ASTILLERO
Julio Hernández López
JESUS ANTONIO SAM LOPEZ es uno de los "duros"a los que tocó, según sus palabras, "hacer el trabajo sucio" de combatir la guerrilla. De 1970 a 1976 fue director de la Policía Judicial del Distrito Federal, y actualmente es procurador de Justicia en Colima, donde se entretiene, prejubilatoriamente, jugando competencias de rudeza extrema con su jefe, el gobernador Fernando Moreno Peña. Ayer fue entrevistado en la capital de aquella entidad sobre las pretensiones federales de enjuiciar y castigar a los responsables de violaciones a los derechos humanos. Las respuestas que dio, según la página electrónica de Apro, la agencia informativa de Proceso, ilustran el destino de informes, comisiones, fiscalías y demás instrumental posmoderno presuntamente justiciero:
"HAY UNA COSA QUE se llama prescripción de los delitos", habría dicho, según la nota firmada por Pedro Zamora. "Es como si quisiéramos, fuera de época, detener a Jack El Destripador. Esto fue hace 200 años, pero, ¿por qué no? Hay que revivirlo. Así como vamos, se vale. Estamos ante una utopía. Es como si usted levanta un acta por un terreno despojado en la Luna, ¿se vale?".
SAM LOPEZ HABIA DICHO en octubre de 1996, ante el Congreso colimense, que él había "vivido" la guerrilla, y que había sido herido en una ocasión. "Es cierto, ya la vivimos, y puedo decirles que la Policía Judicial, no sólo la del Distrito Federal, que estaba a mi mando en ese entonces, sino las de toda la República, se encargaron del trabajo sucio. Nos apoyaron las fuerzas armadas, por supuesto, pero el trabajo sucio lo realizó la policía".
DESDEÑOSO DE LAS FISCALIAS especiales, pues a su juicio éstas no tienen sustento constitucional, aunque "cada quien bautiza a su hijo con el nombre que quiere", el integrante de la elite de la plantilla represiva de los 70 dice que él ya olvidó los hechos de aquellos años: "ya lo pasado es pasado. Es como la novia que tuvo usted en la infancia o la juventud. Ya pasó. La ve ahora y dice: 'gracias a Dios que no me casé con ella', o '¡qué pena, se me fue!'. Son experiencias vividas, y por lo tanto quedan en el arcón de los recuerdos".
¿QUE IMPRESION LE DEJA el hecho de que se reabra el capítulo de los 70?, preguntó Zamora, a lo que Sam López contestó: "es problema de quien lo revive. Yo vivo en paz, feliz, gozando de mis hijos, mis nietos y mi esposa. En santa paz. Creo que cumplí con mi deber, como debí haberlo hecho".
CIERTOS PERSONAJES DE MAYOR relevancia en aquellos hechos represivos, como Luis Echeverría Alvarez y José López Portillo, se deshacen en explicaciones acerca de su inocencia. Algunos más yacen bajo tierra, como Fernando Gutiérrez Barrios, y otros están tras las rejas, afectados más por errores en materia de narcotráfico que por las atrocidades que cometieron contra luchadores sociales y guerrilleros. Pero la mayoría de esos secuestradores, torturadores y asesinos están libres, algunos ocupando cargos públicos, como Sam López, o disfrutando tranquilamente de una santa paz familiar que ellos, a su vez, arrebataron a otros.
FRENTE A ESA REALIDAD aplastante, poco parece ganar la presunta buena fe del Presidente de la República y del ombudsman nacional, quienes han dado curso al informe sobre desaparecidos políticos y pretenden echar a funcionar una fiscalía especial, para cuya titularidad ni siquiera atinan a encontrar un personaje adecuado. En las guerras políticas internas del gabinete foxista trata de ganar terreno, incluso, la siempre oportuna disposición del canciller Castañeda para proponer candidatos a puestos clave que le resuelvan al Presidente sus momentos de neblina y consoliden el proyecto futurista de Tlatelolco. Ahora, ese grupo ha propuesto a Gabriel Székely como aspirante a ocupar la citada fiscalía especial, dado que el nombre de Marie Claire Acosta no ha pasado una primera etapa.
LOS REVUELOS QUE GENERA el castañedismo suelen ser memorables. Hace algunas semanas generó escándalo en una reunión privada en la que explicó con detalle la manera en que México podría colaborar con Estados Unidos en materia de seguridad nacional, sellando la frontera sur para que disminuya el flujo de centroamericanos que luego llegan al norte mexicano para ingresar a la tierra del sueño americano. La barrera contra visitantes indeseados habría de ser militar. Pero con una característica especial: con soldados estadunidenses instalados en suelo mexicano. Quienes le escuchaban creyeron estar en presencia de una pifia verbal, pero el canciller ratificó lo dicho: soldados estadunidenses.
EL GENERAL BRIGADIER MEXICANO José Francisco Gallardo, mientras tanto, sigue sufriendo dilación en la solicitud de recurso de amparo judicial que había entablado antes que al presidente Fox se le ocurriera recomendarlo como vía para dirimir la inocencia o culpabilidad de este militar. Ayer, un juzgado de distrito debió diferir la fecha de una audiencia, porque dos subordinados del presidente Fox: el procurador militar y
el secretario de Relaciones Exteriores, no entregaron oportunamente documentación necesaria para llevar a cabo la citada diligencia judicial.
POR ELLO, ENTRE OTRAS muchas cosas, Amnistía Internacional ha hecho una oportuna definición de lo que ha pasado durante el primer año de actividades de lo que se dio en llamar el gobierno del cambio: "buenas palabras sin efectos". La organización defensora de derechos humanos se refería en especial al tema de los derechos humanos, pero sus palabras podrían aplicarse casi a todo el resto del universo foxista: buenas (y muchas) palabras, pero sin efectos (positivos).
A UN AÑO DE haber tomado el poder, este tecleador, que ha derrochado palabras en el tema, quiere quedarse sólo con ese concepto de Amnistía Internacional: buenas palabras sin efectos.
ASTILLAS: JAVIER USABIAGA ES AVE de tempestades: ahora le acusan de tráfico de influencias porque un familiar suyo -según senadores que así lo denunciaron- se habría apoderado del servicio que transporta combustóleo a los ingenios veracruzanos. Nepotismo, dicen los legisladores que es el término aplicable... Días atrás se escribió aquí sobre una modelo que, desnuda, posó en el parque de Los Venados, de la delegación Benito Juárez, para ser dibujada. Ella se llama Ema Villanueva y, desde hace más de un año, desarrolla, junto con Eduardo Flores, estas sesiones, preferentemente en plazas públicas de barrios obreros. Más que clases de dibujo, hay una larga charla sobre libertad de expresión y libertades públicas. Este esfuerzo, enderezado contra los ánimos censores de la moral pública que suele haber, ha tenido un notable éxito: "la gente ha sido completamente respetuosa. Incluso, cuando ha ocurrido en domingos, frente a iglesias, frente a ebrios y pandilleros, nunca hemos sufrido agresiones de la gente", dicen Villanueva y Flores... Y bien, no pierda usted de vista, el próximo lunes, esta columna de conciencia tranquila que por esta semana se pasa a retirar, sin gana alguna de echarle a perder a sus lectores el fin de semana (y muchos más), al recordarles que todavía faltan cinco años exactos.
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