Del Paso se remontó a las conversaciones que sostenía con su paisano: ''Nos dedicábamos al chisme como dos comadres y a veces tú te ponías a hacer literatura sin darte cuenta. Te ponías a contarme historias que yo no sabía si eran ciertas o eran puras invenciones. O si se iban volviendo ciertas cuando las estabas inventando. Me acuerdo muy bien, como si te estuviera oyendo (...)"
Julio Ortega expuso por su parte una amplia y amena ''autobiografía" como lector de Rulfo (''leer a Rulfo es parte de nuestra biografía"). Su experiencia le dice al crítico peruano que ''uno no relee a Rulfo, lo lee cada vez por primera vez, con nuevo asombro y distinta incertidumbre. Por eso es mejor decir que uno vive leyendo Pedro Páramo. Yo, que lo tengo en mis clases hace 30 años, como piedra de toque, prueba de fuego, pila de lectura bendita, debo haberla leído tantas veces que son una larga vez de admiración".
De la intervención de Ortega se infiere que novelas esenciales de la literatura latinoamericana como La muerte de Artemio Cruz (Carlos Fuentes) y Cien años de soledad (Gabriel García Mñarquez) hubieran sido imposibles sin Pedro Páramo.
El accidentado homenaje concluyó con la interpretación de Antífonas profanas, obra para coro mixto, metales y percusiones compuesta por Manuel de Elías en 1993 a partir de un texto de Rulfo, al parecer el único conocido que escribió con perfil de poema.