REPORTAJE
Venden hasta cinco gramos de mariguana por medio de menú
Los coffeeshops de Amsterdam, para ponerse toleradamente pachecos
FABRIZIO LEON DIEZ ENVIADO
Amsterdam,
Holanda. El hombre que atiende el bar se parece a James Brown. Tiene
los ojos rojísimos, brillantes y acuosos. Hasta la madre de pacheco,
despacha la barra con desorden y entusiasmo. Controla un conato de bronca
entre un alemán y un turco, acompañado por un par de africanos.
Pudo prender la computadora que momentos antes me alquiló y forjó
de una ensalivada rápida otro chuby, que con gentil encanto
dio a la gabachita de a lado. Sirve cervezas de barril, cobra y
controla la música, la cual debe estar acorde con sus tímpanos,
que exigen esa mezcla de cantos africanos y altos violines. Su humor es
desesperantemente bueno; no obstante, es una hora pico -son las
siete de la tarde y el sol es de mediodía-. Tiene la calma de oír
la explicación de un mexicano que habla muy poco inglés,
y a quien trata de convencer de que las cervezas recién servidas
no están pagadas. Sin inmutarse, el tipo ya prendió otro
toque, que la francesa de al lado arrebata con elegancia.
Uno
Los coffeeshops están ideados para permanecer en ellos: la decoración, la música y la atención son de lo más amable. Hay bares escandalosos para los guerreros; bohemios para los belgas, y lluviosos como para ver pasar a la gente por la esquina. La mayoría de los coffeeshops prohíben teléfonos celulares prendidos. Los ataques de risa sólo se oyen en los bares de los guerreros y vikingos, apostados en la calle principal llamada Damrak y, por supuesto, en la zona roja, pero en general esos lugares son de un ambiente cool. Hay otros a los que sólo asisten los atacados profesionales, pero a esos únicamente se llega con recomendación y lleva tiempo encontrarlos. Son exclusivos clubes donde se consiguen exquisitas cosechas de mota. El ambiente es algo mejor que la novela y muy cercano a la película que hemos querido protagonizar.
No es común, pero en los parques y calles de Amsterdam se puede encontrar a alguien dándose un toque, como aquellos adolescentes gorditos que frente a la fuente del palacio Rijksmuseum consumían tremendo churro de mortadela, mientras mojaban sus pies en el agua. O un mi buen que frente a su casa, cerca de la calle de antigüedades, exhalaba con fruición una buena bocanada de yerba, cuyo oloroso humo inundó entre tres y cuatro metros a la redonda, mientras él estiraba el cuerpo.
La rutina es lo que sorprende en las calles. Músicos callejeros de Mongolia cantando guturalmente, estudiantes que interpretan a Pourcell con sus trompetas, decenas de niños recién nacidos que sonríen en sus carreolas, fábricas para el tallado de diamantes y decenas de bicicletas abandonadas y oxidadas cuyas historias son dignas del olvido ¿Cuantas de éstas habrán sido extraviadas por un pacheco?
Dos
La
mota es de muy buena calidad y mucho más fuerte que la que normalmente
circula en México. De hecho no hay mariguana mexicana en los menús.
"Lo más cercano es esta maría de Jamaica. Es muy suave",
explica José Miguel López, diyéi-dealer del
Abraxas (uno de los coffeshops más recomendados), nacido
en Granada, España, nacionalizado holandés.
-¿Quieres decir que toda la mariguana que tienes aquí relaja?
-No toda. Depende, porque hay tipos que son muy fuertes. Cuando se fuma un poco es relajante, pero cuando se fuma mucho, y hay gente contigo te pones paranoico. La energía es diferente. Cuando la gente fuma hachís con maría da un poco de paranoia, pero cuando se fuma poco la mariguana es relajante, como la de México.
-¿Aquí no tienen de México?
-No, no tenemos. Pero esa de Jamaica es más o menos la misma.
-¿Y la cristal?
-Es holandesa. Es un poco más fuerte porque se le pone un poco de químico... se manipula genéticamente.
-Y en el caso del hachís, ¿es holandés?
-No, el hachís es de Marruecos. Todo es de la misma planta, pero la primera producción sale de un solo hit y es la créme de la créme. La segunda producción te pone un poco más abajo.
-¿Cómo se recomienda fumar la mois?
-Mezclada con un poco de tabaco, como un cigarrillo.
-¿Qué es lo que más se vende?
-La gente de Holanda fuma normalmente yerba de la más fuerte; si tienen menos tiempo fumando entonces de la más suave. Los americanos quieren siempre de la más fuerte porque llevan mucho tiempo fumando; los alemanes, menos fuerte. La gente de España fuma hachís, los italianos también y los mediterráneos fuman mucho hachís.
-Este hash pálido debe de ser muy suave ¿no?
-No. Es de los más fuertes. Es una producción con mariguana holandesa... sólo para conocedores. El gramo cuesta 60 florines (240 pesos).
Tres
Los expendedores de mota y hash en Amsterdam llegan a advertirte ciertos efectos de paranoia si te das un pasón con él, por ejemplo, hash marroquí bautizado como helter skelter. La paranoia, explica el diyéi del café Abraxas, "es cuando estás pensando en varias cosas a la vez y no sabes atender a una".
Fumarse un toque en Amsterdam lleva a la reflexión. La vida debe beberse a traguitos. Aquí puedes estar pacheco todo el día y la noche, durante toda la semana, sin el sentimiento de culpa ancestral. Sin la angustia por que te apañen, te vean y reconozcan.
Cuatro
Clavarse
viendo el río o el paso de los trenes es menester, tanto como andar
en bicicleta y perderse hasta las altas horas de la madrugada. Equivocarse
una y otra vez a la hora de poner y quitar los candados de la bicicleta
puede ser también menester (¿ya lo dije?). Aunque nada como
ver los cuadros de Van Gogh y preguntarse por qué si los holandeses
son tan tolerantes no dejan tocar los cuadros del pintor. Sin duda, las
texturas de su obra son únicas y los paisajes muy similares a los
nuestros.
Los quesos en Amsterdam forman figuras retóricas que se encuentran en todos los aparadores. Enormes bolas amarillas con distinto añejamiento. Panaderías exquisitas aptas para el monchis del medio día. Caldos estilo thai para el bajón y una lluvia fuerte de 25 minutos que te deja sin habla, empapado y sin teoría para explicar, con bases, qué fue lo que cayó del cielo. El viento sopla durante todo el día y las mujeres en bicicleta pasan fugaces driblando a los turistas que absortos miramos su cabello volar al ritmo de las semillas que se desprenden de las hojas de los árboles, y que inundan de primavera a Amsterdam.
-Se llama bum -dice el chofer del taxi refiriéndose a ese árbol.
-¿Bum se le dice al árbol en holandés? -respondo en pésimo inglés
-No. Esa semilla que vuela es del árbol. Bum, bum, bum, como si fuera el sonido de una bomba... como hace el corazón.
Bum en el nombre del árbol Amsterdam.